luna de miel parte 1

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Todo se encontraba listo para el Encamamiento, la noche en que la pareja se uniría en cuerpo y alma, según las palabras de la Santísima Iglesia y el papado de Roma.

Los testigos estaban detrás de una tela de toldo que permitía ver las siluetas y comprobar que el acto se consumiera para que después no se pidieran separar. Baldwin fue el primero en ingresar con una toga blanca, parado frente a la cama. En verdad Baldwin se sentía bien, estaba tranquilo y hasta un poco atrevido. Debajo de su máscara, tenía las mejillas rojas (ya sabemos que no es por el vino).

Isabella también entró en la habitación con un poquito de pánico por las personas que la verían: su abuelo, el arzobispo y su primo. Tras eso, también se sentía un poco lívida y sus mejillas sonrojadas.

Caminó hasta Baldwin y se miraron a los ojos durante unos segundos. Ambos tenían vergüenza, pero tenían que cumplir con el deber. Si se puede decir así. Pero en sus miradas no vieron rechazo, solo un poco de complicidad entre ambos y en el fondo una chispa de deseo.

Baldwin tomó las manos de Isabella y las sobó un poco para entrar en calor y la atrajo un poco más. Acarició su rostro, el perfil de sus hermosas mejillas de color cereza, su mentón tallado por los mismísimos Dioses y sus labios carnosos. Era la primera vez que la miraba con tal detalle y jamás en su vida había visto un rostro tan perfecto, al igual que sus labios tan rojos.

Isabella, por otro lado, se sentía tan excitada solo con un toque tan íntimo de Baldwin que se sentía tan bien, tan maravilloso, que se sentía tan pecaminoso sentirse así de bien. Por el tacto de Baldwin con sus grandes manos que tenían un aroma tan excitante, olía a hombre, a macho. Ella se sentía tan pequeña al lado de él, un hombre como él que imponía elegancia y tranquilidad con esa mirada como la que un lobo mirando a su presa, que sabía que se la comería o un gato que jugaba con su presa. En tal caso, a Isabella le estaban comenzando a temblar las piernas y a sentir algo nuevo humedecerse por el éxtasis del momento......

Baldwin siguió tocando un cuello, su huesos de la clavícula delineándolo.  Bajo hasta su cintura tomando el nudo de la toga de Isabella cuando lo desató. La fina y traslúcida tela cayó al suelo, dejando ver al ángel más hermoso que en su vida había visto, con una piel uniforme tan blanca, unos lunares en su pecho y un lunar más grande en el seno derecho junto a su pezón rosado pálido. Siguió bajando, perfilando un seno que a medida que lo hacía, miraba sus pezones duros, después tocando su hermosa y pequeña cintura mientras Isabella soltaba suspiros entre caricias.

Baldwin solo pensaba qué desgracia tendría que haber hecho para estar con una mujer así y no poder estar piel con piel. Lo único que sabía es que estaba haciendo algo bien al escuchar los pequeños suspiros que soltaba su bella mujer. Isabella quiso desatar la toga de Baldwin, pero él no la dejó. Él no se desnudaría solo se desataría la parte de la entrepierna y eso sería todo según él.

Ambos tenían inmensas ganas de besarse pero no podían por la máscara de Baldwin. Él atrajo a su mujer y la ayudó a acostarse en la cama encima de un pañuelo blanco. Ella se acostó en la cama mientras ambos se miraban a los ojos. Isabella ya desnuda en la cama y Baldwin sacando su enorme, liso y rosado pene perfecto, situándose entre sus piernas y pasándolo por la parte malditamente mojada de su vagina de Isabella ambos gimieron, situándose en su entrada y dándose un momento para susurrarle a Isabella que le dolería un poco lo que iba a hacer. Después se acomodó entre sus piernas y empujó lentamente introducia su pene en Isabella mientre ella suspiro entre el dolor y placer el paraba instintivamentecuando ella gemia fuerte haciendo enloquecer anciedad por su pene , entrando en Isabella.

Ella comenzó a llorar del dolor y ardor que sentía, pero después se le estaba pasando, se estaba excitando y empezaba a gemir de lo delicioso que se sentía tener a su marido enterrando  y saliendo de ella rápidamente. Baldwin se acercó más a ella y ella acomodó sus piernas más en la cintura de Baldwin y Baldwin masajeaba sus senos y pezones. Después de un tiempo su orgasmo hacerse en su vientre y él terminó y se acostó junto con su esposa, sacó el pañuelo y se los dio ( con una mancha roja) prueba de su pureza. Los testigos salieron del cuarto y ellos se quedaron solos, dormidos de cucharita abrazados......

No nos olvidemos de que ciertas personas les dieron un estimulante sexual y a Isabella ya estaba haciendo efecto.

No nos olvidemos de que ciertas personas les dieron un estimulante sexual y a Isabella ya estaba haciendo efecto

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Después de media hora Baldwin se despertó con una gran ereccion que le dolía mucho Isabella estaba dormido boca abajo desnuda, quería despertarla pero no sabía si ella querría de nuevo, aún estaba desnuda.

Isabella sintió la cama moverse o mejor dicho a alguien moverse en la cama giro su rostro y no creyó lo que estaba viendo era Baldwin el rey de Jerusalén "el santo" masturbanse, el aún no se dio cuenta que ella estaba despierta viendo su lindo pene rosado, hasta que ella ginio, y el se tapo cuando lo descubrieron se veía en los ojos que tenía pena, de ser descubierto.

- si quieres puedo ayudarte a darte más placer Baldwin  ( el la miro con cara de deseo)

- pues esta bien mi reina

Aunque Isabella deseaba sentir sus labios y dejarlo sabía que era muy pronto para una conversación así.

Se subió sobre su regaso introdujo lentamente el pene de Baldwin  mientras el hacia un gemido  gutural y su cabeza hacia atrás.


Empujo dentro de ella, despacio al principio, con los ojos clavados en su rostro. Luego más deprisa, hasta que la cama cruje debajo de nosotros y el cabecero choca contra la pared al balancearse nuestros cuerpos.
Isabella grita y presiona con las manos el cabecero mientras abre las
piernas, jadeando. Mi mano sube por su cuerpo hasta rodear su garganta,
y la penetro con más fuerza y profundidad que antes. Salgo y vuelvo
a penetrarla. Solo mía.

La miro fijamente, a sus ojos entrecerrados, a su
boca sonrojada por morderse los labios. La boca que tanto me fascina.
—Sonríeme —rápidamente me coloco sobre Isabella y me  balanceo dentro de ella.
Sus ojos se clavan en los míos, pero sus labios permanecen fruncidos.
Aprieto ligeramente los dedos alrededor de su cuello e inclino la cabeza
hasta que estamos cara a cara.
—La embisto una, dos, tres veces. Su sonrisa es como el
aire para mí.
Beso esa boca obstinada y disfruto de la sensación
de mi polla mientras estira sus paredes internas hasta que su vagina se
estremece alrededor de mi longitud.
Grita cuando le meto la polla aún más profundamente, y eso me
vuelve aún más loco. Salgo y vuelvo a penetrarla, sintiendo cómo su orgasmo la choca junto con el mio.









Después de dormir un Rato lo hicieron en la silla y contra la pared que fueron los favoritos de Baldwin y los prácticaria muy seguidos.

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Estrella y comenten cualquier cosa o que les gustaría

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