Danniel
La pesca fue todo un éxito. Mario no había sido tan pésimo trabajando en grupo como había supuesto desde siempre. Tenía aptitudes de liderazgo y aquella paciencia bendita que lo diferenciaban. En eso éramos compatibles. Supo atajar los peces cuando estos saltaban y luchó a muerte contra uno más grande que no murió al instante de haber sido herido con el kunai. Se le resbalaba de las manos como jabón. En medio de las maniobras que Mario hacía para contenerlo, pisó uno de los cantos limosos y cayó de espaldas al agua. Me apresuré en sujetar al animal por la cola antes de que escapara. De fondo escuché las carcajadas de los demás. Yo no veía gracia en que ahora tuviese los calzoncillos empapados y estuviese casi ahogándose. Había una zona del río mucho más alejada que, aunque aparentara estar al mismo nivel que el resto, era muy profunda. Su color era distinto asemejándose a un verdoso oscuro, sucio. Un par de veces quise adentrarme en esa parte porque era lo único que no conocía del río. Casi me ahogaba también. El agua me sobrepasaba y hubo una corriente extraña que me sugirió no volver. Y así lo hice. Por eso no me causaba chiste la situación de Mario. Ciertamente este lugar del río no tenía nada de profundo a comparación del otro, pero tampoco era motivo de burla. Le ofrecí la mano. Se apartó el cabello pegado del rostro y me observó con el ceño fruncido. Pensé por un momento que había hecho algo mal, pero su disgusto era con Kenjiro, que después de un momento todavía se reía. Aceptó la ayuda y se levantó, contento de que no hubiese dejado escapar al animal.
Ya en la hoguera, Tessa procedió a hervir el agua en un recipiente que había en el equipaje que conservábamos, mientras Kenjiro y yo escamábamos los peces.
—Si quieres ven a secarte —oí la voz de Tessa y me giré. Se lo decía a Mario, que estaba a mi lado exprimiendo la camisa—. Yo podría practicar secándote la ropa, ¿no crees?
Alcé la mirada con cautela, viéndolo dudar entre ir o quedarse con nosotros.
—Anda, tío —dije—. Nosotros terminaremos rápido. —Raspé el pescado con el kunai viendo las escamas volar en cualquier dirección.
Desde que iniciaron los DAMA'S Tessa y Mario se habían acercado más de lo usual. Se les veía abrazándose, riéndose y mirarse con demasiado interés. No me molestaba que mi ex guía tuviese un romance con él. No era mal tipo después de todo. Me extrañaba que los sentimientos de ambos estuviesen germinando a estas alturas y no mientras estuvimos en el castillo.
Tessa le guindó la ropa sobre una rama donde el vapor de la hoguera la secaría un poco antes de terminar de comer. Ella no practicaría el manejo del fuego blanco directamente en las prendas porque lo más probable era que las quemara. Necesitaba que alguien le dijera si estaba usando la temperatura correcta. Y para eso estaba Mario. Los vi de reojo hablando muy juntos mientras Tessa le colocaba las manos sobre los brazos morenos y las gotas se evaporaban. Volví la mirada al siguiente pescado en escamar, liberando un suspiro.
—Piensas que todo esto nos quitará tiempo, ¿no es así? —preguntó Kenjiro, enjuagando el pez—. Hervir el agua, conseguir nuestra propia comida... ¿Crees que no ganaremos?
—No creo eso, es solo que... —Hice un corte en medio del animal y lo abrí para sacarle las tripas. Kenjiro, como todos los participantes que experimentan su primera vez, tenía la ilusión de ganar y hacer que su hermano Félix se sintiera orgulloso de él. Félix ya lo estaba, por supuesto, pero Kenjiro deseaba que él lo viera como un hayasher independiente y no como el hermanito que debía proteger porque aún no dominaba las pócimas a un nivel decente—. Haber permitido que se llevaran el equipaje fue lo peor que pude haber hecho —dije.
—No fue tu culpa, yo era el encargado, ¿recuerdas?
—Sí, pero yo te los quité porque... —decidí callar, apretando los dientes.
—Porque sabías que yo nunca iba a poder protegerlos, lo sé —dijo Kenjiro, echándose el cabello hacia atrás—. No soy un niño débil, ¿entiendes? Tú eres más grande, sabio y testarudo que yo, e igualmente te los quitaron.
—No me los quitaron porque hubiese sido más grande, sabio y testarudo, me los quitaron porque cualquier movimiento de ataque que hiciera podía poneros en peligro. A vosotros. Al equipo. —Me lavé las manos—. Pensé que Martha se volvería loca con esa cosa del trastorno postraumático. Mírala —Kenjiro volteó en su dirección, observándola vigilar el perímetro desde el árbol con las piernas cruzadas sobre la rama—, ella tampoco hubiese permitido que nos quitaran el equipaje de la comida. Se paralizó por un momento. Todos estuvimos donde tú estuviste, Kenjiro. Todos nos paralizamos, alzamos las manos y pensamos que íbamos a morir. Por eso preferí rendirme y dejar que se lo llevaran.
—Lo sé. Ahora nos costará más ganar. —Trasladó los peces con su cabello hacia Tessa, que jugueteaba con los dedos de Mario.
—Tal vez. Pero te aseguro que, hoy lunes, ya hay equipos desintegrados, malheridos o quizá muertos.
Después de comer y esperar que el agua se enfriara para consumirla, Martha nos dio una charla realista de cómo sería nuestra situación de ahora en adelante. Nuestro enfoque ya no serían las grullas sino la comida y la supervivencia en general. Cuando nos dijo todo eso, sin anestesia, la fe de Kenjiro se fue al suelo junto con la mía. Tessa y Mario también parecían conmocionados, e incluso molestos, pero ellos tenían un nuevo interés para refugiarse. Martha tampoco parecía muy feliz de haber tomado esa decisión como líder. Fue racional. Así debía ser. No significaba que nos retiraríamos, significaba que los origami pasarían a segundo plano.
Martha tomó el mapa y modificó la ruta. Llegaríamos sanos y completos a la casa del árbol si evitábamos los enfrentamientos, buscábamos algo más qué comer además de los peces y nos manteníamos unidos. Ahora solo nos tocaba enfrentar el resto de la tarde y noche con resignación. Al menos conservábamos los sacos de dormir, el pulso y la ligera sensación de que este bosque no nos odiaba lo suficiente como para tragarnos.
¡Nuevo capítulo! Espero que les haya gustado. No olviden dejarme su estrellita, comentar y compartir si les está gustando la novela
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A pulso lento [2]
FantasyDecepción. Una palabra que no había significado tanto en la vida de Eric hasta que descubrió el secreto que Nina estuvo guardando durante meses. La confianza, el respeto y el cariño de Eric hacia su aprendiz se transformaron en odio, vergüenza y des...