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Fue una larga noche, no esperaba regresar a casa a estas horas de la mañana, sabía que estaría solo, las clases de Mafumafu lo mantenían alejado de él, así que pensaba en quizás comer un poco y dormir para recuperar las energías.

Pero sus pasos se detuvieron al ver una escena que le provocó un hueco en el corazón y su estómago se sintió revuelto, su boca comenzó a sentirse seca, sus labios temblaron, y en sus ojos dejaron de parpadear ante ese cuadro.

En algún punto creyó que solo era un sueño, que aún seguía en ese hotel, que por su cansancio y sus pensamientos anteriores le estaban haciendo pasar un mal rato, pues no había otra explicación, según él, sobre lo que veían sus ojos.

A un punto no tan lejano, estaba ahí, amor de su vida, sujetando de la mano como solía hacerlo con él cuando podían tener una cita decente; y no era que lo confundiera, pues jamás podría, su pulso se aceleró e intentó gritar cuando los vio compartir un momento íntimo, pero por más que se esforzara su voz no se escuchaba.

Herido, quizás no era la única palabra para que lo describiera en esos momentos, y al verlos partir sin saber su rumbo, sus lágrimas por fin fluyeron, tapó sus ojos con la palma de su mano, apretó sus labios y sorbió de su nariz, no quería mostrar esos sentimientos a las miradas curiosas que solo saben observar, murmurar sin saber el contexto, y no ayudar cuando se le necesita.

Prefirió caminar acompañados con los recuerdos del pasado, esperaba que fuera una broma de su parte, que lo que vio solo era una alucinación, parecía que todos los sacrificios que había logrado realizar para él no debieron hacerse, pero por amor lo hizo.

¿Había sido un error?

¿Lo que tenían podía considerarse como un amor dulce o un amor podrido?

Sus pasos lo llevaron al departamento que ambos compartían, vio a ese mismo vecino que le comentó los ruidos y visitas de desconocidos a su departamento, no quería verle, sentía que toda la rabia que tenía en estos momentos podría dirigirse hacia esa persona, con pasos rápidos se refugió en su hogar, pero ahora no lo sentía suyo, se sentía asqueado, se recargó en la puerta, su mente no pensaba con claridad, que ocurría cuando no estaba, necesitaba explicaciones pero sentía terror saber las respuestas, prefirió irse del lugar y se fue directo a su trabajo, no tenía ganas de verle a sus ojos y despertar de su amor de ensueño.

Al ingresar se le hizo raro al bartender del establecimiento, pues no era usual que apareciera pues siempre supo que detestaba estar ahí, pero después de observarlo bien, supo que algo le había sucedido, pues los rastros de su tristeza aun persistían, deduciendo su estadía temprana, decidió invitarle un trago especial, uno que le prometía hacerlo sentir mejor.

No supo si fue la bebida o algo más en ella, pues se sentía más animado, feliz, y había olvidado lo que vivió momentos antes de llegar, y aunque quisiera recordarlo su mente no lo dejaba, dejó de darle importancia y se dejó envolver en las risas del lugar, aunque solo se encontraba él y el empleado encargado de limpiar.

—¿Qué haces aquí?— llegó su jefe después de serle avisado de su presencia, al ver su estado, supo que no le sería útil, pues las risas dejaron de salir, y comenzaron los gritos con alucinaciones, ver como los describía como monstruos lo hizo actuar y mandarlo a dormir con un golpe en la cabeza. —Llévenlo a casa— les habló a sus otros empleados que estaban pasos atrás debido a que eran parte de su protección, los cuales asintieron y obedecieron.

Al despertar estaba en su cama, se sentía mareado, pesado, era raro, pues no recordaba como llegar hasta ahí, el rechinar de la puerta de la habitación le hizo hacer una mueca de desagrado, pero al ver a la persona que entró, su corazón se detuvo y un dolor en el pecho se instaló, y nuevamente ahí estaban las lágrimas recorriendo su rostro.

El recién llegado corrió a tranquilizarle con un par de palabras cuestionando sobre como se sentía, le limpió las lágrimas con cuidado y delicadeza, aquellos actos, suavizaban el dolor en su corazón y con una voz, temblorosa se atrevió a hablar.

—Tuve un sueño— fue difícil para él hablar su garganta estaba seca y el albino parecía notarlo.

—Espera, te traeré agua— le comentó con esa amable sonrisa que le acompañaba cuando estaban juntos, estando solo se quedó pensando si continuar o no.

Nuevamente ingresó al cuarto que compartían y le dio de beber el vital líquido, se sintió mejor después de eso, sentía la mirada de su acompañante sobre él, sabía que debía seguir hablando.

—En aquel sueño, tu te enamoraste de otra persona— lo escuchó burlarse de él, lo cual desconcertó —Por favor dime que no es verdad— le rogó, las risas del otro cesaron y lo miró —¿De verdad me amas?—  la respuesta que le daría,  sea cual sea la respetaría, aunque no tenía una idea de que pasaría con él al saberlo.

—Por supuesto que te amo tonto— le abrazó,  y podía jurar sentir su cariño, aunque sus lágrimas volvieron aparecer, pues se aferraría a esa respuesta, aunque se sintiera incompleto en ocasiones.

Continuaron un tiempo así, y ninguno notó que en el teléfono de ambos habían recibido un mensaje.

—Entonces, ¿quieres que te acompañe?, aun siento que no estas tan bien del todo— parecía preocupado.

—No es necesario además no tardaré, solo menciona que quiere verme— por un momento se sintió extraño, pues jamás su jefe le mandaba un mensaje así, por lo que para ambos podría tratar de ser malas noticias.

—Solo no tardes— lo vio asentir y al verle partir, observó la pantalla de su móvil y su mirada tranquila desapareció, chasqueo la lengua no le gustaba recibir este tipo de mensajes, borró la foto que le habían mandado —Idiota— masculló entre dientes y comenzó a revisar su teléfono borrando conversaciones innecesarias.

Por otro lado, no esperaba esas palabras, se había quedado sin trabajo luego de su desliz con la bebida, tras ese recuerdo, comenzó a dudar de sus sentimientos, pero que podía hacer lo amaba sin importar sus defectos. La culpa no era del albino sino suya, ahora debía de regresar a casa y anunciar la noticia, esperaba que no le causara más problemas.

Solo Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora