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No había momento en que no pensará en ese día, en él y en sus recuerdos que vivió a su lado, y por andar en las nubes y sin acudir más, perdió su empleo en el hotel, no encontraba sentido a su vida, prefirió encerrarse en el departamento que compartió junto al albino, no necesitaba más que esas paredes, tirado en el suelo, miraba como, a pesar de estar ahí por varias semanas; sus cosas seguían votadas y regadas sin importarle lo demás, como aquel refrigerador vacío, sabía que si seguía así su vida se extinguiría, cerró los ojos recordando que ocurrió después de dejar el autobús.

A pesar de no tener suficiente dinero, pudo volver a solicitar su antiguo departamento, que por falta de inquilinos qué, gracias a cierto señor que le molestaba el ruido, éstos se habían ido, agradeció a todos los dioses por tener un lugar donde vivir por el momento, pero esa breve alegría se esfumó al ver aquel que le hacía molestar.

No dudó en lo que hizo, golpear a aquel vecino, después de que su bienvenida fuera con preguntas dirigidas a una persona, su burla y desprecio a ese chico que aún amaba eran notorias, por lo que descargó algo de su ira hacia él, lo que logró enfurecerlo, pues cada palabra que él le decía era mentira, falsedades sin sentido, envidia porqué aquel chico era un ser perfecto, aunque muy en el fondo se negaba ante sus propias palabras.

Trató de recordar cuantos días estuvo en prisión por agresión y por consecuencia, ser fichado como una persona agresiva, en su salida de la comisaría,  esperaba verlo ahí preocupado, regañándolo y abrazándolo, pero eso no ocurrió, no fue igual a sus escritos en aquel cuaderno, del cual ya no tocaba tras descubrir que fue leído por su amado inquilino.

A pasos lentos regresó a su viejo hogar, observó la hora y dándose cuenta que debía de trabajar, salió, aunque todo ese día tuvo regaños, quejas, reportes, las cuales lograron que, a lo largo de la semana, tras algunos días sin acudir, fuera despedido sin consideración, algo que poco le importó.
En algún punto de sus recuerdos una pegunta surgió.

¿Por qué nos conocimos?

Acaso existía una lección, una enseñanza, cual era la razón de haber y seguir sufriendo por su amor, pues si, aún seguía amándolo a pesar de todo, pues él fue alguien importante en su vida, su primer amigo, su primera vez, su primer amor, no quería seguir sintiendo esos sentimientos, pero le eran imposibles.

Estaba cansado de sentirse así, pero no sabía que hacer para salir de esa situación, porque pensaba que, si dejaba de sentir ese dolor su amor también desaparecería. Se acercó a la cocina hurgando que comer, pero poco le importó, prefirió deshacerse de las sobras que, parecían ser más comida en buen estado. Caminó a su cuarto, buscando su amado cuaderno, el cual lanzó sin cuidado una vez que llegó, pero al verlo, sintió unas ganas de desaparecerlo, fueron sus propias ilusiones plasmadas ahí que lo destruyeron.

Él realmente era el culpable de su desgracia.

No pudo botarlo a la basura, pues los recuerdos felices que alguna vez tuvo a su lado, estaban plasmados en esas hojas, lo abrazó, se aferró a él, y con el cansancio que lidiaba, se recostó en el frío y duro suelo de la habitación, en posición fetal y buscando consuelo en sus escritos.

En algún punto de su relación deseaba escuchar de sus labios, que él era la persona más importante de su mundo, eso le hubiera hecho feliz y seguiría cumpliendo cada petición suya, pero comenzaba a comprender que eso no volvería a pasar, no lo quería más a su lado; pero que podía hacer, si ese amor se convirtió en su salvación para no morir, pero era demasiado tarde.

Cerró los ojos, no le importaba lo demás, solo deseaba permanecer en el piso como un juguete que fue olvidado, como un pañuelo usado y sin importancia. Y ahí permaneció, no supo cuánto tiempo transcurrió pues el hambre y la sed jamás volvieron aparecer desde que dejó caerse en esa oscuridad, deseaba en lo profundo de su ser, dormir, y despertar de la pesadilla que estaba viviendo, pues en los pocos sueños que había tenido, era feliz, con aquel albino, no fue hasta que un sonido proveniente de afuera del departamento, llamó su atención y lo hizo despertar de su ensoñación.

Un toquido insistente a la puerta, causó en él una alegría inimaginable, pues pensaba que cierta persona podría estar detrás de la puerta, ,pero cuando quiso mover su cuerpo este no le respondió, lo que causó que su momento de felicidad se esfumara,  trató de mover su brazo, al escuchar los llamados a su puerta tornarse más fuertes, pero no lo hizo moverse, al contrario, sentía no poder lograrlo, trató de hablar o inclusive gritar, pero era en vano, su voz se esfumó, fue ahí que la desesperación y el terror recorrió cada fibra de su ser.

El llamado a su puerta y el timbre continuaban, la desesperación aumentó y nadie estaba para auxiliarlo, pues parecía que todo estaba en su contra, escuchaba a lo lejos voces ajenas, reconoció una de su vecino que siempre se quejaba del ruido y que lo estaba haciendo con el recién llegado, escuchó unos golpes después de unos momentos, hasta que, por fin, todo cesó dejando ver a alguien que olvidó hace años.

—Luz, pequeño— sintió como trataba de acercarse a él, fue inevitable no derramar lágrimas, pues al fin lo volvía a ver —Tu tío ya esta aquí— por fin lo encontraba tras años de búsqueda, lo abrazó como pudo, no evitó llorar, pues no entendía como llegó a ese punto su único sobrino, su única familia que le quedaba —Todo va estar bien— trató de no abrazarlo muy fuerte pues temía que podía hacerle daño, pues no era medico ni un especialista pero al ver su delgadez, sus ojeras, así como su actual estado emocional qué reflejaba, sabía que requería ayuda profesional, no perdió tiempo y gritó a las personas curiosas que llamaran a una ambulancia.

Luz por su parte deseaba que eso fuera verdad, que todo estaría bien a partir de ese reencuentro.

Solo Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora