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No recordaba la última vez que había dormido tan placenteramente. Le costó salir de su ensoñación, siendo los rayos del sol su despertador. Se movió con pereza y, lentamente, fue tomando consciencia de su cuerpo.

Pero había algo extraño allí. Sus manos se deslizaron hasta su cintura. Allí donde reposaba un brazo que emanaba calidez y firmeza. Inmediatamente sintió un sofoco subir hasta sus mejillas. Más cuando detectó que dicho brazo estaba cubierto por vendas.

Giró ligeramente, vislumbrando a Dazai dormido a su lado. O eso creía. Era cierto cuando decía que tenía el sueño ligero. Una sola mirada y ya lo había despertado. Ahora, esos ojos que eran la viva imagen de un cálido atardecer, lo miraban de vuelta. Su sonrisa, juguetona, aunque adormilada, le produjo un nudo de nervios que se instaló en su garganta.

- Buenos días -le saludó con voz grave.

Chuuya se incorporó con apuro, recostando su espalda contra el cabezal y arrancando las sabanas. Apenas acababa de darse cuenta que estaba completamente desnudo. Dazai, como mínimo, estaba tapado por todas aquellas vendas. En su mayoría. No es como si él no le hubiera visto ya completamente la noche anterior, pero por algún motivo se sentía avergonzado ahora.

- ¡¿Q-Que haces aquí?!

La sorpresa en Dazai era evidente. Recostó su cuerpo encima de su brazo derecho y lo miró con un deje de diversión que Chuuya trató de ignorar.

- ¿Te tengo que recordar algo, otra vez?

- ¡Recuerdo todo perfectamente! -Dazai rio sonoramente a su reacción- Me refiero a ¿Qué haces aquí? En la cama -concretó.

- No iba a dormir en el sofá.

- Era el sitio donde deberías dormir.

- ¿En serio? -trató de sonar indignado sin demasiado éxito. Parece ser que la imagen de Chuuya le resultaba demasiado divertida como para interpretar su habitual teatro- ¿Permitirías que durmiera allí?

- Por supuesto.

- Chuuya, eres cruel~

Como Dazai canturreaba su nombre fue la gota que colmó el brazo. De una patada lo sacó de la cama. El golpe que se pegó le dolió hasta a Chuuya, pero reprimió todo sentimiento de empatía con ese desastre que tenía por compañero.

- Que mal genio por la mañana -se quejó, mientras se rascaba la cabeza- ¿Tan mal estuvo ayer?

- ¡No seas idiota! -protestó molesto, cruzándose de brazos.

Cualquiera pensaría que Chuuya era un desalmado que solo había sucumbido a una noche de pasión con alguien a quien, técnicamente, odiaba. Pero nada más lejos de la realidad. Simplemente no sabía cómo gestionar todas esas emociones contradictorias que lo abrumaban. A diferencia de Dazai, quien parecía tomarse aquello como algo natural, Chuuya sentía que necesitaba una explicación. Algo o alguien que le dijera porque le gustó lo de la noche anterior y porque repetiría. Varias veces.

- Veta a ducharte, que tenemos faena.

- ¿No podemos ducharnos juntos?

- ¡No! -le respondió inmediatamente, a diversión del moreno quien se marchó de la habitación entre risas.

Una vez a solas, Chuuya se dejó caer en la almohada como un peso muerto. El olor de Dazai viajó hasta su nariz, provocando una reacción en su cuerpo que le sorprendió. Se avergonzó de ello y rápidamente rodó sobre su espalda para quedar boca arriba.

Con sus ojos fijos en el techo, rememoró los instantes que compartió con Dazai. Sintió el rubor instalarse en sus mejillas, un escalofrío recorrer todo su cuerpo solo con el recuerdo del tacto de Dazai sobre su piel. Y, lo más sorprendente de todo, aquella presión que sentía en su pecho que, lejos de ser incómoda, resultaba agradable.

- ¿Qué narices he hecho? -preguntó a la nada.

Dazai no tardó en aparecer nuevamente. Totalmente empapado. Chuuya lo miró de soslayo, antes de percatarse que se abalanzó sobre él, pegando su cuerpo mojado contra el suyo.

- ¡Quita! -protestaba Chuuya mientras empujaba su cabeza lejos de su abdomen.

- Así me aseguro que tú también pasas por la ducha.

- ¡Iba a hacerlo de todos modos!

- Aunque te diga que hay una cucaracha en la bañera.

- ¡No seas asqueroso!

- Yo no ¡La cucaracha! He tenido que matarla y...

- ¡No me cuentes! ¡No quiero saberlo!

Al final, ni cucaracha ni cucaracho. Todo se lo había inventado Dazai para molestarlo, como siempre. Para cuando salió de la ducha, había unos donuts y una taza de café encima de la mesa. Mejor ni preguntarle de donde los había sacado, pero posiblemente hubiera sido otro repartidor.

- Tú... -Chuuya escaneó el surtido de donuts que había en la mesa, antes de mirar como Dazai se comía uno tan felizmente- ¿Cocinas alguna vez?

- No le veo el punto.

Chuuya suspiró profundamente y se dejó caer en la silla. Tomó una de las rosquillas y la mordisqueó sin demasiado apetito. Aquello tenía demasiado azúcar para ser apenas las 8 de la mañana.

- Por cierto, creo que sé un lugar por donde podemos empezar a investigar.

- ¿Dónde?

Cierto. Estaban allí por una misión. Los eventos de la noche lo habían distraído completamente de su verdadero propósito.

- Cuando te comas el donut con glaseado rosa.

- ¡¿Y por qué ese?! -Dazai le sonrió travieso, aunque con un aire que solo indicaba que aquello era otra de sus trampas y Chuuya no tenía más opción que aceptar. A regañadientes, tomó la rosquilla en cuestión y la mordisqueó. Evitó mirar a Dazai en todo momento, pero podía sentir su mirada puesta en él- ¿Contento? -le preguntó una vez terminó.

- No te haces una idea cuánto.

Parecía tan inocente a veces y era lo más parecido a un diablo. Chuuya podía corroborarlo de primera mano. Un demonio con el que había compartido una de las mejores noches de su vida.

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El día de después siempre es... curioso y más para ellos dos ;)

Aviso que no creo que el fic se alargue mucho más, aunque espero que lo estéis disfrutando. No esperé que se hiciera tan largo, pensaba que serían unos 10 capítulos y vamos camino a los 20 jajaja

Nos vamos leyendo ;)

Feliz viernes~

Under the fireworksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora