30

619 111 76
                                    

El día había llegado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día había llegado. La sala de espera estaría completamente vacía de no ser porque Joey y yo llevamos en este lugar desde hace varias horas: lo cierto es que estoy aterrado. Tuve que consolar a Joey en varias ocasiones, asegurándole que Eric va a salir sano y salvo, pero no estoy seguro. La operación de Bill inició hace más horas que la de Eric y todavía no ha salido, lo cual me hace preguntarme qué estará ocurriendo ahí dentro para ya llevar casi cinco horas sin ninguna noticia de su estado.

Tengo miedo. Todo está sucediendo demasiado rápido. Solamente quiero que esa puerta se abra, y una enfermera salga diciéndome que Bill está bien, pero descansando. Todavía mejor sería que al despertar me mire y diga mi nombre, esta vez, sabiendo que no hay nada que se interponga entre nosotros dos. Pero, cuanto más tiempo pasa, más asustado estoy. Los minutos corren rápido, como si compitieran en una pista de carreras, y aquí me encuentro yo, en las gradas, observando. Soy un prisionero del tiempo, estoy atrapado entre sus agujas.-No puedo estar aqui mas tiempo, tom me dice Joey, levantándose de su asiento. Es la centésima vez que lo hace y me está poniendo de los nervios—, quiero esperar a que despierte, pero no paro de imaginar que cuando lo haga, al mirarme no va a saber quién soy, ¿sabes? sería como si alguien me clavase una estaca en el pecho.

-Al menos pudiste tener una despedida como corresponde. Él se durmió mientras me decía de aprovechar sus últimos días juntos —dije, y al instante en el que esas palabras abandonaron mi boca, me sentí mal, porque estaba siendo cruel. Él también la está pasando mal, tanto como yo, porque ninguno está sobre el otro en esta situación. Sin embargo, no se quejó; bajó la cabeza, y volvió a sentarse en su silla.

Se cubrió la cara con ambas manos, recargándose sobre sus rodillas.- Todo esto me pasa porque no sé amar. Si supiera, Eric estaría bien, yo lo estaría, y probablemente todos los demás también. Esta no es una enfermedad por un amor no correspondido, sino por unos estúpidos que no saben expresar sus sentimientos.-No te culpes tanto, es decir... ¿crees que todos nacemos sabiendo cómo amar? Cuando era pequeño, creía que amor era besar a alguien. Entonces, si amaba a alguien, lo besaba. Después entendí que es más que eso -soy un asco consolando, así que la única forma de hacerlo es ponerme a mí mismo como ejemplo. Le doy una amistosa palmada en la espalda-, somos jóvenes. Todavía estamos aprendiendo.

Se quedó en silencio durante unos segundos, y luego, soltó un suspiro.—Aprender era más divertido cuando no corría el riesgo de matar a nadie.

Una enferma sale del cuarto de Bill y se me acerca. Yo, al instante, me levanto y espero a que llegue hasta mí sintiéndome a borde del colapso.

-La operación salió bien —me dice, y finalmente siento que puedo respirar. Bill está bien. Está vivo. Podré verlo de nuevo, esta vez sabiendo que no vomitará pétalos aunque me acerque a él o lo bese—, todavía está dormido. Quizás despierte en algunas horas, o días. Aún así, tenemos que comprobar que todo lo demás esté bien.

-Muchísimas gracias, de verdad.-¿Y Eric? -Joey por poco se abalanzó frente a mí, y la enfermera lo miró con cierta pizca de incomodidad.

-Su operación todavía no termina. Hubo... cierta complicación.

-¿Complicación? —vi a la piel de su rostro ponerse pálida, perdió todo su color en cuestión de segundos. Se relamió los labios, como si estuvieran secos, y me atreví a sostenerlo del brazo por miedo a que fuera a desmayarse—, ¿qué tipo de complicación?

-No me permiten dar este tipo de información antes de tiempo. Lo lamento, pero no puedo decírselo. Pero no se preocupe, el joven eric está en buenas manos

—No, usted no puede hacer eso. ¿Cómo pretende que esté tranquilo después de haber escuchado algo así? —Hizo una reverencia y comenzó a caminar rápido por el pasillo. Entonces, Joey pareció perder el sentido durante algunos segundos. Se quedó inmóvil en su sitio, casi como si fuera una estatua, mirando con los ojos vacíos a la persona que se alejaba rápidamente de nosotros. Lo noté perdido. Y me di cuenta de que estaba a punto de llorar.

—Joey, va a estar bien.—Sí, claro que sí —susurró, y hubiera caído de rodillas al suelo de no ser porque me anticipé y lo sostuve entre mis brazos—, esto está tan mal. Dios, todo está terrible. Te juro que puedo sentir mi estómago dando vueltas...

-Mientras no vomites pétalos, todo bien.

—No es momento para bromas estúpidas, Tom.

-Está bien, perdón —lo ayudé a sentarse en una silla y a partir de ese momento, nos quedamos esperando en un completo silencio.

Las horas comenzaron a pasar de forma lenta y tortuosa. Cada minuto que pasaba era una nueva inseguridad que entraba a mi cabeza, y cada vez me hacía más idea de lo que podría pasar cuando Bill despertara; que me mire sin brillo en sus ojos, o como si no fuera más que un alguien en la habitación, un don Nadie. A las horas, una enferma (que no era la anterior) se nos acercó y nos dijo que Eric estaba bien, pero durmiendo, y que sus padres habían prohibido las visitas hasta la próxima semana, así que Joey se fue a casa.

Y aquí estoy yo. Son casi las doce de la noche del miércoles, y hace casi cuatro días (o más, pero perdí la cuenta) que no tengo noticias de Bill. Apenas he pasado por mi casa para ducharme o dormir, porque visito la cafetería del hospital todos los días. Cada vez que me siento en aquella deprimente sala de espera, su nombre me recuerda una vez más qué estoy esperando; el despertar de Bill, su regreso al mundo, a la vida, con todos nosotros.

De repente, escucho un ruido. Proviene de la habitación de Bill, de su interior. Algo está pasando ahí adentro. Me levanto de mi silla, y me mantengo mirando expectante hacia ese lugar. La ventanilla está cerrada, así que no puedo ver qué está pasando, pero lo oigo. Hay algunas risas, y una voz femenina y gruesa que se mantiene diciendo algo que no escucho. Miro de nuevo el reloj; no son más que las doce y cuarto de la noche.Entonces, lo veo. La puerta se abre como si estuviera en cámara lenta, y ahí está Bill. Se ve alegre y con energía, y tiene el cabello revuelto. Ya no está llevando el uniforme del hospital, sino el conjunto que tenía puesto antes de ser internado. Me apresuro para acercarme a él con una sonrisa asomándose de mi rostro, pensando en lo maravilloso que va a ser todo a partir de ahora. Lo enamoraré de nuevo, y viviremos juntos por el resto de nuestras vidas. Tendremos nuestro propio "final feliz", uno en el que no haya rosas ni pétalos caídos más que en el festejo de nuestra boda. Ya no habrá riesgo de muerte para ninguno de los dos, mucho menos para él. Esta vez...

Y me detengo en seco cuando caigo en el hecho de que esto no es nada como me lo imaginaba; me dejé llevar por la ilusión de verlo despierto, vivo de nuevo, que me olvidé de que ya no significo nada para él, soy una sombra en su pasado, un extra. Y si antes me imaginaba un futuro en donde él no me mirase con un brillo en sus ojos y con esos sentimientos a flor de piel, esto es cien veces peor, porque al pasar a mi lado, no me mira. Ni siquiera notó que yo estaba yendo hacia él. Camina con paso rápido hacia la puerta y sale, sin haberme dirigido ni siquiera una mirada.

Y yo me quedo ahí, solo y roto, y por primera vez me imagino qué debió sentir Bill todos estos años en los que creyó que yo no estaba enamorado de él.

Y yo me quedo ahí, solo y roto, y por primera vez me imagino qué debió sentir Bill todos estos años en los que creyó que yo no estaba enamorado de él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
HANNAHAKI | Toll/Twc NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora