O lo detenía o eso podía acabar mal, muy mal. Se apresuró al sofá, deteniendo las manos de Chuuya que ya peleaban con sacarse la camisa.
— ¡¿Se puede saber qué haces?!
Dazai estaba perdiendo el control de la situación. Algo que SOLO sucedía cuando Chuuya estaba involucrado. Por eso no lo aguantaba, por eso le molestaba tanto. Y aun así, siempre terminaba irremediablemente arrastrado a él.
Los ojos azules de Chuuya lo miraron con una intensidad que lo desconcertó. Nunca se había fijado en su color o, mejor dicho, en la variedad de colores que tenían. Era como mirar un manantial de agua cristalina. Transmitían paz, pureza... Eran hermosos. Tan absorto se quedó con su belleza, que no se percató que la mano de Chuuya empezaba a desabrochar los botones de su camisa.
— ¡Chuuya! —protestó. Pero rápidamente murieron sus ganas de resistirse.
¿Qué narices estaba haciendo? No Chuuya, él estaba borracho, sino él mismo. No entendía como su corazón latía con tanta fuerza. Solo había logrado una sensación igual cuando un enemigo amenazaba con matarle. Su frase favorita: Te voy a matar. Casi parecía que esos insensatos que se enfrentaban a él escuchaban sus plegarías. Lograban disparar la adrenalina, la vida, a través de su tenue existencia.
Ahora Chuuya estaba provocando una sensación similar, pero no por amenazarlo de muerte. Eso lo hacía recurrentemente y jamás tuvo un efecto tan fuerte. Tan intenso. La mano de Chuuya deshacía el nudo de la corbata. No le costó y rápidamente descubrió el pecho de Dazai. Estaba cubierto por vendas, ocultando la piel que había debajo. Por lo general, Dazai no se desnudaba delante de nadie. Siempre había sido muy celoso con eso.
Pero aquella noche no le estaba importando en lo más mínimo. Como tampoco que fuera Chuuya quien estaba descubriéndolo.
Chuuya acarició su hombro, haciendo caer la gabardina negra que siempre llevaba. Solo con la camisa, completamente abierta, Chuuya le invitó a inclinarse sobre él. Dazai actuaba torpe, aun asimilando, no solo la situación, sino lo que esta le provocaba. Como Chuuya lograba provocarlo de ese modo tan desconcertante.
— Chuuya —su voz sonó como una súplica a la cordura de su compañero. Sabía que no tendría efecto, pero no se veía capaz de poder hacer nada más. No cuando se sentía así—, esto no debería...
La mano de Chuuya acarició su cuello, mandando un escalofrío por todo su cuerpo. Escaló hasta su mejilla, donde la dejó reposar. Dazai sentía que estaba en medio de un torbellino, obnubilado por todas aquellas emociones. Solo podía ver a Chuuya y solo podía sentirle a él. Ni siquiera recordaba donde se encontraban, porque tampoco importaba en ese momento. Toda su atención estaba puesta en su compañero.
Hábilmente, la mano de Chuuya caminó hasta su barbilla. Sus dedos empezaron a acariciar el labio de Dazai, ante su absoluto deleite. Eso no podía terminar bien. Sintió un calor sofocante sacudirlo por completo, una urgencia por ver a Chuuya a través de la ropa que aún conservaba.
Siempre, SIEMPRE, tenía que desestabilizarlo todo. Hacerlo todo tan confuso, tan impredecible, tan espontaneo, pero tan real, tan intenso, tan emocionante.
Si antes lo detuvo, ahora era Dazai quien le quitaba la camisa blanca. Chuuya colaboraba, en la medida que podía. Pronto se quedó únicamente con sus pantalones puestos. Los zapatos de Chuuya hacía tiempo que estaban tirados por el piso, así como los de Dazai.
Sintió la urgencia de acariciar su piel. Era tan distinta a la suya. Él que estaba lleno de cicatrices, las cuales guardaban atrocidades que jamás contaría a nadie. Chuuya, por otro lado, era inmaculado. Su piel era cálida. Su corazón pareció detenerse cuando sus dedos entraron en contacto con la piel de su compañero. Pero rápidamente supo sobrellevarlo. Empezó a escalar por su abdomen llegando a la gargantilla que tenía. Jugueteó con ella. Jamás entendió porque la llevaba, porque ocultaba su cuello con ella. Un cuello que deseaba acariciar, sino algo más.
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Under the fireworks
RomanceTodo empezó porqué Dazai pidió aquel deseo en su cumpleaños. No imaginó que Chuuya lo haría realidad incluso después de su traición [Soukoku]