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Desde que llegó al hospital, era visitado constantemente de su tío, ahora que lo veía bien, notaba algunas canas y unas leves arrugas, pero seguía siendo aquel gentil hombre de sus recuerdos infantiles.

Miró como el suero que le administraban por vía intravenosa, se unía a su muñeca a través de un catéter, realmente se descuidó, pero poco le importaba, no era mejor dejarlo morir tranquilamente, o realmente todo mejoraría.

En su interior sentía que no, ese molesto aroma a hospital, lo incitaban a terminar con todo,  pero no podía, su cuerpo aun estaba débil, demasiado para su gusto. No entendía porqué ocurrió aquel colapso, suspiró, y una pregunta nueva apareció en su mente.

¿Qué hubiera pasado si su tío no hubiera aparecido?

Quizás hubiera muerto, eso era lo más probable, pero un rayo esperanzador le ofreció una escena diferente.

¿Y si hubiera sido aquel chico de cabellera blanca el que lo hubiera encontrado?

Rió tan leve, pues incluso eso era difícil, comenzaba a crecer que morir era el escenario más probable que él llegara de nuevo a su lado.

Nuevamente sintió las ganas de llorar y estaba vez, dejó salir su dolor, sin importarle si los doctores o enfermeros, eran espectadores de su dolor, que importaba eso, importaba no tenerlo a su lado consolándolo, importaba que le dolía perderlo, no verlo una última vez. Su llanto se descontroló, tanto que a pesar de escuchar a su tío rogarle que se tranquilizará, que se calmará, no podía obedecerle, pues no era el consuelo que deseaba tener, no era él. No tardó mucho que, los sedantes fueran administrados, dejando atrás un melancólico escenario.

—Debería llevarlo también con un psicólogo, una vez que sea dado de alta— le informaron una vez que abandonó la habitación del joven —Por lo visto, requiere apoyo para superar su depresión y esos episodios suicidas— no esperaba escuchar esas frías palabras salidas del médico encargado de la recuperación de su sobrino.

—Entiendo— se quedó solo, mirando por la ventana al chico que parecía dormir tranquilamente, prefirió retirarse pues según le informaron esos sedantes tardarían de desvanecerse en unas horas, solo esperaba que estuviera mejor en su siguiente visita.

Dentro de sus sueños, parecía que se encontraba perdido dentro de un laberinto, acompañado de criaturas antropomorfas, era extraño verlas, pues solo le hacían sentir incomodidad, pues en el fondo sabía que éstas criaturas no le harían daño, prefirió alejarse de ellas y explorar el extraño mundo en el que estaba, no entendía que pasaba, pues en un punto de su recorrido se sintió perseguido por algo que parecía ser invisible, pues por más que volteaba o lo buscaba con la mirada no lograba ver a su acosador, pues, sus ojos le mostraban que estaba solo, pero la sensación de ser observado aun continuaba, lo que le indicaba que debía escapar pues no sabía que podría ser capaz aquel ser, siguiendo pistas y acertijos, recorría los pasillos y escenarios cambiantes, lo que era confuso en un principio, comenzaba a entenderlo, tanto que ya no deseaba salir del lugar, no fue, hasta que el eco de una conocida voz captó y calmó sus inseguridades.

—Mafumafu— llevó sus manos a donde se encontraba su corazón, sintió que dolía en cada latido que daba, dudó pues no sabía que hacer, en su mente dudaba si seguir esa dulce voz que le invitaba a seguirlo o seguir explorando el lugar antes de ser encontrado por aquel ente.

Era extraño, pues jamás dudaba ante una petición suya, y en ese lugar, comenzaba a hacerlo, una mueca de dolor se le instaló en el pecho y la necesidad de inhalar aire le pareció difícil, cerró los ojos al sentir como su vida llegaba a su fin y todo se hacía oscuridad. No entendió como, pero sus ojos volvieron abrirse, encontrándose en el mismo lugar, comprendió que era un castigo por tardar en decidir que hacer, pues lo que padeció hace unos instantes habían desaparecido.

Y después de unos largos minutos, decidió alcanzarlo, pero en cada paso que, dada, su cuerpo se hacía más pesado y que decir de los pasillos, cambiaban a su antojo, como si desearán que no lo encontraran, incluso lo terminaban guiándolo a lugares ajenos de donde se encontraba, pues las paredes habían quedado atrás y solo un frío bosque lo recibía, sentía paz en ese lugar, pero no era lo que deseaba, sino verlo de nuevo y esperar que le pidiera una nueva oportunidad de amarse, por lo que dejando atrás las tentaciones que le ofrecían, continuó en su búsqueda de su amado albino.

Se sentía cansado, pero no se daría por vencido, pues por fin podría ver su silueta, se sintió ligero, y trató de recuperar fuerzas para por fin estar a su lado. Las horas pasaron, pues así lo sentía y su cuerpo se lo indicaba por medio del cansancio que sentía desde hace tiempo;  y por fin, estaba a unos pocos pasos, deseaba hablarle pedirle que volteara, pero el miedo y confusión apareció, algo extraño para él, pues el jamás le representó eso, lo cual era un mal presentimiento que profirió ignorar.

Al ver que giró para encontrarse con su mirada, su sonrisa apareció al verlo tal y cómo lo recordaba, pero el dolor en su pecho nuevamente apareció, pues al percatarse bien, una estaca estaba perforando su corazón, se sintió traicionado, pero al ver el rostro de felicidad que le mostraba su amado, también sonrió sin importar el dolor.

—También soy desechado aquí— su mirada se dirigió al suelo, haciendo una mueca de dolor al sentir como le era retirado su corazón junto a la estaca que le fue incrustada en su pecho, sus piernas temblaron lo que causó que cayera de rodillas. —¿Alguna vez sentiste algo por mí?— lo miró pero, solo contempló como su corazón era oprimido por la deforme mano de la extraña figura que lo estuvo acompañando todo el tiempo —Ya entiendo, no eras él— sintió un alivio ante lo que veía. Pues ilusamente fue atrapado por sí mismo, una vil copia de él pero a diferencia suya, mostraba una ira inmensa hacia él.

—Deberías morir

—Lo sé— una opresión en su corazón, causó que cerrara los ojos y dejará de ver a su copia, la cual lo miró con desprecio una última vez antes de hundirse en la oscuridad.

Al abrir sus ojos, miró a su tío de nuevo parecía preocupado, no entendía porqué, y no lo sabría pues ante los ojos de su único pariente, él había vuelto a nacer. Al verlo sonreír aliviado, el también sonrió por imitación.

Solo Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora