Hades y Adara pte2

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Adara Santoro

—En verdad tu si querías una familia numerosa—dice Zaria

—Te recuerdo que no estaba buscando este bebe—le menciono

—Lo se—sonrie—. Déjame adivinar, ¿La isla?

—Posiblemente—murmuro

—Ustedes en verdad tienen tiempo—se sorprende—Hades como Capo en verdad tiene tiempo de hacerte más hijos.

Suelto una leve risa mientras negaba.

—¿Que dijo el médico?—pregunta Emma

—Que todo estaba bien y que tengo casi siete semanas—respondo

—¿Que será está vez?—inquiere Zaria

—Yo digo que niño—asegura Karina

—Uhm yo digo que una niña—murmura Emma

—Posiblemente sea un niño—apoya Zaria

—Sea niño o niña, será amado igual

—Eso mami—se burla Zaria y solo ruedo mis ojos.

—Mamá—Kira llega a la sala con un cuaderno en sus brazos—no se que hacer

—¿Por qué?

—Me dijeron que debo de poner en que trabaja papá, ¿Que pongo?

—Que mata gente—habla Zaria

—Zaria—miro seriamente a mi prima—. Puedes poner que papá trabaja desde casa y tiene muchos socios

—Okey—asiente y abandona la sala

Los niños se habían tomado bien la idea de un nuevo hermano, claramente Raven estaba notando que mientras más hermanos tuviera, mayor sería su deber con ellos cuando sea mayor.

••••••••••••

Semana 12, tres meses

—Raven empezará a entrenar aún más—me avisa Hades

—Bien—suspiro—solo no lo dejes tomar un arma hasta los trece.

—Lo se cariño—asiente—. ¿Cómo te sientes?

—Bien—sonrio—solo tengo algo de sueño.

—Ve y toma una siesta

—No, debo de ayudar a Dante con sus deberes

—No te fuerces mucho

—Estoy embarazada, no enferma—le digo

El solo suspira y yo le doy un corto beso para después dirigirme a la habitación de los gemelos.

Al entrar veo a Dante y Matteo en sus respectivas camas. Matteo veía atentamente las caricaturas en su tableta mientras que Dante estaba jugando con el Nintendo de Raven.

—Dante, es hora de hacer tu deber

—Bueno mamá—acepta dejando aún lado el juego

Agarro su mochila y de ella saco el libro de matemáticas junto sus lápices.

—¿Matteo no tienes deberes?

Matteo niega lentamente mientras miraba la tableta, miro a su gemelo que solo encoge sus hombros. Claramente tenía deber, ambos iban en el mismo salón.

—Lo termine en la escuela—me avisa

—¿Me lo muestras?

Asiente y de su mochila saca su libro, busco el deber y reviso que en verdad lo haya hecho. Le entrego su libro cuando veo el timbre de su maestra y empiezo ayudar a Dante.

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