14. Cenicienta - parte 2

86 6 0
                                    


"A ciegas
Cruzando entre el miedo y la pena
Sola de fé
Golpeas la pared, arañas el mantel
Temblando como un barco de papel..."

"Respira" de Luis Fonsi


Me quedo sin palabras. Este chico, que tan solo hace unos meses, debía de estar más que seguro de sí mismo, y sin duda, había roto más de un corazón en su instituto, ahora me está diciendo que me debe dinero por tan solo estar charlando con él durante unos minutos... Recupero mi capacidad de hablar:

—He venido a pedirte perdón, te lo recuerdo. Antes de hablar contigo estuve convencida de que me despediste sin siquiera haberme contratado —sonrío y espero que eso se note en mi voz...—, y ¿me estás diciendo que me debes dinero por este rato? Por favor, dime que solo te he escuchado mal, ¿vale?

Sonríe aunque algo tenso. Se agacha la cabeza y después vuelve, de nuevo, a dirigir su mirada allí donde estoy yo —se me olvida que no puede ver y me siento incómoda...

—Eres muy diferente de Tamara, Leia. No entiendo como podéis ser amigas.

—No lo somos, en realidad —trato de darle al menos una insignificante parte de la verdad permitida de ser contada. Frunce el ceño, no me entiende.

—Vamos a baile juntas. A veces hablamos. Creo que me fichó para presentarte a ti y por eso empezó a hablarme más, ser más amable conmigo. Creo que ella tampoco te había visto demasiado feliz con las personas que tu padre encontraba para ti —añado con la esperanza de haberlo acertado...

Se queda pensativo.

—Sí, quizás... Tiene sentido —responde después de una pequeña pausa—. Bueno, pues si quieres saber algo más sobre mí, para no meterte en un lío todavía más grande del que piensas que te estás metiendo, adelante, pregúntame lo que quieras.

—No sé —respondo —no estaba preparada para este tipo de propuesta—. No sé qué preguntarte —articulo confusa.

—Vale, pero yo sí quiero preguntarte algo —dice con una sonrisa desenfadada.

—Bueno, vale —reacciono con otra.

—¿De verdad te dormiste ayer en nuestro salón? —pregunta arqueando una ceja.

—Siii —musito desganada—. De verdad me dormí. ¿Podemos olvidarlo ya? —añado con una risa.

Pero lo ignora y sigue:

—Dijiste: "Pero si soy yo." ¿Soñabas?

Siento una molestia en la garganta y mi voz me sale algo ronca de pronto:

—Sí, soñaba —de pronto, las ganas de sonreír se me quedan atrás...

—¿Con quién? —sigue Joel con una sonrisa curiosa, ignorando el cambio en mi expresión.

—Ya son demasiadas preguntas, ¿no crees? —pronuncio algo tensa, aunque todavía intentando disimularlo.

—Pues tengo que conocer a alguien a quien voy a dejar entrar en mi vida —sigue pícaro.

Yo, a cambio, ahora me siento nerviosa. Me doy cuenta de que, en realidad, tiene razón: lo que está a punto de hacer es dejarme entrar en su vida. Y eso significa confianza y aceptación para él, y una extraña mezcla de responsabilidad y mentira para mí...

—Soñé con mi padre —digo demasiado rápido deseando cambiar el foco de nuestra conversación pero al mismo tiempo ser sincera, al menos en parte, así que no le dejo continuar a pesar de haber notado que está a punto de decir algo más: —Ahora tengo una pregunta para ti —disparo forzando una mueca que suponía ser sonrisa—. Te la has ganado. Y también es sobre ayer. Tenías dos DVDs en tus manos cuando me desperté en el sofá de tu salón...

Si me vieras... ( libro #1 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora