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Mi día no estaba transcurriendo de la mejor manera. Durante la mañana, mientras corría por las calles de mi barrio intentando llegar temprano a clases, caí y me raspé las rodillas contra el asfalto. Para peor, necesito llevar estos incómodos y pequeños pantaloncillos de gimnasia en lo que resta del día, así que tampoco tengo forma de ocultar su sangrado; pero, ¡oh, no se termina ahí! No solamente tenía que aguantar las malas miradas por parte de mi profesora de lenguaje por haber llegado tarde y el ardor en la carne viva de mis rodillas, sino que, y como si fuera poco, tenía que soportar a los tórtolos de Hazel  y Tom besándose y siendo melosos uno con el otro frente a mí.

Definitivamente, hoy no era en lo absoluto un buen día, y me sorprendía el hecho de no haber vomitado todavía. Casi podía sentir a los pétalos moviéndose en el interior de mi estómago, esperando a ser expulsados, pero sin atreverse a dar un paso todavía.

Victor , quien se encuentra sentado a mi lado sobre los mugrientos suelos del campo de gimnasia, haciendo lo posible por no manchar sus pantalones, me da un codazo. ¿Qué es esa cara larga? —Pregunta, y no hago más que suspirar.

Puedo sentir el sonido húmedo que generan los labios de Hazel  y Tom al unirse entre sí.

Quiero llorar.

¿Es porque tienes clase de gimnasia? Vuelve a preguntar, intentando encontrarle un motivo a mi mala cara. Supone eso porque sabe que soy un desastre en cualquier deporte menos volleyball, y que es justamente el único que en mi instituto no dan. Asiento, porque es más fácil que crea eso antes de que siga hurgando en razones. Me da una palmada en el hombro- —. Está bien, bibi.

No, nada está bien, Vic. Ni lo estará hasta que esos dos idiotas dejen de besarse de forma tan... asquerosamente linda. Me genera náuseas, y no son las náuseas que cualquier adolescente podría sentir.

A excepción de Eric , claro.

¡Bill Trümper , es tu turno! -Grita el entrenador haciendo que me sobresalte en mi sitio. Parece ser que el grito también asusta a la pareja a mi lado, porque dejar de besarse (por fin) y dedican una mirada confundida a su alrededor.<< Están en clase de gimnasia.

Oh, y de paso seguimos en el 2019. Lo aviso por las dudas, ya que parecían tan perdidos mientras se besaban, que quizás no lo recuerdan. » pensé, sintiendo una repentina rabia crecer en mi interior, a la que intentó controlar y les doy la espalda.

Me dirijo hacia la mitad del campo cojeando debido a las heridas en mis rodillas (en las que nadie se fijó, por cierto), y me detengo cuando me encuentro en su centro. Sin embargo, y de manera imprevista, el entrenador me lanza una bola de volleyball y me mira con confianza.

Haremos volleyball sólo por hoy, Trümper. Es su momento de lucirse.

Genial, justo el día en el que tengo las rodillas lastimadas. Magnífico.

Aún así, teniéndose casi a carne viva y todo, me pongo en mis posiciones antes de que mis contrincantes avancen hacia mí, intentando correr con la rapidez que mis piernas (y el dolor) me permiten. Saco la pelota, ando en la defensiva siempre recibiendo y sacándole, cuando el equipo contrario saco yo fui a la defensiva rematando, la audiencia grita y clama por mi victoria, mi rostro se transforma en una sonrisa y... resbaló en cuanto mis pies caen en el suelo y caigo de rodillas.

Sí, el dolor fue inimaginable.

No grité porque me esforcé en mantener mi dignidad, pero no me sentí capaz de levantarme. Me quedé en el suelo, viendo la forma atroz en la que un chorro de sangre brota y cae a lo largo de mi pierna, fino y agudo, como una aguja. Cuando me doy cuenta, varias personas me rodean y me preguntan si me encuentro bien, pero mi vista y oídos solo se concentran en una de ellas;

HANNAHAKI | Toll/Twc NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora