Habíamos llegado a Plaza Cerro. Había dormido en la mayoría del viaje porque viajamos casi toda la noche y poco más. Había tomado pastillas para dormir y solo desperté porque Nathan había comenzado a moverme. A penas me di cuenta que llegué a la ciudad y ya había comenzado a sentir mucha ansiedad por todo lo que podía pasar. Estaba sentada en una de las bancas de afuera de la terminal, estaba intentando pensar y calmarme un poco antes de poder ver a los demás. Antes de olvidarlo, saqué mi celular y le mandé un mensaje a Dylan, tardó muy poco en responder, la respuesta fue un poquito rara pero quizás estaba eligiendo cosas para enojarme con él.
—¿Estás bien? —preguntó Nathan, nos habíamos sentado juntos así que él era con quién más tiempo pasé en el viaje. Él vino y se sentó a mi lado, dejando su bastón sobre su regazo cuando lo hizo.
—Sipi —dije con una sonrisa, guardando mi celular— ¿Vos? ¿Cómo dormiste?
—Más o menos —admitió acomodando su camisa, no sé porqué vino así vestido. Reí un poquito al verlo tan preocupado por su apariencia— ¿Qué?
—Nada ¿Intentás impresionar a alguien? —pregunté con una sonrisa, notando como él se avergonzó— Oh, estaba jodiendo
—No intento impresionar a nadie —murmuró acomodando un poco su pelo.
—Claro que no —dije, intentando no burlarme de él— solo decidiste venir al medio de la nada y vestirte bonito cuando estás con un montón de chicas
—Psss ustedes no cuentan —dijo poniéndose nervioso— vos y Eos tienen novias, y Flor es Aroace
—¿Y Sol? —pregunté, a lo que él actuó raro. Tardó un poco en responder.
—Las cosas son complicadas con ella
—Que bueno —dije, él me vió unos segundos y asintió.
Flor se acercó a nosotros.
—Eu vengan —dijo viéndonos— Eos ya tiene nuestras cosas
—Ahora a los taxis nomás —dije con una sonrisa.
Fuimos con las chicas y como Eos y Sol eran más fuertes que el resto, ellas se encargaron de juntar y separar nuestras cosas. Nathan y Eos se estaban tomando muy mal el estar en la Patagonia, ya que resulta que acá al haber tan poca magia la presión cambiaba. O sea a Nathan le afectaba porque era un mago y tenía magia en su sangre, mientras que a Eos le afectaba porque sentía y notaba mucho el cambio de magia atmosférica. Salimos a la parte delantera de la terminal, donde pasaban los taxis y así, estaba un poco distraída hablando con Eos así que no estaba viendo mucho al frente.
—¿Liz? —escuché la voz de Dylan muy cerca, pero cuando voltee creí ver a papá.
—¡Ah! —chillé de miedo, mi primer reacción fue golpearlo— Perdón —dije arrepentida por lo que hice, él me vió confundido y recordé lo que hizo— perdón nada —dije para pegarle otra vez.
Odiaba el pelo que tenía Dylan ahora, eso me sirvió de escusa para pegarle más, escuché una risa mientras le pegaba pero estaba muy enojada. Comencé a decirle cosas, como que como se atrevía a hacer lo que hizo, que pensé que se murió y más cosas. Pude escuchar como, junto con la risa, Nathan y Sol estaban hablando entre ellos pero estaban confundidos, seguramente por Dylan.
—Bueno ya, se pasaron —dijo alguien luego de reír, entonces sentí como me separaban de Dylan.
—¿Qué tocás? —dije molesta, cuando vi esa persona noté que era una mezcla exacta de Dylan y yo— ¿Qu-?
—Liz —dijo Dylan para agarrar mis hombros, pero yo no podía parar de ver a esa otra persona— Liz, Liz, Liz tengo que decirte algo muy importante
—Ay Joaquín, dejála respirar —dijo esa persona.
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Mercury
FantasyDylan vuelve a Plaza Cerro, su ciudad natal, pero al hacerlo se encuentra con una criatura cambia formas que se ve exactamente como él. Por otro lado en Buenos Aires Liz intenta ayudar lo más que puede con la cura para la maldición que poseen. Él no...