Capítulo 36.

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Capítulo treinta y seis.

Nahia.

No sé por qué le dije a mi viejo que Tomás se iba a quedar... ¿Todo bien conmigo y mis decisiones? Que pelotuda que soy, cagándola siempre.

Bueno, al menos puedo verlo... Siento como si llevará sin verlo años, cuando apenas y han pasado semanas. Pero lo extraño, y sirve como excusa ser una sin límites tomando. Aunque era un toque incómodo, porque sentía su mirada en mí, no se despegaba.

─Perdón por hacerte quedar.─ Le dije.

Él se encogió de hombros.─ No pasa nada, es lo mínimo que puedo hacer por tu viejo.

Asentí.─ Sí, por mi viejo...─ Susurré tratando que no me escuchara.

─¿Has estado cinco minutos con alguien por culpa de ese jueguito?─ Me preguntó él de la nada.

Lo miré, fue inevitable no hacerlo.─ ¿Te importa?

Nuevamente se encogió de hombros.─ Sólo me causó curiosidad llegar y verte ahí, con tu ex.

Me causa gracia su comentario.─ Él me llamó y no quería quedarme sola en el apartamento de Sol.

─Vos siempre venís con él.

Negué con mi cabeza.─ Sólo fue una vez.

Él me miró fijamente durante varios minutos.─ No respondiste mi pregunta.

Esta vez, la que se encogió de hombros fui yo.─ Quién sabe.

Él levantó sus cejas y se levantó, tomó mi brazo y comenzamos a caminar hacia el círculo en dónde seguían jugando.

─Yo juego.─ Dijo él sentándose al lado de una piba.

Todos aceptaron y, ¿cómo no hacerlo? Hoy se ve demasiado lindo, más garchable que nunca.

La botella comenzó a girar, mientras él me miraba fijamente, nunca desvío su mirada de la mía y me mato que hiciera eso.

La cola de la botella cayó en una piba rubia, cuando ví eso arquee mi ceja, ¿se iba a ir con ella? Pensé que sí, pero negó y tomó un shot. Luego la botella continúo con otro pibe y así sucesivamente hasta que llegó de nuevo a mí, está giró durante varios segundos, cayendo en un pibe que si estaba lindo, pero no más que el que me miraba fijamente.

Nuevamente negué y tomé un shot.

Así siguió el juego durante dos rondas más. La botella giraba y giraba, nuestra atención se mantuvo en el otro, nunca se desvío hacia alguien más. Mantuvimos nuestro "no" cuando se trataba de estar con alguien más... hasta que otra vez le tocó a Tomás. La botella giró durante varios segundos, su mirada como siempre en mí y al parar de girar y ver que la cola de la botella ahora me señalaba, no pude evitar sonreír.

─¿Cinco minutos?─ Nos preguntó él pibe.

Él y yo asentimos al tiempo, provocando que todos gritaran y chiflaran...

Ambos nos levantamos, él tomó mi mano y sentir su cálido tacto removió todo mi ser. Caminamos hacia un cuarto que estaba cerca del jardín y no pude evitar sentirme nerviosa, como cuando era una pibita inexperta que ni siquiera había dado su primer beso, ¿por qué me sentía así? Al llegar al cuarto, el cerro la puerta y me observó.

─¿Vos querés hablar?─ Me preguntó acercándose.

Asentí.─ Para eso son los cinco minutos.

Él sonrió y se sentó frente a mí.─ Para mí sólo sos vos, linda.

Sonreí.─ Yo... ¿vos me querés?

─Sí, te lo he demostrado tantas veces...─ Susurró.─ Te amo.

Que me dijera eso me causó un no sé qué... Se sentía genuino, no era forzado, ¿por qué habría de serlo si no hablábamos hace banda? Si nacía de él, entonces era cierto.

Él tomó mis manos y las beso.─ ¿Ya te dije que te ves muy linda hoy?

Sólo pude acercarme a él y encajarle tremendo beso, beso que me moría por darle desde que lo ví. Nuestros labios se entendían demasiado bien, pero un sentimiento de desesperación comenzó a formarse, me moría por estar con él.

Al separarnos, ambos sonreímos.

─¿Querés ir a otro lado?─ Me preguntó.

Mordí mis labios mientras asentía.

Nos levantamos y antes de salir, se escuchó un golpe en la puerta, era Santiago, pero estaba tremendamente borracho. Desde que le había dicho que no quería estar con él, no lo ví más, hasta ahora.

─¿Qué? ¿Los noviecitos están bien ahora?─ Preguntó tambaleándose.

Hundí mis cejas.─ Andate.

─¡No!─ Grito él enojado.─ Venís a mi casa como si nada y luego te vas sin darme nada a cambio... Antes no eras tan grosera.

─Vos y yo terminamos hace banda, de qué hablas, gil.─ Le recriminé comenzandome a poner brava.

─¿Y? Si vos sos re puta, siempre lo has sido.

─Si le volves a faltar el respeto, te cago a piñas.─ Habló Tomás esta vez.

Santiago Comenzó a reírse.─ No sabía que las putas tenían defensores... Dale, ¡Hacelo!

Sin dudarlo, Tomás le encajo una piña que lo tiró al piso de una vez. Yo lo tomé del brazo y lo saqué del cuarto rápidamente, con una era más que suficiente.

─Que rabia como te trata ese gil.─ Me dijo él, para ese momento ya estábamos fuera de la casa.

─Siempre ha sido así, pero ya le diste la piña y no pasa nada.

El suspiró.─ Nos amargó el momento.

Me reí.─ El momento puede continuar en la casa de Sol.

Estábamos esperando el taxi.

Él asintió y me tomó de la cintura.─ Estoy que te quito todo lo que tenés puesto. Necesito de vos.

Me causó de todo que me dijera eso.

─Te extrañé banda.─ Susurré.



















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Mmmya





Solo tú;; C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora