CAPÍTULO 37 - UN RECADO

21 5 0
                                    

Ese olor... como a tierra cuando recién lloviznaba acaparó mi atención. No lo percibía desde los desafíos. Sentí miles de agujas atravesándome. Me puse la mano en un costado y me vi tirada sobre un pastizal húmedo con media cara dormida sobre el brazo. Estaba a las afueras del castillo. Quise hacerme idea sobre la hora, desconociendo si la borrosidad de las nubes se debió a quedarme dormida en mala posición. ¿Pero cuánto tiempo había estado así? Necesitaba regresar al castillo antes de que Renzo... ¿Renzo? No. Yo estaba de reposo. Mi primer instinto fue mirarme el vendaje, justo ahí, por los dedos difusos supe que estaba soñando. Me pregunté si fue normal haber dormido dentro de un sueño, desviando mi atención al galopar impetuoso que se avecinaba.

Me giré, hallando a la directora tumbada en el suelo, herida de bala, usando un vestido poco apropiado. Del otro lado Eric corría hacia ella mientras accionaba su pistola como un loco. Me agaché y pude ver un ejército de militares retumbar el suelo, que ahora estaba seco y sin vida. Gateé hacia la directora pidiéndole que se levantara. Ella no respondió. Ni siquiera parecía que estuviese viéndome. En ese entonces recordé que no estaba soñando, sino que estaba dentro de la cabeza de Eric tratando de salvarlo de donde lo tenían Liang y Destiny. Nada a mi alrededor interactuaba conmigo. Las balas de Eric no me penetraban, la directora no me oía y los militares que la atraparon no supieron nunca de mi existencia. Dios mío, estaba en uno de los mayores miedos de Eric.

La desesperación en su rostro desorbitado me asustó. Ojos grandes localizando un número absurdo de enemigos, respiración arrítmica... Eric sudaba lágrimas. Se trataba de su madre. Los militares también lo apresaron haciéndole ver el momento exacto en el que le volaban la cabeza a su amada directora.

El disparo distorsionó la escena enviándome al inicio: Eric corriendo hacia ella, que recibía el primer balazo. Así lo torturaban Liang y Destiny. Fui hacia él gritando que nada de esto era real, que esa mujer de vestido corto jamás podría ser su madre. Noté signos de que lo distraía. Muy bien. Las palabras clave. Le seguí insistiendo en que no era Mei, pero fue muy tarde.

Reaparecí nuevamente desde el inicio y de inmediato corrí hacia Eric. Le grité que su madre Mei Hayashi no usaba vestidos tan cortos y que su talento innato la salvaría. Redujo la velocidad y la miró sacarse de debajo del vestido un abanico rojo con el que repelió los tiros. Haber modificado el miedo de Eric dándole razones lógicas para que su madre no se dejara asesinar hizo que Liang y Destiny aparecieran. Eric se mantuvo estático analizando la situación. Se preguntaba qué demonios hacían ellos y... ¿yo? ¡Por fin me veía!

Destiny se acercó con la mano cerrada. No me importó recibir el puñetazo. Sabía que el dolor era producto de las contracciones del cuerpo de Eric. Ella sacó un kunai de algún lugar impulsando a Eric a intervenir ante lo que pudiera pasarme, disparándole cerca del estómago. El tiro la atravesó siguiendo como si nada.

Liang levantó las cejas, ofendido que de Eric viera solo a Destiny como amenaza. Abrió la tierra en dos pedazos con el lateral su mano, en mi dirección, para que cayera en la zanja del olvido. Me tambaleé sobre el borde hasta que Destiny terminó de empujarme. Antes de que la oscuridad me cubriera por completo vi salir de sus manos dos cuerdas formadas por las líneas de la vida. Fueron a mi rescate en contra de su voluntad. De repente todo lo que sucedía parecía propio de un sueño incoherente, y comprendía que fuese de esa manera al estar dentro de la cabeza de Eric. Este espacio era suyo y nosotros nos veíamos influenciados por sus deseos. Destiny asomó la cabeza viéndome subir con una soga hecha de sus propias manos. Congestionó las zanjas de fuego azul haciéndome salir disparada hacia la superficie con quemaduras que desaparecieron de la nada. El panorama bajó de color quedando intermitente: los ataques afectaban a Eric.

Antes de que Destiny pretendiera rostizarme otra vez le dije fuerte y claro que Danniel le había enviado un recado conmigo, uno muy importante. Liang distinguió el cambio en su rostro. Se adelantó en ordenarle que me carbonizara, pero ella estaba interesada en aquello de Danniel:

A pulso lento [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora