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¿Por qué faltaste a clases?

La pregunta sale de mi boca inconscientemente. Mientras tom y yo caminamos por las oscuras calles de Berlín a paso lento y tranquilo, puedo sentir la forma en la que la brisa nocturna me remueve los cabellos del rostro, como si los acomoda con una suave caricia. El rastas se mantiene a mi lado, mirando hacia la carretera.

- Estaba ocupado.

- ¿Te sucede algo?

Gira su cabeza hacia mi dirección.

- ¿Por qué preguntas?

- ¿Qué tan ocupado podría estar como para no ir a clases? Me extraña. Eres de los que llega tarde siempre, pero nunca te saltas ninguna clase.

- Ya me he saltado otras clases.

Instantáneamente, mis ojos se concentran en él, y no corre la mirada. Parece tener alguna adicción con mantener el contacto visual; no lo he visto ni una vez dejar de hacerlo.

- ¿Cuáles?- ¿Cuáles?

- Ah, no recuerdas... -Asiente lentamente con la cabeza, quedándose en silencio durante algunos segundos, antes de señalar algo-. ¿Esa de ahí no es tu casa?

¿Uh? Ah, sí.

Cruzamos la calle sin emitir ni una palabra hasta encontrarnos frente a las afueras de mi vacío hogar, porque sé de antemano que al entrar no habrá nadie esperándome. tom se rasca la nuca y yo miro a los lados sin saber qué decir; por alguna razón, el ambiente que nos rodea es tenso. Pero, ¿eso es porque no tenemos nada que decir? ¿O porque hay tantas cosas que no sabemos por dónde empezar?

Me despido sacudiendo mi mano efusivamente.- Gracias por haberme acompañado. -Agradezco. Él solo asiente con la cabeza, penetrándose con su intensa mirada a la que no corresponde.

- Respondiendo a tu pregunta, -dice, de repente, captando inmediatamente mi atención- tom puede estar ocupado más de lo que crees. No pienses que porque alguien repite mucho una misma acción no pueda cambiar.Silencio.

- Era eso. Nos vemos.

Y luego de decir aquello se va, volviendo por el camino que recorrimos juntos de regreso hacia la escuela a buscar a su novia, mientras yo solo puedo observar alejarse más de mí, como siempre, pero ésta vez es más doloroso que las demás veces; porque él recorrerá el mismo camino que recorrió conmigo pero con él, y mis huellas en la acera serán reemplazadas por las de aquel chico perfecto.

Y luego de decir aquello se va, volviendo por el camino que recorrimos juntos de regreso hacia la escuela a buscar a su novia, mientras yo solo puedo observar alejarse más de mí, como siempre, pero ésta vez es más doloroso que las demás veces; por...

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Al día siguiente, cruzaba el pasillo tranquilamente como cualquier otra mañana Sin apuros, sin corridas. Solo yo y un pasillo extenso, medio lleno, con pasos lentos y tranquilos. Siempre me he preocupado por llegar a tiempo a todo -extraño, porque al final siempre llego tarde-, pero hoy no eran esos días. Así que, y debido a que no tenía apuro, decidí tomar el pasillo más largo de la escuela, para darme el lujo de chequear qué personas estaban presentes como las que no.

Quizás, la peor decisión que podría haber tomado.

Mientras mis pies se encontraban caminando tranquilamente por allí, tuve un inoportuno encuentro con Hazel y Tom. El rastas se encontraba apoyado en un casillero mientras tenía a la rubia frente a él, sosteniéndola de la cintura, con sus labios pegados y moviéndose al compás. Un gusto amargo en la boca se me hizo presente y, al mismo tiempo, sentí la forma en la que mi estómago se revolvía.Así se besaban en Navidad. Bajo el muérdago, con una pequeña sonrisa en su rostro, y las manos unidas. El recuerdo de mí, observándolos, y la sensación de fallecer que volvió a tener presencia en mi vida, provocó lo que había estado intentando evitar desde mi diagnóstico:

Un ataque de tos.

Me sostuve de las rodillas mientras una mano
me cubría la boca, sintiendo la forma en la
que los pétalos se deslizaban por mi lengua
hasta caer.

La sangre salpicó el suelo, mientras los pétalos quedaban intactos en mi mano. Los apreté con el puño, cuando me di cuenta de que la mitad de las personas presentes en el pasillo me miraban. Entre ellas, Tom y Hazel, quienes miraban preocupados las gotas de sangre en el suelo y a la persona de las que provinieron.

El pulso me tembló. Tengo los benditos pétalos en mi mano; si toser sangre ya resulta extraño, ¿qué tan raro sería que los demás vieran que, entre tanta sangre, también hay pétalos? Logré observar por el rabillo del ojo que tom hacía a un lado a Hazel y comenzaba a dirigirse a mí. El pánico aumentó en mi interior, pensando en qué podría hacer en una situación como esa y, de repente, una persona se posó delante mío, pero de espaldas a mí.

El chico parece no sentirse bien, amigo. Sería mejor que lo dejaras tranquilo. -Dijo aquella persona, cruzándose de brazos. Era alto y, desde mi lugar, parecía imponente. tom se detuvo frente a él e intentó verme por el costado.

- ¿Y tú quién te crees? Es mi amigo. Hazte a un lado. -Intentó caminar hacia mí, pero el chico lo paró colocando una mano en su pecho y lo empujó levemente hacia atrás.

- Creo que fui claro antes. -El pasillo estaba en un silencio espectral, espectando la escena. De alguna forma esto me sirvió, ya que nadie tenía sus ojos fijos en mí, por lo que pude esconder los pétalos en mis bolsillos, volviendo así mis ojos a la escena. El chico alto lo alejó con otro empujón-. El chico no se siente bien. Vete.

Silencio. Después de unos segundos, Hazel se acercó hacia su novio y lo tomó del brazo, tironeando de él.

- Tommy, creo que deberías hacerle caso al chico, podrás hablar con Bill después... -Comenzó a hablar en un tono de voz bajo, intentando convencer a su pareja de alejarse de ahí. tom mantenía su vista en los ojos de aquella persona, mirándolo fija e intensamente, con los pies sellados al suelo.

Dirigió por unos segundos sus ojos, pero no me atreví a mirarlo; antes de que éstos alcancen los míos, corrí mi vista hacia el suelo, donde la sangre seguía estando. Y cuando escuché las pisadas apuradas alejarse del pasillo, por fin subí la vista.- Muchas gracias. -Susurré, mientras observaba a las demás personas comenzar a volver a sus salones, casi habiéndome olvidado de mí y de mi "accidente".

- No es nada.

Se dio la vuelta para regalarme una sonrisa,
aunque, tenía la sensación de haberlo visto
en algún lado. Tenía un rostro familiar para
mí. ¿Quizás alguien que crucé en basket? La altura lo amerita. O quizás es una impresión mía. Sin embargo, el chico también parecía estar mirándome con atención.

- No quisiera sonar adecuadamente, pero, ¿nos conocemos? -- preguntó él, frunciendo su ceño. Bueno, no era el único.

- Eso presiento. ¿Cómo te llamas?

Eric Griffin .

E instantáneamente, todas las dudas se aclararon en mi cabeza. Por supuesto que nos conocíamos -al menos, eso teníamos planeado hacer-; frente a mí, se encuentra la persona que me ayudará a resolver todas las dudas que tengo respecto a mi enfermedad. Extendí una mano hacia él para que la tomase.

- Soy Bill Trümper.

Observé la forma en la que sus ojos se abría con sorpresa y rápidamente estrechó mi mano, sonriéndome de vuelta.

- Al fin nos conocemos.

HANNAHAKI | Toll/Twc NRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora