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Aquella idea era pésima, Chuuya lo sabía, pero ¿Qué otra alternativa tenía? Las palabras de Dazai resonaban constantemente en su mente: 'Pues no vengas a buscarme hasta que recuerdes lo que pasó en tu piso'.

A la mañana siguiente se presentó en el despacho de Mori. A pedirle consejo. Sí, a lo más parecido a un matasanos que Chuuya jamás hubiera conocido. Hasta dudaba que su jefe fuera médico. Pero allí estaba él, tentando a la suerte por culpa de su odioso compañero.

Los súbditos que custodiaban la entrada le permitieron entrar. En el interior de la estancia, donde predominaba la elegancia y la oscuridad, estaban Mori y Elise. Ambos lo miraban con una sonrisa, expectantes a su inesperada visita. Más tan temprano en la mañana.

— Es bueno verte, Chuuya ¿Puede que busques a Dazai? —preguntó Mori a modo de bienvenida.

— ¡¿Quién buscaría a ese desgraciado?! —espetó inmediatamente.

Mori rió sonoramente, provocando que Chuuya se sintiera avergonzado. No solo caía en las provocaciones de Dazai, sino también en las del jefe ¿Tan predecible era?

— ¿Qué te trae por aquí, entonces?

A ver cómo le explicaba aquello para que no sonara raro. Más después de la bromita de bienvenida. Se aclaró la garganta, ganando algo de tiempo para organizar sus pensamientos. Sentía la mirada de Elise, demasiado perspicaz y la de Mori, quien también parecía sospechar alguna cosa.

— ¿Usted sabe cómo puedo recuperar la memoria?

Esa pregunta los desconcertó, lo pudo ver en su cara. Elise se acercó a él, tomándolo de la manga para captar su atención.

— ¿Te ha pasado algo, Chuuya? —le preguntó inocentemente.

Pero Chuuya sabía que Elise era de todo menos una niña indefensa y pura. Negó en un breve movimiento de cabeza y dirigió su atención sobre Mori. Él mantenía esa postura reflexiva, con sus manos entrelazadas delante de su rostro. Cualquiera diría que era un hombre serio y profesional. Algo, en opinión de Chuuya, nada más lejos de la realidad. Conocía a su jefe desde hacía varios años. Es verdad que era calculador, despiadado y perseverante, pero tenía una faceta totalmente opuesta (Especialmente cuando se trataba de temas relacionados con Elise) que no entendía. Algo así como Dazai. Ambos tenían ese carácter dual que parecía que hubiera dos personas habitando en ellos.

— ¿Cómo te produjiste la amnesia? —preguntó Mori en un tono serio.

— Bueno, no es amnesia precisamente...

— ¿Qué es? —le preguntó Elise en nombre de ambos.

Chuuya empezaba a pensar que había tenido una idea terrible. Bueno, eso ya lo pensaba de antes, pero ahora podía corroborarlo. Sintió un calor subir por sus mejillas, volviéndolas de un intenso color rojo. La sala estaba iluminada por el sol que se filtraba por el ventanal, así que su sonrojo fue fácilmente perceptible.

Mori lo observó con detenimiento, hasta que esbozó una sonrisa divertida en su rostro.

— ¡Vaya! Así que no recuerdas que ocurrió después de una noche de borrachera.

Se tensó al instante ¿Cómo narices lo había adivinado tan rápido? Asintió lentamente, atento a cada movimiento de su jefe. Elise, aún de pie a su lado, parecía extrañamente divertida. Miedo le daba esa situación. Mucho miedo.

— ¿Para qué quieres recordarlo? —le preguntó ella, esbozando una sonrisa pícara— ¿Hiciste algo indebido?

— ¡No digas tonterías! —respondió Chuuya inmediatamente.

Under the fireworksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora