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A las 21 puntual estaba en el Lupin. Esperó dentro, donde el camarero le lanzaba miradas amables mientras fregaba unas copas. Le ponía nervioso ese hombre, pero en parte era una distracción. Así no pensaba en porqué estaba tan inquieto, con esa ansiedad que solo fue aumentando conforme pasaba el día.

— Espero que tenga... —escuchar su voz lo puso en alerta. Pronto lo vio descender por las escaleras en un andar despreocupado— Una cura para el día que he tenido hoy. Bueno, la noche anterior fue... —Dazai detuvo su discurso y miró a Chuuya con asombro—peor... ¡¿Qué haces tú aquí?!

Chuuya se alteró casi tanto como Dazai. Empezaron a gritar. Suerte que el local estaba vacío.

— ¡Me largo! —decretó el castaño.

Dazai subió las escaleras de regreso al exterior. Chuuya saltó del taburete donde estaba sentado y salió detrás de él. En la calle, donde solo estaban acompañados por la noche, la humedad y el murmullo de la ciudad, Chuuya logró alcanzarlo.

— ¡¿Quieres dejar de esconderte y dar la cara?! —espetó.

Esa frase llamó la atención de Dazai. Pero aquello no era nada positivo. Por primera vez, Dazai le miraba. Su expresión era letal, estaba molesto. Como nunca lo había visto. Cualquier persona se hubiera aterrado de verle así, pero no Chuuya. Su incertidumbre, su curiosidad se anteponía a todo.

— ¿A qué narices vino el numerito de ayer? —le preguntó finalmente. La expresión de Dazai se suavizó.

— ¿Y el tuyo del otro día? —le respondió de vuelta.

— ¡¿Qué tiene que ver eso?!

— ¡Todo que ver tiene! —respondió despreocupadamente. Otra vez ese aire infantil que lo hacía tan insufrible. Especialmente para Chuuya, quien ya estaba apretando sus puños para contenerse de darle una buena paliza— No estaríamos así si pudieras controlarte un poco ¡Pero no! Tienes que beber sin control, además ¿Quién se emborracha de ese modo con solo cinco copas de vino?

Lo estaba provocando. Lo sabía. Pero aun así explotó.

— ¡Tú cállate! —gritó, señalándolo con el dedo— No todos estamos cada noche en un bar, tomando el primer licor que nos ponen delante.

— Si lo hicieras —su soberbia era aún peor que su infantilismo—, no estaríamos en esta situación. Hasta viniste a incordiar a mi casa —Dazai se cruzó de brazos en un gesto dramático—. Eres una verdadera molestia.

— ¡Cierra el pico, momia! Quería saber porque... —Chuuya detuvo la oración en seco. Eso captó la atención de Dazai, quien lo miraba de reojo expectante—.

— Porque...

Mierda. Se iba a descubrir demasiado si se lo decía ahora. Dazai adoptó una posición más abierta, como si estuviera dispuesto a escucharlo. Claro, ahora. Ahora que las palabras no salían por su garganta. O al menos, no de un modo que no fuera extraño.

— ¿Qué pasó esa noche?

— ¿Esa noche? —repitió, alzando una ceja con escepticismo— Te refieres a cuando tuve que llevarte a tu apartamento y cuidarte porque, alguien, tiene cero control sobre sí mismo ¿A eso te refieres? —si seguía apretando así sus puños, se iba a hacer sangre. El muy idiota estaba disfrutando de aquello, Chuuya lo sabía. Pero no tenía alternativa y asintió, incapaz de mirarle por la rabia que sentía— Pasó que tú no podías ni andar, no habían taxis...

— ¡Me hubieras endosado a un taxista! —exclamó Chuuya. La vitalidad había regresado a él. Eso sí que sonaba como Dazai ¿Cómo iba, ese maníaco suicida, a preocuparse por él? Lo normal es que se hubiera sacado el problema de encima. Si no lo hizo, fueron por causas ajenas a él.

— Ese entusiasmo... ¿de dónde sale? —preguntó el otro perplejo.

— Continua —le invitó Chuuya, mientras recuperaba un poco la compostura y disimulaba con una pequeña tos.

— La cuestión es que te tuve que llevar yo —suspiró Dazai—, y ¿Qué clase de borracho eres? Para ponerte a hacer eso...

— ¿Qué hice? —preguntó completamente alarmado.

Dazai lo examinó detenidamente, alargando más de lo necesario ese silencio. Chuuya tragó en seco, temiéndose lo peor. Realmente tenía una laguna sobre lo que ocurrió esa noche en su piso. Y el peor del caso es que ese manipulador era el único que sabía lo que había ocurrido, y lo recordaba a la perfección el muy insufrible.

— ¿De verdad no recuerdas nada?

A Chuuya le pareció detectar cierta molestia e incredulidad en su voz. Quiso responderle, pero Dazai lo interrumpió. Soltó un suspiro largo y pesado, luego se rascó la cabeza con cierto nerviosismo y paseó su mirada por todos los alrededores hasta que aterrizó encima de Chuuya.

— Eres de lo peor.

— ¡Repite eso, idiota!

— No soporto a las personas que no son responsables, y menos si son mis compañeros —estaba evidentemente decepcionado— Solo dais problemas.

Le molestaba que hablara así, más de él, pero en cierto modo tenía que darle la razón. No fue responsable en manejar su (poca) tolerancia al alcohol y ahora se veía así.

— ¿Nada de nada? —volvió a preguntarle Dazai. Chuuya estaba convencido de que eso era una estrategia para sumirle en la vergüenza absoluta, aunque los gestos de Dazai no casaban con esa teoría que él tenía. Negó, algo cabizbajo— Pues no vengas a buscarme hasta que recuerdes que pasó en tu piso. 

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¡Hola a todos! Aquí Alhena

Bueno, Odasaku ayudó en el reencuentro de Dazai y Chuuya. ¿Cómo creéis que logrará Chuuya lo que ocurrió en su piso? Verdaderamente no recuerda nada de nada... a desespero de Dazai ¿Y nuestro?

No olvidéis dejar un comentario y ¡muchas gracias por vuestro apoyo!

Nos vamos leyendo ;)

Feliz lunes~

Under the fireworksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora