°Chapter Eight¬ Brenda°

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Brenda pasó el resto de la noche en el sofá de Aris, dando gracias de que Beth no hubiera preguntado por qué se negaba a dormir en la vieja habitación de Cartie.

Habían considerado que sería mejor que Brenda se escondiera en el piso de Aris hasta el cambio de turno de las 0600, momento en el que habría menos guardias patrullando.

Se pasó toda la noche dando vueltas en el sofá. Cada vez que se movía, la pulsera se le clavaba en la piel, un molesto recordatorio de que, por
mucho peligro que corriera ella, Minho estaba a cientos de kilómetros dedistancia, luchando por sobrevivir en un planeta que llevaba siglos sin
albergar vida. Él siempre había soñado con ver la Tierra, pero no así.

No si el aire podía ser tóxico. No después de presenciar cómo disparaban a su padre.

Mientras yacía mirando el techo, Brenda no podía evitar prestar atención a los sonidos que transportaba la oscuridad. El leve murmullo procedente del cuarto de Ari le encogía el corazón. El silencio era aún peor.

Justo cuando las luces circadianas empezaban a filtrarse por las rendijas
de la puerta principal, la del dormitorio de Aris se abrió, y Beth y él salieron sin hacer ruido. Ellos tampoco habían pegado ojo, saltaba a la vista.

Aris iba vestido con ropa de civil, pero Beth solo llevaba una de las viejas camisetas del chico, cuya orilla apenas le cubría el final de los
delgados muslos. Brenda se sonrojó y desvió la mirada.

—Buenos días.

La formalidad del saludo entristeció a Brenda. La última vez que le había
oído decir esas palabras, estaban juntos en la cama y se las había susurrando al oído.

—Buenos días —respondió por fin, arrancando el recuerdo de su
pensamiento.

—Hay que quitarte esa pulsera.
Aris señaló con un gesto la muñeca de Brenda.

Ella asintió, se levantó del sofá y luego cambió de postura para cargar el peso del cuerpo sobre la otra pierna, incómoda, mientras Beth los miraba a uno y a otra alternativamente. Por fin, se cruzó de brazos y se volvió hacia Aris.

—¿Estás seguro de que esto es una buena idea? ¿Y si te descubren?

Aris puso mala cara.

—Ya hemos hablado de eso —lo dijo con voz queda, pero Brenda distinguió una sombra de frustración en su voz—. Si no la ayudamos, la
matarán. Es lo correcto.

Lo correcto, pensó Brenda. Eso era lo único que ahora significaba para él,
un peso que no quería en su conciencia.

—Mejor ella que tú —replicó Beth con voz temblorosa.

Aris se inclinó y le dio un beso en la coronilla.

—Todo irá bien. La llevaré a Fénix y luego volveré directamente a casa.

Beth suspiró y le tiró a Brenda una camisa y unos pantalones.

—Toma —dijo—. Ya sé que las chicas de Fénix sois más estilosas, pero
así pasarás desapercibida. Nadie te va a tomar por un miembro del personal
de limpieza con ese pelo.

Apretó el brazo de Aris y regresó al dormitorio. Brenda y él se quedaron
solos.

Ella permaneció donde estaba, sosteniendo la ropa con incomodidad, y por un momento se miraron a los ojos. La última vez que se habían visto, a Brenda no le daba ningún corte cambiarse delante de él.

—¿Quieres que...? —se interrumpió y señaló con un gesto la habitación de Cartie.

—Oh —dijo Ariz, ruborizándose una pizca—. No, yo... Vuelvo enseguida.

Nueva Era [Newtmas] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora