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Realizando la misma rutina, la cual comenzaba a aburrirlo, aunque no dejaba que esto se convirtiera en un problema, pensaba ahora sobre su futuro, que debía de hacer, que trabajo debía de realizar o que actividad recreativa debía de considerar para ponerle fin a su aburrimiento.

Pues no era un talentoso para realizar dibujos, además no le gustaba esforzarse en algo que terminaría en estresarlo más por perfeccionar sus trazos; escribir, dejó de hacerlo hace tiempo, y temía ahora hacerlo, pues plasmar ilusiones en un cuaderno puede ser nuevamente peligroso. Tocar algún instrumento, sonrió ante ese pensamiento, conocía uno que otro, incluso tomó clases de piano en su niñez, pero ahora, a quién le dedicaría esas melodías, aunque claro, no sería tan bueno como antes pues ante la falta de práctica tocaría notas equivocadas.

Dejaría de lado esas actividades, quizás primero debía de realizar una actividad física.

Y esa idea, la puso en práctica la mañana siguiente, saliendo más temprano que su tío, al cuál le dejó una nota que lo sorprendió, pues no esperaba que comenzará a realizar actividades por su cuenta, pensaba que debía seguir con él y apoyándolo todo el tiempo, o cuidándolo desde las sombras, pues, aunque no lo mostraba se aseguraba a que no se autolesionara, pues esa era una preocupación que aun permanecía en él.

Mirando el reloj, se dio cuenta de que debía de retirarse, su trabajo lo esperaba, quizás de regreso debía de comprar algún postre en especial por ver las iniciativas de su sobrino por seguir viviendo y superando aquellos escenarios del pasado.

Al paso de un par de horas regresó, algo empapado por el sudor y cansado, pues no esperaba que su condición física fuera lo peor, llegó sirviéndose un vaso con agua, mientras recordaba a personas de mayor de edad que lo motivaban a seguir o que le decían que les estorbaba en el camino, no evitó escupir el agua, pues la risa por ese suceso le ganó. Por lo visto tenía un nuevo motivo, ganarles a esas personas que se burlaban de su terrible primer día.

En la tarde, la sorpresa de su tío lo alegró y tras anécdotas de ambos disfrutaron su postre.

—Entonces seguirás corriendo por el parque— degustó su bebida, mientras lo miraba atentamente.

—Ellos iniciaron— llevó a cabo un bocado un trozo de su pastel —Además no voy a convertirme en su burla.

—Son adultos mayores

—No voy a cambiar de opinión— frunció el ceño, no iba a cambiar de opinión solo porque eran ancianos y ante su gesto su tío rió.

Los días pasaron y estos se convirtieron en meses, pues ahora era él que se burlaba de los lentos, más que nada a los que se burlaron de él cuando comenzó acudir ahí. Al terminar su entrenamiento, decidió explorar las calles, cambiar algo en su rutina, distraer su mente de algunos recuerdos que comenzaban a invadirlo.

Vagó por las calles, curioseando y observando todo a su alrededor, quizás debía encontrar un trabajo, algo que hacerlo sentir útil de nuevo, y al parecer sus pensamientos fueron escuchados a través de un folleto, aunque no tenía idea de modelar, pero supuso que sería sencillo.

Acudió al lugar indicado, pero ahora comenzaba a dudar de sí mismo, quizás no fue una buena idea salir de la rutina y de trabajos que solía realizar, pues cual sería la diferencia de eso y lo otro, su mente trataba de convencerlo de no entrar y lo estaba logrando hasta que a lo lejos reconoció una cabellera que creía haber olvidado, acompañado de otra persona de quien no quiso averiguar su apariencia, sintió por un momento que el aire le faltaba y que respirar se hacía cada vez más difícil.

—¿Estas bien?— escuchó una voz desconocida, lo malo es que no podía hablar y confirmar su estado —¡Creo que necesitamos ayuda aquí!

Se lamentaba su patético esfuerzo de seguir adelante, ese ataque de ansiedad que estaba teniendo le frustraba, no quería volver al inicio.

Al llegar a casa, su estado se veía decaído, algo que desconcertó a su tío, quien preocupado se acercó a él, pero ante de preguntarle, se adelantó.

—Tengo un nuevo trabajo— trató de no verlo —Pero no sé como me irá jamás he modelado ropa para una revista— ante eso su tío se rió aliviado, parecía que esa era toda la preocupación de su querido sobrino, más no pudo reconocer la verdadera preocupación que escondía.

Al pasar los días, su desempeño en aquella agencia, parecía notarse, pues se esforzaba, aunque, en cierto modo, estaba acostumbrado con ciertas acciones que sucedían dentro de la industria, sólo no esperaba ver a una cara conocida.

—¿Qué haces aquí?— sus ojos temblaron ante la mujer que apareció en el pasillo que daba al set de fotografía.

—Trabajo aquí— dijo firmemente, tratando de ocultar su nerviosismo al verla sonreír.

—Renuncia, será mejor para ambos— trató de encontrar alguna intención oculta, pero, al observar su mano, el anillo adornando su dedo, entendió a lo que se refería y para confirmar sus pensamientos alguien se acercó a ella besando sus labios.

—Pareces que conociste al nuevo modelo— pero al parecer el amor por ella se desvaneció, pues apretó su mano logrando que un gemido de dolor surgiera —Recuerda que estas casada, no quiero deslices como con el anterior— su mirada cambió, ahora lo miraba a él —Espero que haya quedado claro para ti también— sin más se fue con la mujer, mientras él se dirigió a su trabajo, parecía que debía primero cumplir con su contrato firmado y después renunciar, su pasado regresaba a molestarlo nuevamente.

Después de años, al fin había visitado la tumba de sus padres, observó lo bien cuidada que estaba, su tío le explicó todo, pues se debía a él, algo que agradeció sinceramente.

—Así que renunciarás— le habló sin apartar la mirada de la tumba donde reposaban los restos de sus seres queridos.

—No es lo mío— no quería dar detalles.

—Parece que deberías sincerarte con ellos, los dejaré solos— comprendía que había cosas que su sobrino no podía decirle, así que esperaba que hablar con quienes había perdido hace tiempo, pudiera ayudarlo.

Estando solo, comenzó a narrarles lo que vivió sin ellos, de alguna forma comenzaba a sentirse mejor, pero al mismo tiempo la peor persona por sus decisiones que lo lastimaron, deseaba escuchar sus voces y ser abrazado por ellos, pero comprendía que eso no podía ser.

Sintiendo aún un nudo en su garganta, y la tristeza por no tener a quienes amaba, pudo decir unas palabras, pues necesitaba encontrar su propia paz y felicidad y dejar de sentirse atado al pasado.

—Mafumafu, donde quiera que estes se feliz— comenzaba a comprender que no era el único en sufrir en la vida y que otros, sufrían de otra manera, quizás aquel albino también estaba sufriendo de algún modo.

Solo Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora