Capitulo 78

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Después de muchos años, los guerreros finalmente regresarían a casa, trayendo consigo una mezcla de nostalgia y alivio. Vegeta sería el primero en reunirse con su familia. Al llegar a la entrada de su hogar, fue recibido por los cálidos abrazos de sus seres queridos. Aunque no era de su agrado recibir demostraciones de afecto, esta vez hizo una excepción.

—¡Vegeta! —exclamó Bulma, con una sonrisa radiante en el rostro.

—¡Ha pasado tanto tiempo, padre! —dijo Trunks, con una expresión de alegría y sorpresa.

Vegeta, tratando de ocultar su incomodidad, miró hacia otro lado mientras un ligero sonrojo de vergüenza teñía su rostro. Su típica expresión de amargura contrastaba con la calidez del momento.

—¿Hasta cuándo piensan permanecer pegados a mí? —murmuró, intentando mantener su actitud seria.

La pequeña Bra, la más emocionada por el reencuentro, corrió hacia su padre. Con lágrimas en los ojos y moquillos en la cara, se aferró a su pierna, incapaz de contener su felicidad.

—¡Papá, papá! ¡Finalmente puedo verte! —gritó, con una voz llena de emoción.

A diferencia de su actitud con los otros miembros de la familia, Vegeta mostró una debilidad evidente hacia su hija. Suspira profundamente y, con una sonrisa melancólica, apoyó suavemente su mano en el cabello de Bra.

—Estoy en casa... —dijo, permitiendo que el cariño familiar lo envolviera.

Semanas después, sería el turno de Gohan de regresar. Nervioso y ansioso, se paró frente a la puerta de su hogar. A diferencia de Goku y Vegeta, él nunca había estado tanto tiempo lejos de su familia, especialmente para entrenar. Su amor por ellos era profundo y sincero.

Gohan se quedó allí, inmóvil por varios segundos, luchando contra la ansiedad y el nerviosismo. ¿Qué palabras debería usar para expresar sus sentimientos después de tanto tiempo? Tras tomar un profundo respiro, se armó de valor y abrió la puerta.

—Estoy en casa... —dijo en voz baja, esperando escuchar alguna respuesta.

El silencio fue su única respuesta. Gohan, curioso y preocupado, miró a su alrededor, buscando señales de vida.

—¿No hay nadie? —se preguntó, sintiendo un nudo en el estómago.

De repente, se escuchó la voz de su esposa a lo lejos, seguida del sonido de pasos apresurados.

—¿¡Gohan!? —exclamó Videl, con un tono lleno de sorpresa y emoción.

—¿Videl? —respondió Gohan, aliviado al escuchar su voz.

Videl apareció rápidamente en la sala, donde Gohan estaba de pie en la entrada. Sus miradas se encontraron y, sin perder tiempo, Videl corrió hacia él. Entre lágrimas de alegría, se lanzó a sus brazos.

—Te extrañé tanto, tonto... —dijo, sollozando con felicidad.

—Yo también te extrañé... —respondió Gohan, con una sonrisa leve mientras apoyaba su rostro sobre el de ella.

Videl, observando a su esposo con ternura, notó los cambios en su apariencia.

—¿Qué ha pasado? Tu cabello está tan largo, y estás repleto de cicatrices... —dijo, acariciando suavemente los brazos de Gohan.

—A diferencia de mi padre y el señor Vegeta, yo no soy un saiyajin de sangre pura. Mi cabello ha crecido mucho más de lo que lo tenía cuando era niño —explicó Gohan, sonriendo a pesar de la incomodidad.

Videl, con una sonrisa cálida, tomó el flequillo de Gohan entre sus dedos.

—No te preocupes, yo misma me encargaré de cortártelo —dijo con una sonrisa maternal.

Goku x Caulifla - Una continuación alternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora