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Dazai estaba en su lugar favorito de Yokohama. Un rincón de la ciudad poco concurrido y donde podía estar tranquilo. Estaba situado en un parque, él trepaba sobre una estructura abandonada, ya comida por la naturaleza, donde no se acercaban los visitantes. Por eso solía refugiarse allí cuando quería pensar, o, como aquella mañana, buscaba no tener que interactuar con nadie.

El aire que corría era limpio y fresco, algo casi imposible en una ciudad como Yokohama. Inhaló profundamente, aprovechando ese pequeño privilegio que la naturaleza de brindaba. Sin embargo, toda su tranquilidad y serenidad se vio interrumpida por el sonido de su teléfono. Lo cogió de mala gana. Ni siquiera se molestó en comprobar quien era:

— Estoy en mi día libre —dijo con fastidio—. No quiero que...

<Dazai, necesito tu ayuda.>

La urgencia en la voz de Mori le hizo olvidar toda su molestia. No era normal que le llamara con esa preocupación. Algo grave había ocurrido, podía sentirlo.

— ¿Mori? ¿Qué ha ocurrido?

<Verás, sin querer, Chuuya ha entrado en Corrupción y...>

Se escuchó una explosión a lo lejos. Dazai condujo su mirada en aquella dirección. Seguidamente vio una columna de humo alzarse. Estaba allí, seguro. Sintió una presión en su pecho, la adrenalina disparándose por sus venas mientras maldecía al descontrolado de Chuuya. Siempre igual, dándole problemas.

<Necesito que vayas a detener a Nakahara.>

— De camino.

Colgó y descendió de la torre donde se encontraba. Por la distancia a la que vio la columna, calculaba que llegaría allí en unos cinco minutos. No falló, como tampoco se equivocó cuando imaginó que la zona alrededor de Chuuya sería un cráter de edificios arrasados. Aún debía agradecer que la destrucción no fuera como la que provocó en el barrio del mortero. Pero no por eso dejaba de ser menos apabullante. Las patrullas de policía se escuchaban por todos lados, pero Dazai no podía localizar a un solo agente.
Mejor, eso solo complicaría las cosas.

La gente corría en dirección opuesta a la suya. Lo miraban como un loco, un insensato, pero era el más cuerdo de todos. El único que podía detener a esa bestia.

Se acercó a paso calmado, observando como los ojos de Chuuya, gobernados por la bestia que dormía dentro suyo, se fijaban en él. Pensaría que con eso huiría, como todos hacían, pero no Dazai. Él se seguía acercando, mientras examinaba sus movimientos al milímetro.

— Vamos Chuuya —le retó. Su voz era controlada, calmada, pero provocadora. Su determinación inquebrantable—, atácame.

Chuuya aceptó su petición. Lanzó una esfera de gravedad que Dazai anuló a la que impactó con su mano. Estaba ileso a un ataque de un poder tan infinito. Eso desconcertó a Chuuya, por lo que leyó en sus gestos. Pero rápidamente se recompuso, siguió lanzándole esferas de gravedad que Dazai anulaba. Mientras, la distancia entre ellos se acordaba y la sonrisa confiada de Dazai se ensanchaba.

— No puedes tocarme con esa fuerza tuya —le dijo—. Puede que ni tus puños de goma puedan hacerme nada.

Era tan fácil provocarlo. Chuuya se lanzó a él, aterrizando su puño sobre la mejilla de Dazai. Al instante que su mano entró en contacto con Dazai, los ojos de Chuuya recuperaron el color azul tan característico. Recobró el sentido. Pero Dazai fue rápido. Sabía que Chuuya estaba despierto, que era consciente y entonces, en un hábil movimiento, propició un puñetazo en la mejilla de pelirrojo.

Chuuya logró reponerse del golpe de Dazai, no escatimó en fuerzas. Chuuya tampoco, pues provocó que Dazai se desestabilizara ligeramente. Ambos acariciaban la mejilla que el otro había golpeado, mientras sus ojos se buscaban en medio del caos donde se hallaban.

— ¡¿Se puede saber que haces?! —le reclamó Chuuya.

— ¡Eso debería decirlo yo! —protestó Dazai de vuelta— ¡¿Quién ha sido el idiota que ha entrado en Corrupción?! —Chuuya se calló— ¿Quién ha perdido el control?

Él, Nakahara Chuuya. Nadie más. Dazai estaba allí porque era la única persona que podía hacerle volver en sí. Él y su molesta habilidad.

— ¡¿Y por qué crees que perdí el control?!

— ¡Porque eres una molestia y no nos haces el favor de morirte ya!

— ¡¿Qué?! ¡Esto fue porqué Elise me hipnotizó!

Esa revelación dejó a Dazai perplejo. ¿Había escuchado bien?

— ¿Qué? —fue todo lo que pudo articular.

Chuuya lo miró unos instantes más, antes de cruzarse de brazos y rehuir de su mirada. Estaba avergonzado. Dazai lo conocía lo suficiente para saberlo.

— Ya me has oído —dijo prácticamente en un susurro—. Dejé que Elise me hipnotizara para recordar que ocurrió aquella maldita noche.

Su relevación lo dejó totalmente desarmado. Dazai no esperó que eso le pudiera ocurrir jamás, pero Chuuya acababa de lograr algo inédito. Puede que, por ese motivo, sintiera esa creciente molestia dentro suyo. Ni siquiera se paró a recapacitar en la voluntad que Chuuya demostraba por enmendar su error; a él le molestaba que ese enano pelirrojo le hubiera arrebatado su mejor arma: su intelecto.

— ¿Por qué tanto ahínco en recordar lo que ocurrió? —preguntó con molestia.

Chuuya tampoco terminaba de entender el porqué. Puede que fuera curiosidad, o simplemente quería estar tranquilo en que nada raro había ocurrido. Pero al mismo tiempo, había, tal vez, otra razón. Una que Chuuya no se molestaba en analizar por qué le daba miedo y, sobretodo, porque involucraba a Dazai. Y todo en lo que él estaba metido resultaba en un caos.

— Porque eres mi compañero —buscó la oración que le pareció más acertada. Observó de reojo las reacciones de Dazai, siendo incapaz de entenderlas. Ante el silencio del moreno, Chuuya se vio obligado a volver a hablar—. Podrías darme una pista —sugirió—. Este desastre es culpa tuya también.

No. Esto era culpa de Elise. Era culpa de Mori. Era culpa de Chuuya, pero no de Dazai. O eso se decía él en su mente. Se trataba de engañar a si mismo sin éxito. Debía reconocer que Chuuya había sido intrépido en pedirle ayuda a Mori. Mínimo debía reconocerle eso.

— ¿Seguro que quieres una pista? —le preguntó, testando su determinación.

— ¡Claro, idiota!

Dazai tomó aire, acortó la distancia entre ellos bajo la atenta y confundida mirada de Chuuya. Él esperaba cualquier cosa de Dazai, cualquiera menos aquella. Los labios de Dazai se unieron con los suyos en un breve beso. Un tacto que le pareció irreal en un inicio, pero que logró desestabilizarlo. Todo él se tensó, se sintió vulnerable al efecto que Dazai tenía sobre él.

— Ahí tienes tu pista —le dijo con un deje de desprecio, antes de marcharse del lugar.

Ni siquiera le miró cuando se fue y Chuuya tampoco se sentía dueño de sus pensamientos o movimientos. Aún confundido, aún sorprendido y aún estupefacto por lo que acababa de suceder ¿Lo acababa de besar? ¿Dazai Osamu lo había besado?

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¡Hola a todos! Aquí Alhena

¿Qué hará Chuuya después de la pista de Dazai? Yo creo que aún no sale de su asombro. A ver cuando sepa lo que ocurrió en su piso... ¿Qué pensáis vosotros?

No olvidéis dejar un comentario y ¡muchas gracias por vuestro apoyo!

Nos vamos leyendo ;)

Feliz miércoles~

Under the fireworksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora