Ella se fue. Nos fuimos. Sé que es la mejor decisión, pero no por eso duele menos.
Hasta ahora supe gestionar bien mi dolor. He sabido mantenerme serena y enfocada en lo que importa, poder sanar y arreglar mis problemas para que mis partes rotas dejen de dañar cosas que en su esencia son hermosas. No sé que será de mi mañana o más tarde, no sé si el dolor será tal que rogaré estar muerta para no sentir la ausencia. Porque esa es una de las cosas que me duele, el lugar vacío.
Todo esto me ha estado recordando al día de mi cumpleaños. Planeé una reunión con mis más cercanos, algo simple. La mitad de las personas no respondió mis mensajes, la otra mitad me afirmó venir, pero por esos azares de la vida llovió tan fuerte que las calles se inundaron. Me recuerdo a mí comprando mi decoración y colgando mis guirnaldas y no se sintió agradable, aunque no quise pensar en eso para ese entonces. Ahora que lo recuerdo, duele. Esa imagen en mi cabeza se siente como un trago amargo de Siempre vas a estar sola, y se me ha hecho difícil luchar contra ese sentimiento.
Hoy no hay ideas de muerte, ni pastillas escondidas, ni crisis en las que golpeo la pared. Al menos no aun. Pero si hay un recuerdo que hace que se me haga un vacío en el pecho y me vuelva a sentir sola.
Y recuerdo eso que me dijo una amiga tan querida con quien compartí mi internación. Que a todos les pasa las mismas cosas, pero que nosotras las sentimos más. Y solo pienso que no quiero sentir más, que no quiero sentir en lo absoluto.
Hoy estoy tranquila, al menos por ahora, pero siempre enfrentada al temor de ya no poder estarlo.
KAMU SEDANG MEMBACA
Hasta mi último día
AcakEsta vez no me inventaré una historia, está vez escribiré mi historia. Los temas sobre salud mental no deben ser tabú