Nadie está preparado para el inicio del apocalipsis zombie. Sana y Jihyo están dispuestas a permanecer juntas, sin embargo, a veces las decisiones que pensaron para bien resultan ser lo contrario.
Mientras, Mina y Nayeon deciden ir por su propio ca...
Eran las seis y veinte de la mañana cuando el llanto de la bebé Dahyun despertó a Mina. Esta se levantó y tomó en brazos a la pequeña, vió a Nayeon que ni por el fuerte llanto despertaba.
Mina salió de la habitación dirección a la cocina. En esos momentos se preguntó cómo podían hacer las madres los deberes y estar pendiente a sus hijos al mismo tiempo, era algo que ella quería experimentar pero no en ese momento, aunque por la circunstancia, el hecho se adelantó.
Agradeció cuando vió a Sana acercarse con su cabello rubio despeinado y su rostro aún adormecido.
—Buenos días, Mitang, Dahyun —dijo sentándose en un silla de la isla.
—Buenos días, Sana ¿cómo está Jihyo? —preguntó amablemente.
—Mejor, ha quedado dormida. —respondió. —Ven, te ayudo.
Sana estiró sus manos tomando a la bebé Dahyun en brazos, e inmediatamente comenzó a llorar.
—¿Qué pasa? —dijo Sana viendo que la pequeña no estaba tranquila. —¿Por qué llora tanto?
—Tiene hambre. —Mina agarró el biberón y vertió la leche dentro. —Toma.
—Ah, Mina yo no sé hacer esto. —dijo con expresión de inquietud.
—Si sabes, ven —La de flequillo la hizo sentar en el sillón y le indicó cómo colocar y agarrar a la bebé. Luego le instruyó como debe darle del biberón.
Sana sostenía el cuerpo de la pequeña con su brazo izquierdo y con su mano derecha sostenía el biberón. Dahyun absorbía la leche mirando fijamente a Sana.
—Esto es raro, pero también lindo —dijo Sana viendo los orbes de la pequeña.
Mina sonrió. —Es como si fuésemos madres temporales.
La rubia pensó unos segundos antes de responder. Ella no había pensado en ser madre, y aquella idea no estaba descartada, solo no era el momento.
—Supongo que sí. Oh, ya lo ha terminado. —dijo, sorprendida de la velocidad en que Dahyun terminó la leche.
—Ahora debes sacarle los gases —Mina le dijo el siguiente paso, pero Sana estaba perdida. —Recuestala en tu hombro y dale suaves palmaditas en la espalda.
Sana hizo lo dicho con cuidado y temor. Mirando a Mina sonreír.
—¿Cómo sabes tanto?
—No recuerdas, trabajé como niñera unos meses, todo para costear la entrada de un concierto. —respondió Mina.
—Cierto, pero eso fue cuando estábamos en el colegio, hace mucho. —recordó Sana.
Mina asintió.
Pasaron unos minutos pero Sana lo sintió como una hora. Cuando se dió cuenta la bebe estaba dormida. Mina la tomó y la llevó a su habitación, lugar donde Nayeon aún dormía. Nuevamente, la acostó y le puso almohadas al rededor.
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