Andrew
Verla sonreír, mi placer número uno.
Cuando estoy cerca de Sara el mundo adquiere otras tonalidades, no es que para mí todo fuese blanco o negro, sino que comienzan a verse destellos rosados y rojos intensos como si estuviese dentro de una ruleta rusa bajo el cielo nocturno de una feria en fin de año.
Sonrío cuando mi abuela la estrecha entre sus brazos y besa su frente como si hubiese recuperado algo que le fue despojado de sus brazos.
Desde la muerte de los padres de Sara en aquel accidente, ambas fueron la una con la otra, un gran apoyo. Sobre todo, fue importante para Sara todo lo que le ofrecimos. No hablo de lo material, sino del cariño y la demostración en pequeños actos de amor, que no estaba sola.
A pesar del dolor, y la herida mental que dejan perdidas tan importantes, tan repentinas. Son desgarradoras. Sin embargo, ella supo con todo lo que tenía que salir adelante. Sola, ella contra el mundo. Se armó de una capa solida a base de sueños y esperanzas, de los recuerdos más hermosos que le dejaron sus padres arraigados en la memoria de su corazón.
Por eso la admiro, por eso me cuesta tenerla cerca. Jamás fui asi de fuerte, cuando mi padre murió, me marché con mi madre, hui del dolor que causaba ver a los que quería rotos, sin poder hacer nada. Me sentía vacío y culpable. Cuando dejó este mundo no le lloré, supongo que no todos reaccionamos de la misma forma ante situaciones que marcan la vida, y ver como todos de alguna manera lo hacían, me hacía sentir mal. Papa, fue alguien increíble, su único defecto era poner el trabo por encima de todo, en parte por eso no juzgo a mama. Tenía once años, pero sabía cuándo una situación sin duda, era hostil.No quiero que mi forma un tanto fría de tratar a las personas, afecte una vez más mi relación con Sara.
Quiero cambiar, intentar ser mejor por ella, para que nunca más llore su corazón.
Sé que traerla aquí ha sido muy importante. Cuando éramos jóvenes prometimos muchas cosas, entre ellas. Venir a un estadio de béisbol y llevar a cabo una competencia. Su padre era amante del deporte, y deseo este momento. Por ello la sorpresa. Cumpliremos su sueño.
Al fin mi abuela se despega de Sara, y ahora Erick la atrae por una mano. La abraza, le da dos besos y revuelve su cabello. Y, tras un chiste malo le presenta a Alba. Ambas se abrazan como si se conociesen de toda la vida.
Camino a ellos que están a pocos metros. Beso a mi abuela que me observa con una pizca de desaprobación en sus ojos.
Conoce mi naturaleza lujuriosa, teme que le dañe a Sara como la primera vez. Estrecho una mano a mi hermano y saludo a Alba con un beso en la mejilla.
__ ¿Jugamos? __propongo.
Sara se emociona y asiente. Mi abuela va a las gradas. Toma Sara el bate de béisbol, Alba pichea, Erik se coloca entre segunda y tercera base, mientras que yo me posiciono en primera. Nunca se me dio bien el béisbol, ni ningún deporte. Todo lo contrario de lo que es mi hermano si, él y el boxeo son uno para el otro. A mi déjenme el gym, el sexo, los autos, y correr en las mañanas.
Sara falla el primer lanzamiento de Alba, mi abuela le da ánimos desde lejos y ella sonríe. Se coloca en posición de bateo y espera que le sea lanzada la pelota. Mi cuñada hace un movimiento hacia atrás con su mano derecha y lanza la pelota blanca. Sara da una increíble línea en dirección a Erick que no logra atrapar y ahora corre tras ella. Sara llega a posición y victoriosa me muestra su lengua.
La emoción es evidente en su rostro. Eso me hace feliz, ver como después de un largo tiempo sus ojos tiernos vuelven a sonreír. Extrañaba tanto eso, tenerla tan cerca, sentir su aroma, y poder ver como sus mejillas adquieren ese ingenuo color rosa cuando estoy enfrente. Vuelve a sonreír y se inquieta. Está nerviosa.
__ ¿Quién es el próximo? __ su pregunta me trae a la realidad de sus labios pronunciando las cuatro palabras. Pestañeo. Ella señala el sitio de bateo. Esta vacío. Rio.
-Creo que hubo un error de cálculo.
__Está bien. Eso no lo hace menos especial.
Caminamos a donde la abuela dejando a Erick y Alba detrás. No fue buena idea venir a un juego solo con cuatro jugadores. No iba a funcionar, de ninguna manera.
Pero sus palabras, significan mucho para mí. Le gustó la sorpresa. Y eso es lo realmente importante.
-Ese fue un increíble lanzamiento __ confieso.
__ Y este es el mejor regalo que me has dado en toda mi vida. Significa mucho para mí. Sabes cuánto mi padre deseaba esto. Y poder cumplirlo es... __se quiebra su voz.
__Eyy __la atraigo hacia mi empujándola por su cintura. __Lo sé. Y lo hago porque te quiero. Porque quiero que me perdones, que no me odies, que sepas que nunca olvide nuestras promesas. Y sobre todo, quiero que sepas lo importante que eres para mí, Sara. No quiero perderte de nuevo.
Noto como su cuerpo se tensa bajo mi tacto. Ella retrocede.
- No lo creo -Despego las manos de su cintura. No negaré que sus palabras me han dolido. Se además, que nada de lo que pueda hacer en estos momentos hará que cambie de opinión y me de una oportunidad.
- Me conformo con que me dejes conquistarte ¿Lo harás? .
- No puedo ver el futuro, y desearía que hubiese sido diferente hace unos años, que me hubieses elegido a mi. Pero no lo hiciste.
- Fui un idiota -Ella asiente con una sonrisa dolorosa.
- Me dolió mucho, aun duele. Y aún así, siempre te elegí incluso después de desaparecer por años. No respondí a tus llamadas porque era capaz de perdonarte... Andrew, no estás listo. -Niego.
- No lo estás. Hace semanas decías que extrañabas a tu ex ¿Consideras maduros tus actos? -Pregunta.
<<No estoy listo>>
Tiene tanta razón, pero no si ella supiera que ni yo me entiendo, que estoy completamente seguro que la quiero, pero tampoco quiero hacerle daño. Que desearía que esté a mi lado, tan cerca, pero a la vez lejos que no pueda hacerle ningún tipo de daño. Qué jamás he extrañado a mi ex.
-Lo estaré. Lo prometo. Cambiaré todo si es necesario.
-Ese siempre a sido tu error.
-¿Mi error?
-Creer que tenías que cambiar.
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Mi mejor amigo, mi error.
Teen FictionAndrew y Sara son amigos desde la infancia, de esos que corren por las calles juntos hasta rasparse las rodillas. Pero también se conocieron en sus peores momentos, cuando las circunstancias los obligaron a cambiar de piel, cuando para ambos la tie...