Capitulo 9

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Había empezado un día más en el colegio, la nieve ya cubría todo lo que estaba a su paso, incluso el techo encantado del gran comedor dejaba caer pequeños copos de nieve mágica que hacían cosquillas al caer y desaparecer sobre los estudiantes. Para ese momento ya se encontraba todo el comedor lleno de árboles decorados con esferas, brillos y algunos colgantes con colores de cada una de las casas, siendo el que se encontraba detrás de los profesores el más grande de todos y Hagrid estaba más que orgulloso de aquel pino en específico pues lo había escogido cuidadosamente para la ocasión.

 Los alumnos se encontraban completamente abrigados y algunos habían aprovechado para presumir sus abrigos de pieles extrañas y costosas, sin embargo todos mostraban alguna prenda con el escudo de su casa en todo su esplendor. Lea, Luna y ___ no eran la excepción, las tres se pusieron de acuerdo para colocarse un gorro con los colores de sus casas y estaban atadas entre ellas por una colorida bufanda más larga de lo normal (obviamente había sido escogida por Luna) mientras pasaban por los largos pasillos tomadas de los brazos camino a tomar el desayuno.

– ¿En qué mesa nos sentaremos hoy? – pregunto Luna cuando entraron al comedor que se encontraba medio lleno, la mayoría de estos siendo atraídos por el dulce aroma de chocolate caliente y pan recién horneado que salía desde las cocinas e inundaba toda la sala.

—Hoy nos toca en Gryffindor— Lea hablo feliz de que era el turno de sentarse con sus compañeros casa.

 Las chicas se habían acostumbrado a hacer cambios de mesa cada lunes para equilibrar un poco las cosas y conocer más gente, esto había sido a petición de Luna, especialmente por ___ ya que esta se rehusaba a convivir con más gente de la necesaria, en especial con los de cursos mayores ya que estos siempre preguntaban por su padre haciendo propuestas indecentes y escandalosas intentando atraer la atención del profesor de pociones, estaba de más decir que una pequeña de primer año aun no debería saber de aquellas cosas y esto le causaba repulsión –Vengan, aún hay asientos a lado de Neville— fue así que las tres fueron llevadas a la mesa de Gryffindor por una muy animada Lea.

—___ ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?— Luna, como siempre había observado la incomodidad de ___ al sentarse en aquella mesa, más cuando su regordete amigo siempre estaba sentado cerca del trio de oro intentando llamar su atención.

—Solo es Granger— era completamente entendible que sintiera ese malestar hacia esa pequeña pirómana con complejo de héroe. Sus amigas bien sabían que la sabelotodo casi había quemado a su padre solo por una estúpida idea sin fundamentos pues ___ se los había contado después del juego entre pequeñas explosiones de magia por aquel desagradable encuentro.

—Oh, tranquila, no dejaremos que te hable, solo ignórala— Lea le guiño un ojo y con un pequeño asentimiento dudoso continuaron con su tarea de sentarse junto al chiquillo regordete que en poco tiempo se había convertido en amigo de las chicas —Hola Nev, buenos días—

—Buenos días— Neville se sobresaltó al verse sorprendido por el trio de amigas y se sonrojo de la vergüenza — ¿Cómo amanecieron?— las chicas tomaron asiento frente al castaño y al poco tiempo cada una de las niñas se encontraba llenando su plato.

—Muy bien, gracias por preguntar— la rubia siempre tan amable comenzó una plática amena junto a Lea y el chico de mejillas abultadas, mientras ___ se mantenía callada disfrutando de ese simple (demasiado simple en realidad) pero delicioso desayuno que había escogido.

La verdad no es que la comida fuera realmente importante, de no ser por la diferencia en lo que cada una de ellas escogió. Lea tomo un par de waffles casi de inmediato y coloco miel encima de ellos, ella siempre escogía lo más dulce que pudiera pues decía que eso la mantenía despierta. Luna, después de 15 minutos decido que comería huevos revueltos con jamón y los baño con salsa de tomate renegando que le faltaba más color a su desayuno. Por otro lado, ___ estuvo a punto de no comer más que una manzana para aquella mañana pero se retractó al recordar que se pondría de muy mal humor si no comía o le daba hambre, así que tomo un muffin y una taza de chocolate caliente guardando en uno de sus bolsillos un par de manzanas para después. Estaba más que claro que elegiría algo ligero pues sentarse cerca de la castaña de cabello desordenado le quito el apetito y lo remplazo por un desagradable malestar que era más imaginario que real.

La hija de Snape (Draco y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora