Capítulo 2

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Sara

¿Alguna vez el tiempo, y las circunstancias te han obligado a alejarte de las personas que más amas? A mí me pasa todo el tiempo. Todo el maldito tiempo. He vivido mi vida entera intentando sostener lazos y  rompiendo estos por miedo a que se marchen.

Andrew es el vivo ejemplo de ello. Lo conozco desde que nací, me vio crecer, llorar y volverme el ser más insoportable del planeta tierra, sin embargo, la vida siempre se empeña en alejarlo a cientos de metros de mi.

Nuestros padres eran amigos de toda la vida, y al ser la única hembra que formaba parte de aquella gran familia, cuidaban bien de mi, yo diría que demasiado. Pero a pesar de eso, era un chico más. O eso decía Erick, el hermano menor de Andrew. Me comportaba como un crio, jugaba como uno y actuaba casi siempre como ellos. Incluso en clases me hacían bulling porque intentaba imitarlo, en su forma de vestir, de caminar. Eso sí, nunca tuve dudas, de que mi admiración por Andrew era nada más y nada menos porque estaba enamorada. Desde que le ví por primera vez aquel día en la playa, cuando me rescató de ser golpeada por otro niño diez veces más grande que yo, supe que era mi héroe.

__Es raro... __habla Andrew a mi lado, mientras recorremos las calles en busca de un sitio adecuado para cenar. La verdad, no se porqué estamos caminando sin rumbo, porque no paramos en ninguno de los tantos sitios que hemos dejado atrás.
Creo que porque nos sentimos mejor así, permitiendo que nuestros cuerpos se adapten a la cercanía, al reencuentro y la compañía que suponemos él uno para el otro.

__¿Qué es raro? __respondo con otra pregunta, sin mirarle, intentando no darle tanta importancia a su presencia mientras le echo un pequeño y para nada detallista vistazo a las luces de la ciudad.

__Que estés tan callada, normalmente hablas como papagayo __sonrío. Eso es cierto. Y lo hago porque me emociona que aún recuerde cosas de mi, pero también me enoja, mucho, que no sepa que hacer con toda esa información.

__He crecido. Supongo que así se siente la madures __Aun con la vista al frente, puedo notar como su sonrisa se desvanece.

<<En mi puta vida maduro yo>>

__¿Por qué no contestabas mis llamadas?.

__Mmm... He estado ocupada __miento descaradamente.

__¿Llevas cuatro años ocupada?No mientas. Se que hablas con la abuela.

Me muerdo la lengua por idiota.

__Vale, estaba enojada. Por la última vez. Supongo que me sentí abandonada __hablo con una sonrisa. Aunque no sea para nada a gracioso. Él sonríe por mis palabras y en cambio a mi me duelen mis mentiras.

__No debimos haber hecho eso ¿Eh? __comenta.

__¿No? __cuestiono.

__Saaaraa __se detiene en medio de la acera solo para ver mi reacción.

__Fue divertido. Contigo todo es divertido __noto como se tensa bajo mis palabras.

__Creo que este es perfecto __señala el restaurante tras de mi, desviando el tema. Sonrío y me dispongo a seguirle dentro de este cuando tira de mi sin aviso.

Al entrar nos indican que el restaurante ha cerrado. Miro mi reloj y efectivamente hemos caminando por dos horas sin rumbo, la mitad, sin decirnos una palabras y la otra mintiéndonos.

__Creo que al final moriremos con una hamburguesa __bromeo.

__No es mala idea, ¿Doble queso? __pregunta sabiendo cuál será mi respuesta.

__Por supuesto __brincamos a la cera de enfrente donde hay un Burguer el cual no ha cerrado y dónde podremos cenar y sobre todo recuérdar viejos tiempos. Esos cuando aún  iba a la universidad y él cada fin de semana pasaba por mi e íbamos a comer hamburguesas hasta que se me reventaran las tripas.

Mi mejor amigo, mi error. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora