°Chapter Twenty-two¬ Minho°

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El grito de Newt alertó hasta el último nervio de su cuerpo. De inmediato,
Minho echó a correr. Le había costado mucho seguirlo por los bosques,
sobre todo porque había tenido que hacerlo a distancia; se habría puesto
furiosa si lo hubiera visto.

—¡Newt! —gritó mientras introducía la cabeza por el hueco del cristal
roto.

Estaba muy oscuro en el interior de la ruina, pero no tenía tiempo de
sacar la linterna. Distinguió a duras penas unos dedos que se aferraban a
una orilla desigual. Agachado, Minho cruzó la abertura y fue a parar a una
plataforma de madera. Se deslizó a rastras hacia delante. Cuando llegó al
borde de la estructura, se cogió a la pared de piedra y aferró la muñeca de Newt.

—¡Te tengo! —dijo.

Había hablado demasiado pronto. Cuando la otra mano del chico
perdió apoyo, Minho tuvo que sostener todo el peso. Empezó a deslizarse hacia el borde.

—¡Newt! —volvió a chillar—. ¡Aguanta!

Gruñendo por el esfuerzo, consiguió sentarse y apoyar un pie contra la
pared. Mientras, los dedos de Newt se deslizaban entre su mano sudorosa.

—¡Minho! —aulló él.

El eco de su voz resonó en el cavernoso espacio, como si hubiera cien chicos en peligro.

Minho apretó los dientes y tiró de él. Jadeando de alivio y cansancio,
vio cómo la otra mano de Newt se asía al borde del palco.

—Ya casi estás. Venga.

Newt apoyó los codos en la plataforma de madera, y él se inclinó para cogerla por los brazos. Tiró de él hasta que vio asomarse el resto de su
cuerpo. Por fin, cayeron amontonados contra la pared de piedra. Llorando, Newtintentaba recuperar el aliento.

—Todo va bien —le dijo Minho, rodeándola con los brazos—. Ya estás a salvo.

Supuso que él se apartaría. En cambio, Newt se recostó contra él.
Minho lo estrechó con más fuerza.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó él con la voz ahogada por el abrazo
—. Pensaba… Tenía la esperanza de que…

—Te he seguido… Estaba preocupado —explicó Minho, que hablaba
contra la cabeza de Newt—. Siempre cuidaré de ti. Pase lo que pase.

Minho había hablado sin pensar, pero en cuanto hubo pronunciado las
palabras se dio cuenta de que era verdad. Aunque algún día besara a otra chico —aunque le gustara alguien más— Newt siempre podría contar con él.

Él no respondió, pero tampoco deshizo el abrazo. Minhl lo retuvo contra sí, temiendo que si hablaba se rompiera el hechizo. Su alivio creció hasta transformarse en alegría. A lo mejor aún podía recuperarlo. Quizás allí, en las ruinas del viejo mundo, pudieran construir algo nuevo.

Nueva Era [Newtmas] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora