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El tiempo pasó, y cumpliendo con su palabra dejó aquel trabajo de modelo, fue agradable de cierto modo posar y dejarse tomar unas fotos usando prendas caras y exclusivas, no podía quejarse de la paga ya que era demasiado buena, pero, tras ciertos acontecimientos vividos en el lugar que le hicieron revivir sus momentos más oscuros acompañado de mujeres deseosas de sentirse amadas, no quería sentirse usado de esa manera y menos para escalar en ese mundo artístico.

Nuevamente caminaba por las calles, acompañado con la música que se reproducía en sus audífonos. Miraba despreocupado el gentío por las celebraciones, pues un nuevo año comenzaba a llegar, y él era el encargado de las compras para dicho festejo. Aun no tenía planteado que platillo realizar para esa noche, sólo esperaba que su tío no llegara tarde, aunque dudaba sobre esto, los trabajos en esa fecha retenían a sus empleados más tiempo del necesario; lo entendía perfectamente.

Dejó escapar un suspiro, observó como su aliento se mostraba ante el clima tan frío y poco a poco se perdía. Su mente le hizo viajar hacia un momento específico, escuchando las risas de los demás, acompañados de gente especial sonriendo entre ellos, le hizo sentir solo y deseoso de verlo, pero debía oprimir esos pensamientos por su bien.

Una vez terminado todo lo pendiente, se dedicó a cocinar, mientras esperaba a su tío, quién llegó temprano, entre una charla amena, recibieron el año nuevo junto a un brindis, esperando tener un mejor futuro.

Feliz Año Nuevo Mafumafu

En los meses del nuevo año, no fue un buen comienzo, pues debido a un recorte de personal, su tío se quedó desempleado, y el dinero de su antiguo trabajo de modelo comenzaba a agotarse, buscando un trabajo al igual que su pariente, entraba en local en local, pero todos le ofrecían la misma frase.

—Le avisaremos por teléfono si...— dejó de prestar atención a las últimas palabras, pues eran lo mismo que las anteriores, prefirió sonreír y agradecer.

Con el despido de su tío, tuvo que dejar de tomar sus sesiones y el medicamento recetado, pues no deseaba que se convirtieran en una carga y prefirió fingir que todo estaba bien en su última visita con el psicólogo.

Y ahora, parecía que su actuación comenzaba a desmoronarse, pues la desesperación lo invadía, deseaba realizar cualquier trabajo incluso volver a perder su dignidad como persona, pues parecía que era lo único que podía hacer.

—No encontraste trabajo— le comentó al ingresar a su casa, a lo que él asintió. —Pienso que deberías volver a la escuela, quizás con mejores estudios.

—¡No!, a veces una buena educación no te dará un mejor futuro— inhaló algo de aire antes de comentarle su decisión, pues esta vez no quería a otra persona decepcionada de su vida.

—Conseguí un empleo, si es lo que te preocupa— sus palabras quedaron en su mente, pues no esperaba esa buena noticia —Lo malo, es que son más horas y una paga menor, pero eso es mejor que nada— lo miró sabía que se estaba esforzando además de que sentía que había algo más pero no quería parecer curioso y lo dejó pasar.

Con los días, lo confirmó, su querido tío tenía una pareja, a quien conoció cuando comenzaron a frecuentar un centro religioso, quizás ese era el motivo oculto por cual fue obligado a ir, se alegró por él, pues era su momento de ser feliz, pero pensando en si mismo, él también debía encontrar su camino.

Fue en uno de esos días, donde no deseaba ver o encontrar algo en específico, cuando su hombro chocó con alguien distraído igual que él, grande fue su sorpresa al verlo tan cerca.

—¿Luz?— su corazón volvió a latir con fuerza por él y temiendo a su respuesta salió corriendo, con rumbo desconocido, ignorando su nombre saliendo de aquellos labios que probó hace tiempo atrás.

Nuevamente se sentía como en un laberinto sin salida, sólo corrió y se dejó guiar por su cuerpo, llegando a una cafetería demasiado modesta y no tan visitada, decidió tomar un respiro en ese lugar, y una vez recuperado, observó un cartel, quizás su destino comenzaba a cambiar.

Los meses transcurrieron desde aquel día, tenía un empleo estable, por lo que su desesperación por ese detalle desapareció, pero la inquietud de verlo no se había ido, pues no se habían vuelto a contactar o ver, no comprendía al destino, quizás aun estaba con los ojos vendados con aquella ilusión que tenía de él, sonrió un poco, no sabía como describirse.

Tras regresar a casa, observó como su tío trataba de negarse a realizar aquel viaje con su novia, suspiró, pues sabía que él era su ancla.

—Deberías ir— interrumpió la charla —No me va a pasar nada y quien sabe quizás será divertido para ambos al estar libres y sin preocupaciones— a pesar de mostrar su mirada despreocupada, su tío al igual que su pareja, pudieron notar que ocultaba algo.

—¿Estas seguro?— cuestionó la fémina, pues conocía su pasado, no tanto, pero lo suficiente para llegar a preocuparse por él.

—Por supuesto, además ya soy un adulto, sé valerme por mí mismo— a pesar de las negativas de la pareja, logró convencerlos de que siempre estaría en contacto, y el día de su partida se despidieron.

Al quedarse vacío el lugar, y además tener el día libre, se encaminó a su habitación donde se puso a escribir en lista algunas cosas que no podía hacer, estando su querido tío, en su adorado cuaderno y una vez terminado arrancó la hoja, para volver a escribir más en las últimas páginas, lo observó y desahogándose en él, liberó algunas frustraciones, las cuales causaron que en un momento rompiera cada hoja que había trabajado antes; al finalizar tiró los restos a la basura menos aquel papel que reposaba en su cama, tenía tiempo suficiente para hacer lo que tenía pensado realizar, pero primero debía completar la lista, pero debía escoger un día en que su tío no le estuviera llamando como en esos momentos.

—Tío deberías de disfrutar del viaje— se dejó caer en la cama mientras escuchaba cada preocupación de su pariente.

Por fin estaba solo, mirando el panorama de esa ciudad desde la altura que le ofrecía el mirador, suspiró inhalando el aroma de un aire más puro, sonriendo, y pensando en sus propias ideas escritas en aquella arrugada hoja, entre ellas, escribir en un nuevo cuaderno sus pensamientos, pero sabía que eso no iba a ser posible, a pesar de sus sesiones anteriores con el especialista de tratarlo a superar sus inseguridades y miedos, se sentía estancado, se identificaba cómo un inútil, quizás la vida de él debía de terminar pronto, como lo deseó en aquel sueño cuando seguía en el hospital.

Miró una última vez la vista de la ciudad, y sintiendo el frío metal del barandal que lo mantenía a salvo, suspiró. Pero antes de realizar lo que tenía en mente, su celular vibró, se sorprendió por eso, creía que había apagado el móvil, pues no quería ser molestado.

Creyendo que se trataría de su tío, metió la mano a su bolsillo, con la intención de apagarlo, pero todo cambió, sus ojos se agrandaron ante la sorpresa y sintió como su garganta se secaba, no lo creía, pero ahí estaba, un mensaje de la persona que destruyó su corazón, sin saber cómo actuar, sólo observaba la pantalla de su teléfono, notando como más mensajes aparecían, incrédulo torció una sonrisa, se sintió como un payaso o un prisionero por un instante, miró a la nada por un momento y luego al celular, donde los mensajes en las notificaciones se habían detenido.

Debía tomar una decisión pero...

¿Era realmente útil siendo cómo antes?

¿Su motivo de vida era estar embriagándose de él?

¿Debía ignorar todo y continuar?

Preguntas y más preguntas aparecían en su cabeza, en algún momento todo debía terminar, pero también empezar. Pero, estando entre la merced de él y su escape de este sufrimiento, sus ideas no le eran claras, y sabía que la decisión tomada, causaría daño, sonrío una vez más antes de realizar su idea y sentirse bien consigo mismo, aunque de alguna forma para los demás, no era la correcta.

Solo Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora