Si me vieras... ( libro #1 )

6. Primer día - parte 1

"I am beautiful no matter what they say
Words can't bring me down
I am beautiful in every single way
Yes, words can't bring me down, oh no
So don't you bring me down today..."

Una canción de Christina Aguilera

Acabamos de cruzarnos con Miguel y su amigo Jorge, otro imbécil integral. Son inseparables, al igual que Laura y yo, así que, mi amiga alguna vez ha soñado con que yo estuviera con Jorge y ella con Miguel. "Un cuarteto feliz", como dice ella, y se me ponen los pelos de punta sólo de pensarlo.

Los dos son arrogantes y pertenecen al grupo de los chulos dentro de la cutrería de nuestro instituto. Viven en el mismo barrio que nosotras y provienen de las familias cuyos miembros nunca fueron más allá de la ESO. La diferencia entre ellos y los demás radica en que sus padres han sabido crear negocios que les han permitido vivir de otra manera: comprar ropa guay, comer carne a diario o ir en los coches que poca gente por aquí podría tener. Y no eran coches caros, nada del otro mundo, pero tampoco eran esas latas, viejas y despojadas, que tenía la mayoría de nuestro entorno, si es que los tenían.

Miguel y Jorge siempre han sabido que son especiales y no tardaron en mostrarlo al mundo con sus miradas arrogantes, sus comentarios humillantes y sus gestos de desprecio. Al nivelarse con nosotras, nos atraviesan con sus ojos fríos como normalmente lo hacen. Se les da fenomenal hacer que lo demás se sientan invisibles. Pero a Laura, como siempre, le parece otra cosa.

-¿Has visto cómo me miró? -dice emocionada. Está medio corriendo mientras intenta seguir mi paso demasiado acelerado; yo necesito alejarme de esos idiotas lo más pronto posible... Mi amiga intenta ver mi expresión para asegurarse de que yo también he notado cómo le miró su crush. -Es por mi look, ¿qué te parece? ¿Te gusta? Que no me has dicho nada -añade con reproche, haciendo pucheros como una niña pequeña.

Estoy valorando muy en serio la opción de decirle la verdad: "No te ha mirado de ninguna manera, solo te ha vuelto a mostrar lo insignificante que eres para él." Pero me contengo como suelo hacer.

Hoy Laura lleva unos leggings muy ajustados de color rosa fucsia brillante (este color me da dolor de cabeza, la verdad), y un top corto que más bien se asemeja a un corpiño, que le aprieta demasiado en los costados y, junto con la cinturilla de los leggings, divide el torso de mi amiga en tres michelines casi iguales.

Laura no tiene mucho pecho y suele decir que no quiere adelgazar, porque con los kilos se le derretirían lo que ella llama "mis bollitos redonditos". Ella tiene una extraña manera de combinar su complejo de sobrepeso, que creo que padece desde que estaba en pañales, con una indiferencia absoluta hacia lo poco favorecedor que le queda alguna ropa. Es como si constantemente estuviera desafiando a sí misma y a todos los que la rodean con su aspecto. Me asombra y al mismo tiempo admiro esa cualidad suya y sé que no soy capaz de algo así.

Yo estoy llena de complejos, pero nunca me enfrento a ellos. Los llevo a cuestas como una carga insoportable. Me avergüenzo de mi pecho: es demasiado grande, como el de mi madre, y se desarrolló demasiado pronto. Me avergüenzo de mis labios: demasiado carnosos, sobre todo el de abajo -lo heredé de mi padre, lo cual descubrí por sus fotos años después de que él se fuera. Antes de eso, ni mi aspecto ni el de nadie me interesaba en absoluto. Mi pelo también me suele dar vergüenza: demasiado fino y rebelde, sobre todo cuando llueve, y se esparce por todas partes como si fuera un mar en tormenta, y no hay manera de calmarlo en una coleta. Siempre he soñado con tener un pelo grueso y liso, como el de Laura.

Y esto es solo hablando de la apariencia. Hay toda una maleta llena de otros complejos internos. Por ejemplo, tengo un miedo atroz a hablar delante de más de una persona a la vez, así que nunca levanto la mano en clase, y cuando me preguntan, a veces tartamudeo hasta quedarme completamente callada.