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Se lo acababa de reconocer. Ese idiota de pelo zanahoria le estaba diciendo realmente eso. Pero contrario a lo que imaginó, se sintió molesto. Porqué Dazai sabía que Chuuya no recordaba nada. Estaba hablando por hablar. Casi como si se burlara de él.

— ¿Me has escuchado? —le preguntó en un susurro. Ocultaba su vergüenza en una falsa fachada de molestia que Dazai había visto por demasiado tiempo.

— Lo he hecho —le respondió calmadamente— ¿Qué es eso que no te atreves a hacer?

— ¡No te burles de mí!

— ¡Ese eres tú! —protestó Dazai de vuelta— Me pediste una pista y te la di. Luego me vienes con esta —desvió la mirada, cruzándose de brazos en un gesto infantil. No sabía cómo canalizar o comprender ese torrente de emociones que lo gobernaba. De nuevo perdiendo el control, de nuevo porqué Chuuya estaba involucrado—. Si no te estás burlando, no sé qué estás haciendo.

— ¡¿Te piensas que yo entiendo algo?! —las palabras de Chuuya captaron su atención, pero se aseguró de mantener una expresión indiferente— Ni siquiera sé por qué he venido aquí.

— Pues ya somos dos.

Volteó, dispuesto a irse. Necesitaba alejarse de allí, perder de vista a Chuuya. Más con lo que llegaba a desestabilizarlo. A cada paso, sentía su corazón encogerse más. Su corazón le gritaba que no debía irse; su mente decía lo contrario. Él era racional, escucharía su cabeza. Era la que siempre le había guiado.

Pero su corazón era poderoso.

Sintió la mano de Chuuya agarrar su brazo. Volteó a verlo, la molestia brillando en sus ojos. Aunque eso rápidamente desapareció cuando le miró. Su cara era una unión de contrastes. Realmente él no entendía lo que le pasaba. No se burlaba de él, simplemente no entendía sus propios sentimientos. ¿Cómo culparle? Si él estaba igual.

— Te doy cinco segundos para soltarme —dijo con voz calmada—. Si no, atiéndete a las consecuencias.

Dazai era un experto en el manejo de las situaciones, pero esta se escapaba de su control. Su corazón le decía que se lanzara contra Chuuya. Que le mostrara lo que ocurrió aquella noche, como se sintió. En cierto modo, Chuuya le pedía por eso. Llevaba días deseando saber qué ocurrió y, si no sintiera la más mínima reprocidad, ni siquiera hubiera ido a buscarle. Seguiría encerrado en su piso. Pero no, allí estaba, impidiendo que se alejara.

— Uno.

Chuuya le sostenía la mirada mientras le permitía ver la batalla que se libraba en su mente. Dudaba de si quería conocer que había detrás de esa amenaza. No por miedo a él, sino por miedo a sus propios sentimientos.

— Dos.

Chuuya tenía miedo de conocer que había ocurrido aquella noche, pero al mismo tiempo no podía sacárselo de la cabeza. Dazai podía verlo claramente reflejado en sus ojos azules.

— Tres.

Quería descubrir como él lograba afectarle tanto, aunque Chuuya no sabía que él ejercía el mismo efecto sobre Dazai. Más allá de toda la molestia que siempre sentía cuando estaba cerca, había algo más. Algo que Oda parecía intuir, pero que ellos desconocían. O no se atrevían a reconocer.

— Cuatro.

Lo soltó. Dazai sintió una decepción inmediata. Chuuya no solo le permitía marcharse, sino que era incapaz de mirarle a la cara. Tan valiente para algunas cosas y tan cobarde para enfrentarse a sí mismo.

— Entiendo —dijo, tratando de ocultar la sensación que lo gobernaba en ese momento—. Nos vemos mañana, Chuuya.

. . .

Su cuerpo estaba paralizado, no respondía a sus órdenes. Dazai rápidamente se perdió en la oscuridad, fundiéndose en ella como si fuera parte de sí mismo. Y, mientras lo veía alejarse a paso calmado, Chuuya fue incapaz de salir a detenerlo.

Lo había soltado. Era un cobarde por hacerlo, pero aún más por no reaccionar a lo que su corazón le pedía. Que volviera a detenerlo, que aguantara esos cinco segundos. Solo entonces aligeraría la carga que sentía.

No fue capaz y se odiaba por ello.

Aunque aún podía solucionarlo. Era una locura, más considerando como terminó la última vez. Además, que no tenía el más absoluto sentido ¿Pero desde cuando tenía sentido cualquiera cosa en la que Dazai estuviera involucrado?

Corrió por las calles de Yokohama, adentrándose en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Algunos de los maleantes que merodeaban por allí le lanzaban miradas lascivas. Que se atrevieran a tocarle, los demolería o, si era misericordioso, tal vez los mandara a volar. No le iban a detener. Su objetivo era claro: llegar al piso de Dazai.

No llamaría al timbre, no tendría sentido. Optaría por el balcón. Sí, nuevamente. Esta vez Dazai no estaba allí y la puerta corredera del comedor estaba abierta. Chuuya aterrizó elegantemente y accedió al interior del apartamento.

Localizó a Dazai tumbado sobre el sofá. Su gabardina lo cubría a modo de manta, mientras su cabeza reposaba en uno de los pocos cojines que tenía. ¿En serio tenía que dormir allí cuando tenía una cama? O eso imaginaba.

Se acercó lentamente, hipnotizado por la escena que presenciaba. Se arrodilló a su lado, aprovechando para contemplar las facciones de Dazai con detenimiento. Dormido parecía alguien bueno. Lástima que cuando se levantara fuera la persona más molesta, manipuladora, exasperante e insoportable que Chuuya conocía.

Pero a pesar de todo eso, irremediablemente se veía arrastrado a él constantemente.

Su mano se movió involuntariamente, preso por su deseo de estar más cerca de Dazai. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no tocarle, no despertarle y mostrarle esa faceta que ni Chuuya comprendía.

Decidió, entonces, que lo mejor sería marcharse antes de que hiciera alguna cosa de la que arrepentirse. Regresó al balcón, pero antes de saltar volteó a verle. Quería asegurarse de que seguía dormido, o quería mantener en su mente esa imagen de Dazai dormido.

Entonces, él se marchó.

Pero Chuuya no fue lo suficientemente hábil. Dazai abrió sus ojos con lentitud, tal como si hubiera recibido una caricia en un sueño. Pero él había estado perfectamente despierto. Se reincorporó, conduciendo sus ojos sobre el ventanal por donde acababa de desaparecer Chuuya. Era imposible que no se hubiera percatado de su actuación, pero las evidencias apuntaban a que lo había engañado.

Significa, entonces, que Chuuya hubiera querido aguantar ese último segundo ¿Verdad?

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¡Hola a todos! Aquí Alhena

¿Qué hará ahora Dazai que sabe que Chuuya hubiera aguantado ese último segundo que le quedaba? Su próximo encuentro puede ser interesante... ;)

No olvidéis dejar un comentario y ¡muchas gracias por vuestro apoyo!

Nos vamos leyendo ;)

Feliz jueves~

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