Nina
Contuve el llanto mientras veía a John desangrarse. Nunca apartó la vista de nosotros.
Era increíble cómo el sufrimiento ajeno le generaba un placer sublime a Clara y Marcos, que segundos más tarde se dieron un largo beso de celebración.
—«Qué asco». —Akami arrugó la cara.
—«Yo no me quiero quedar aquí viendo como esos dos se cogen —dijo Lon—, así que con permiso...». —Pasó una pierna por encima del tronco.
Eric lo detuvo por un brazo antes de que cometiera un disparate.
—«¿Qué te pasa? ¿Estás loco? Te van a matar».
—«¡Entonces qué hacemos! Ya sabes lo que viene después de eso. Te juro que lo último que quiero es verle las tetas a esa tipa».
—«Yo tampoco quiero estar aquí» —dije, arrastrando las lágrimas y limpiándome la suciedad del vendaje seco. Haber sido testigo de ese homicidio me estremeció las viseras. John no debía tener más de quince años.
—«Les guste o no, nos vamos a tener que quedar aquí arriba» —dijo Eric.
—«¡¿Qué?! ¡¿Se te zafó un tornillo?!» —Lon se exasperó tomando grandes bocanadas de aire.
—«¿Y si los matamos?» —sugirió Santiago.
—«No seas así» —dije—. «No quiero dormir esta noche con la conciencia sucia».
Las suaves curvas de Clara exigían nuestra plena atención. Era imposible no verlos. Marcos se contuvo de quitarle ninguna prenda. Se notaba por los apretones que le deformaban la carne que estaba luchando bárbaramente contra el deseo.
Eric sacó la pistola de su estuche y le apuntó a Marcos. Seguidamente oí unos disparos que me petrificaron ante la idea de que él también hubiese asesinado a una persona frente a mí.
—Tenemos que irnos ya —dijo Clara. Regresé la vista hacia ellos. Los tiros no habían salido del arma de Eric—. La directora nos quiere antes de que acaben los DAMA'S.
Antes de largarse, Marcos recogió el papel con media frase completa y Clara se despidió de John lanzándole un beso al aire. Ya estando alejados, decidimos bajar del sauce teniendo en cuenta que nosotros también debíamos irnos lo antes posible.
Akami se dirigió a Lon:
—¿Te imaginas lo que hubiese pasado si ellos...?
—Ni lo digas. Iba a tener pesadillas toda la noche.
—¿Pueden callarse? —pidió Eric con el semblante preocupado. Estaba revisando el cuerpo de John. Me agaché, a su lado, y le pregunté qué lo tenía tan... nervioso. Me comentó que debíamos hacerle saber a la directora que había un par de militares averiguando sobre los asuntos de la torre. Eric quedó en silencio analizando otra cosa. Revisó el armamento de John.
—Toma —Me acercó la pistola—, eres la única del grupo que no tiene una.
—Gracias... pero no se usarla.
—¿Recuerdas lo que te expliqué en el castillo sobre cómo recargarla y quitarle el seguro?
—Sí; me refería a que no sé disparar.
—Bien. ¿Ves esto que está aquí? —Señaló un cuadrado con un pequeño agujero sobre el arma—. Se llama punto de mira y sirve para que te guíes. Tienes que alinear la mira trasera y delantera para dar en el blanco.
Asentí.
—Hazlo.
—¿Ya?
—Sí, apunta a aquel árbol que está allá —indicó.
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A pulso lento [2]
FantasíaDecepción. Una palabra que no había significado tanto en la vida de Eric hasta que descubrió el secreto que Nina estuvo guardando durante meses. La confianza, el respeto y el cariño de Eric hacia su aprendiz se transformaron en odio, vergüenza y des...