°Chapter Twenty-five¬ Thomas°

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El murmullo de la conversación se mezclaba con el chisporroteo de la
hoguera mientras Thomas contemplaba las temblorosas llamas.

Habían pasado unas cuantas horas desde que había hablado con Teresa y de momento su hermana no había aparecido por allí. Esperaba que no
demorara la devolución de los medicamentos. Sabía que no podía obligarla a entregarlos. Si lo hacía, su relación con ella se deterioraría sin remedio.

Debía demostrarle que confiaba en ella, y Teresa tendría que hacer lo
correcto para ser digna de esa misma confianza.

Había dejado de llover, pero la tierra seguía mojada. Las pocas rocas que
rodeaban la hoguera, consideradas zona VIP tras el chaparrón, habían
provocado algunas escaramuzas, pero, en general, todo el mundo parecía dispuesto a soportar la hierba encharcada con tal de poder sentarse junto al calor de las llamas.

Unas cuantas chicas habían optado por una solución alternativa y ahora descansaban sobre el regazo de otros tantos chicos, que parecían encantados con el arreglo.

Echó un vistazo al corro, buscando a Newt. Había mucho más humo
que de costumbre, seguramente por la humedad de la leña, y tardó un poco
en localizar el destello cobrizo de su melena.

Escudriñó la zona y se dio
cuenta, sorprendido, de que Minho estaba sentado a su lado. No se tocaban, ni siquiera hablaban, pero algo había cambiado entre los dos.

La crispación que él mostraba cada vez que el hijo del canciller se le acercaba había desaparecido, mientras que Minho, en vez de lanzar miradas furtivas a Newt con cara de pena cuando creía que no lo veía, contemplaba el fuego tan tranquilo, con expresión satisfecha.

Un ramalazo de resentimiento cruzó el vientre de Thomas. Debería
haberse imaginado que solo era cuestión de tiempo el que Newt se
abalanzara de nuevo a los brazos de Minho. No debería haberlo besado aquel día en el bosque.

Solo una chica le había importado antes que él, y en aquella ocasión también había salido malparado.
Las nubes impedían el paso a la luz de las estrellas, pero Thomas echó
la cabeza hacia atrás de todos modos, preguntándose si observarían alguna
señal de advertencia antes de que aterrizara la siguiente nave.

¿La verían surcar el cielo rumbo a la Tierra? ¿Atisbarían un resplandor en el cielo?.

En ese momento, sus ojos se posaron en una silueta que emergía de la
oscuridad hacia la hoguera: la vaga figura de una chica minúscula que
caminaba con la cabeza alta. Thomas se puso en pie cuando Teresa
penetró en el halo de luz que proyectaban las inquietas llamas. Una
corriente de susurros se extendió por el corro.

—Oh, por el amor de Dios —gimió Gally—. ¿Quién diablos se suponía que la vigilaba esta noche?.

Minho echó una ojeada a Newt y luego se levantó para encararse con
Gally.

—No pasa nada —dijo—. Puede sentarse con nosotros.

Teresa se detuvo, pasando la vista de Minho a Gally, que se fulminaban el uno al otro con la mirada. Pero antes de que ninguno de los dos dijera nada, inspiró a fondo y dio un paso adelante.

—Tengo algo que decir —anunció.

Estaba temblando, aunque hablaba
con decisión. Los susurros nerviosos y los murmullos de confusión se fueron
apagando a medida que casi un centenar de cabezas se volvía a mirar a Teresa.

A la parpadeante luz del fuego, Bellamy advirtió que su hermana
estaba asustada, y sintió el impulso de acercarse a ella para tomarle la
mano. Sin embargo, forzó a sus pies a quedarse donde estaban.

Nueva Era [Newtmas] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora