Solo tú;; C.R.O

Capítulo 41.

Capítulo cuarenta y uno.

Maratón 5/5

Nahia.

Habían pasado unos tres días desde que los pibes me habían organizado esa fiesta sorpresa en el apartamento de la MDB. Después de aquella conversación con Gabriela, ella se terminó yendo y no pasó nada más que la incluyera. A Tomás no le conte nada sobre eso, no sé me hacía trascendental, se me hacía algo más bien mío.

─¿Estás segura?─ Me preguntó Sol mirándome desde la ventana de su auto.

Asentí.─ Sí. Ya ha pasado banda de tiempo. Tengo que hablar con ella.

─Bien. Si algo, sabes que me tenés aquí.

─Lo sé y gracias, en serio.

Ella me dió una sonrisa.─ Suerte.

Le devolví la sonrisa y me dí vuelta para comenzar a caminar hacia mi casa. Llevaba tiempo si estar aquí y sentía que habían pasado años cuando tan siquiera era un mese. Pero es que nunca había estado tanto tiempo fuera y menos sin ver a mi vieja. Extrañaba esto.

Golpeé la puerta y no se demoraron mucho en abrirme la puerta. Era el novio de mi vieja, ¿Ahora vive acá?

─¿Está mi vieja?─ Pregunté.

Su rostro al verme demostraba que no le causaba ninguna gracia que yo estuviera aquí.

─Sí. Está en la cocina. Pasa.─ Respondió haciéndose a un lado.

Seguí y me dirigí hacia la cocina. Cada paso que daba hacia allí me hacia sentir más miedo, no quería enfrentarla todavía pero sé que tenía que hacerlo.

─¿Quién era?─ Preguntó ella. Estaba de espaldas aparentemente cortando algo.

─Mamá...─ Susurré haciendo que dejara de hacer algún movimiento.

Ella se volteó y al verme puso sus manos en la cintura.

─¿Qué pasa?─ Preguntó con crudeza.

─Yo... Quiero hablar con vos, ¿seguís enojada?─ Pregunté al ver su cara. También parecía como si mi presencia le desagradara.

─No. Estoy decepcionada de vos.

Suspiré.─ Lo sé. No actúe bien, pero me arrepiento de haber hecho las cosas así.

─No pareciera,─ Continuó.─ la vez pasada que tratamos de hablar, fuiste más hiriente.

─Perdóname por eso, sé que la cagué, pero por eso estoy acá, para arreglar las cosas.

Ella se me quedó viendo.

─¿Me perdonas?─ Pregunté casi en un susurro.

─Con un perdón nos podés pretender arreglar las cosas con facilidad. Hay gente herida por lo que hiciste y dijiste.

─Pero ellos no son los únicos que están mal.─ Traté de defenderme.─ Llevo banda de tiempo reprimiendo el dolor que tú familia me ha causado, sólo por vos, para no causarte problemas.

─Pero esa no es la forma de hacer las cosas.─ Demandó alzando la voz.─ Heriste a las hijas de Julián como si ellas tuvieran algo que ver en esto.

Agaché mi cabeza. Las lágrimas habían comenzado a salir.─ Perdón.

─Yo te perdono.─ Dijo mi vieja haciendo que la mirara.─ Pero tenés que remediar lo que hiciste, pedile perdón a Juli y sus hijas.

Por inercia negué con mi cabeza. No podía hacer eso.

─Pero─

─¿Ves?─ Me interrumpió mi vieja.─ Si de verdad quisieras arreglar las cosas, lo harías.