Capítulo 8

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Sara

Al dejar la casa de Gina vuelvo a sentir un arrasador vacío adentrarse en mi corazón. Es una sensación extraña de estar todo el tiempo buscando algo sin saber qué, buscando respuesta a sus actitudes y nunca encontrarlas porque es como buscar una aguja en un océano tempestuoso.

Camino por las calles, sin rumbo, solo observando como el mar golpea las piedras en el malecón, como las gaviotas sobre vuelan el cielo y la mezcla de sonidos, me hace sentir en calma. Por ello decido quedarme un rato más, así que avanzo a uno de los bancos del lugar a ver las personas pasar por la vida mientras la mía está en pausa.

¿En qué se basa la vida? En dónde está el milagro cuando lo necesitas. Qué sentido tiene seguir viviendo cuando haz perdido todo lo que amas. Y no me refiero a Andrew, con su dolor, puedo vivir.

-¡¿Sara?! -quito la vista del mar cuando una voz chillona que puedo reconocer a kilómetros exclama mi nombre. Francis, una amiga de la universidad ¿Alguien más extraña la uni? Yo cada día. Sobre todo porque ahí tuve mis mejores años, con él.

Me pongo de pie para recibirla obligándome a descartar el anterior pensamiento. La abrazo -¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no te veo, bueno. En la tele sí. -ríe con alegría, una alegría sincera.

-Bien, un poco de trabajo, pero...¿Qué tal te va?.

-Sigo en la editorial dónde hicimos la pasantía. Me va muy bien, no levanto el culo de enfrente del ordenador, pero amo mi trabajo. Y a mi jefe -la última oración la dice mientras me muestra en su dedo anular una anillo de compromiso.

-¡¿Te vas a casar?! ¡Felicidades!-la abrazo por segunda vez.

-Si, dentro de tres semanas, la boda será en Francia, Zed es de allá y sus padres son algo mayores para viajar... Por cierto, déjame tu dirección, para pasarte la invitación por si te apetece ir.

-¿Francia? Me parece genial -le dejo mi tarjeta de presentación.

-Perfecto, Umm ¿Tienes algo importante ahora? -pregunta.

-No, pensaba regresar a casa.

-¿Y si vamos por algo de beber? Hace mucho tiempo que no te veo, así nos ponemos al día, y me cuentas de Gina - pienso por unos segundos. Si Loreta me llega a ver puede que me cuelgue del techo, sin embargo, necesito relajarme, respirar un poco y ponerme al día con Francis. Hace mucho tiempo que no le veía, por ende acepto su propuesta.

La noche se avecina cuando decidimos dejar el sitio en dónde tomamos café y charlamos un rato, a uno dónde pudiésemos beber algo más fuerte y a la vez escuchar algo de música. Francis es de esas que conquistan las fiestas, es el alma, le encantaba bailar y beber cuando estábamos en la universidad, era la amiga loca que nos arrastraba a las fraternidades y nos hacía beber chupitos hasta vomitar las bilis. Aún así, la queríamos, y éramos inseparables. Hasta que cada cual tomó su camino. Y entre tantas dificultades se nos hizo imposible volver a coincidir. Pero las almas, esas que están destinadas a quererse siempre se encuentran.

-Ya he perdido la cuenta de por cuántas margaritas vas. Tendré que llevarte a casa.

-Creo que te olvidas de con quién estás tratando -rio ante su comentario. Eso era cierto. No hay manera de que a Francis se le note una borrachera. Bueno, se vuelve más alegre de lo normal, pero hasta ahí. -Deberías de pedir otra, esa ya se te ha acabado.

Toma mi copa con una mano y con la otra me arrastra entre el gentío hacia la barra. Pide dos margaritas y me extiende una. La bebo de un tiro cuando suena Complicated de Avril Lavigne. Francis me mira con una sonrisa y tira de mi hacia la pista. Esa era la canción más escuchada en nuestros días en la universidad, la que todo el mundo quería en las fiesta y la gritaban por encima de los altavoces para que sus novios la escucharan. Pero yo solo me limitaba a dar saltitos y a cantarla a Andrew desde mi interior. Porque con él todo era complicado <<Y lo sigue siendo>> El viene y luego se va, es impredecible y yo demasiado simple para su complejidad.

Mi mejor amigo, mi error. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora