Capítulo 5: Te amo, idiota

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—La clase ha comenzado hace veinte minutos, señorita Rivers —espetó la profesora antes de que pudiera cerrar la puerta.

—Lo siento —pronuncié y tomé asiento con su mirada clavándome en la espalda. Me dolía la cabeza y había dormido menos de tres horas, lo que menos me interesaba ahora era discutir mi tardanza.

Lucas, sentado a mi izquierda y alejado de mi por un par de centímetros, me observaba con una sonrisa ladeada, de seguro listo para burlarse, como siempre. Ni siquiera me molesté en saludarlo. Otra de las cosas que menos me interesaban ahora, era Lucas y su pasión por molestarme.

A mi derecha, Jackson dormía plácidamente con los brazos flexionados sobre el banco y su cabeza enterrada en ellos. Llevaba puesta una remera blanca manga corta que me permitía admirar sus marcados brazos. Sin moverse, abrió un ojo y me atrapó observándolo. Desvié la vista después de verlo sonreír.

—Llegas veinte minutos tarde, jovencita —burló.

—Y tu no deberías dormir en clase, jovencito.

—No debimos quedarnos hasta tan tarde —bostezó.

—¿Qué hay de esa juventud que tanto decías?

—Se perdió. Ahora quiero dormir.

Reí y busqué una pastilla de mi mochila.

—Ten esto.

Jackson entrecerró los ojos.

—¿Me vas a drogar?

—Si —bromeé.

—Bien —respondió, aceptando la pastilla. Jackson iba a tomársela sin agua y le golpeé el brazo (fuerte. Muy fuerte. Y no hablaba del golpe, sino de mis manos rozando sus músculos), haciéndolo sobresaltar.

—Con la boca seca no —lo regañé, dándole también mi botella de agua. Él rodó los ojos.

—Pareces mi madre.

—Y tú un niño.

Jackson, sin motivo alguno, sacudió mi cabello con la mano y se acostó nuevamente a dormir.

•••

—No me robes mis papas —protestó.

—¡Pero quiero una!

—Te pregunte tres veces si estabas segura de no querer que te pida y dijiste que si.

—¡Es que en ese momento no quería!

—¡Esa no es excusa para robarte las mías! —finalizó Jackson, empujando el recipiente de papas fritas hacía él. Rodé los ojos.

—¡Egoísta!

—¡Ladrona!

—¡Soy tu mejor amiga!

—¡Y es mi comida!

—Yo te dejé probar mi hamburguesa y le diste un bocado de tres metros de largo —le recordé.

—¡Eso es mentira!

—¡Es verdad, mira! —levanté mi hamburguesa delante de sus ojos. Aún quedaban rastros de su enorme bocata—. Además, te estaba ayudando. Debemos almorzar rápido, antes que se largue la lluvia.

Después de clases, Jackson y yo decidimos hacer un picnic express. Compramos gaseosas, hamburguesas, papas fritas para él y nuggets para mi.

El sol aún estaba en lo alto, y le daba en los ojos a Jack, causando que se vieran más claros de lo que ya eran. Si me preguntaban a mi, se veían más preciosos que nunca, aunque siempre parecían estarlo. Y para confirmar la teoría, el sol se escondió entre las nubes y seguían sosteniendo la belleza.

—Oye, Ell. No me contaste cómo la pasaste anoche.

—¿En el bar?

—Si, dime.

—Pues... bien, no lo sé.

—¿No lo sabes?

—Normal. No fue de las mejores, pero tampoco de las peores. ¿Y tú? Cassidy parecía estar pasándoselo a lo grande —el tono de voz me fue bajando. Jackson sonrió, quizás al oír su nombre y recordarla a ella.

—Fue de las mejores noches de mi vida. ¿Sabías que Cassidy viene de Londres? Me dijo que allí no habían chicos tan atractivos como yo —comentó en un tono de broma. Hice un esfuerzo por reír.

Cassidy no era la única que pensaba así. La diferencia era que ella si se atrevía a decírselo.

—Te mintió —bromeé. Jackson me lanzó una papa.

—La que miente aquí eres tú. Sabes que soy guapo.

—Si, quizás —admití. Él sonrió—. Pero también un presumido y egocéntrico —añadí. Jackson se puso serio, y esta vez quien sonrió fui yo—. ¿Y qué tal? ¿La besaste?

—Todavía no, pero conseguí su numero y una cita para el sábado.

—¿El sábado?

—Sé que dije que te pasaría por ti e iríamos al Bing's. Pero... ¡Ell, es por una buena causa! —exclamó.

Ese crack fue mi corazón rompiéndose.

—Está bien, Jack. No tienes que darme explicaciones.

—Es que... ¡Me siento tan mal! Sé que tienes que pasar toda la mañana con Luke y eso no te agrada... Y yo te prometí que iríamos... Pero es el único día que Cassidy podía y...

—Jack, no tienes que explicarme nada —repetí.

—Pero...

—Está bien. Lo entiendo, tienes una cita.

—¿Me perdonas? —preguntó, observándome con la expresión de un cachorrito triste, ofreciéndome sus papas fritas. Ladeé mis labios en una leve sonrisa, el estómago ya se me había cerrado.

—Ya no tengo hambre. Pero si, Jack. Te perdono.

Jackson sonrió, y tras dejar el recipiente de vuelta sobre el césped, se inclinó hacia mi y enredó sus fuertes brazos al rededor de mi cuerpo. Su perfume invadió mis fosas nasales. Era riquísimo, característico de él.

Al separarnos, él observó a nuestro alrededor y arrancó una pequeña flor amarilla. Me la tendió.

—Para ti.

—Eres un idiota —sonreí—, gracias— quise mantener la calma, pero por dentro estaba muriendo de la emoción. Y por ese pequeño acto, no me quería imaginar si me obsequiaba un ramo.

En ese momento, el cielo oscureció de repente y un estruendo resonó en forma de trueno. Ambos nos sobresaltamos y nos miramos, sorprendidos. Jackson tomó las papas fritas (si, fue lo primero que protegió) y salimos casi corriendo antes de que la lluvia se avecinara. A los pocos metros, ya nos encontrábamos empapados de arriba abajo.

Jackson tomó mi mano y me arrastró hacia un árbol cercano con la idea de refugiarnos bajo las ramas, pero ocurrió todo lo contrario. Las hojas vertían toda el agua que guardaban en nosotros.

Volvimos a mirarnos y reímos por la situación. Se le había pegado el cabello a la frente y la remera blanca que llevaba me estaba obsequiando todo un show.

—Esto es increíble —musitó. Su voz se mezclaba con el sonido de la lluvia.

Supe que ese momento sería un recuerdo imborrable en mi corazón. Sin importar lo que ocurriera o lo que yo sintiese por Jack, él y yo teníamos algo más allá de la amistad. Era un vínculo especial, un laso que ni siquiera el tiempo o la distancia podrían romper.

Entonces, tomándolo desprevenido, me puse en puntas de pie y lo abracé.

—Te amo, idiota.

Él, ella y él [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora