Parte 6

70 8 7
                                        

Abrió sus ojos de golpe viendo al techo, el corazón le latía con fuerza y apenas podía mantener la respiración, por lo que dio una gran bocanada de aire.

-Tienes el sueño muy pesado.

Gavin dio un sobresalto viendo hacia un lado a Ryan quien sonrió. Estaba sentado en una banca junto a la cama, tenía una taza en sus manos y bebió de ella.

-¿Qué hacer aquí? -Preguntó el mayor al sentarse en la cama pasando ambas manos por su rostro.

-¿Sabes qué hablas dormido?

El mayor respondió con un "mmh" sin llegar a molestarle que bromeara con ello.

-¿Qué hora es?

-Es temprano, apenas las siete y Carlota me dijo que no sueles despertar antes de las diez, desperdicias mucho tiempo en la cama.

Gavin bostezó, se recostó nuevamente y estiró sintiendo sus músculos tensos.

-¿Quieres ir a cazar? Mamá quiere jabalí y dice que sólo tú cazas buenos animales.

El muchacho cerró los ojos sintiendo que el sueño lo rodeaba y envolvía, pero abrió los ojos al sentir la mano de Ryan en su mejilla.

-Estás... Helado... -Balbuceó volteando su cabeza para ver al joven quien sonrió- Quiero dormir un poco más...

-Vamos, quiero aprovechar mis días libres...

-Que fastidioso eres -Gruñó y se volvió a sentar en la cama- Busca un abrigo en mi armario, si vas sólo con eso te enfermarás

Ryan era un chico educado que vestía buena ropa, mientras que Gavin sólo tenía ropa de trabajo y sabía lo que debía usar para cada cosa que hacía y cazar jabalís era una labor difícil y debía cabalgar algunas horas atravesar lugares fríos y húmedos para encontrar buenos ejemplares y aunque regañara al menor, este lo seguiría.

Aunque los caballos de los Collins eran animales ágiles, los percherones eran fuertes, valientes y si algún jabalí se acercaba, podían matarlo de una patada, por lo que Gavin no se arriesgaría a llevar un caballo fino a una caza así y tampoco arriesgaría a Ryan, por lo que ambos montaron a Caramelo, el caballo de Gavin, seguidos por el perro borzoi de Elijah.

-Gavin, me duelen las piernas -Se quejó Ryan por tercera vez, haciendo que Gavin por fin detuviera al caballo.

El mayor bajó primero estirándose para recibir al menor, como si aún fuera un niño de trece años, pero este se dejó ayudar. Se acomodó el pantalón y movió las piernas imitando un trote mientras Gavin sólo volteaba y guiaba a su caballo.

-¿Cómo puedes montar ese animal? Es más ancho que el sofá de mi casa -Se quejó avanzando y viendo cómo el perro se cruzaba olisqueando el lugar.

-Sólo costumbre.

Ryan se detuvo y volvió a acomodar su pantalón ya que sentía la ropa interior metida en el trasero.

-¿Falta mucho?

Gavin no respondió, acomodó el arma sobre su hombro y volteó para verlo con obviedad.

-Nunca me dejas venir a cazar contigo, no sé donde cazas.

-Llegaremos a lo alto, aquí hace frío, pero en lo alto hace calor, hay castañas y jabalíes grandes y gordos que se alimentan de ellas, es carne tierna y sin grasa.

Ryan sonrió, apresuró el paso para caminar junto a su amigo quien mantenía su misma expresión severa de siempre.

En el camino hicieron paradas para que Ryan se hidratara, comiera y hasta orinara, y cuando se cansó de caminar ambos subieron al caballo para avanzar más rápido. Caramelo no era un caballo rápido, pero sí muy resistente, logrando correr grandes distancias sin parar.

Una vida a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora