Capítulo 13: Burning Love

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—¿Luke?

—Hola, viejo. Justo estaba por enseñarle a conducir a este pequeño ser diabólico. ¿Quieres venir?

—¡Jamás acepté!

—Te reirías si vieras el titulo del nombre del libro que estaba leyendo.

—¡Lucas!

—¿Qué hacen ustedes dos juntos? ¿No se odianban?

—Odiamos, en presente —recalqué.

—Pues si quiero ver como conduces —cambió rotundamente de tema. Fruncí el ceño. ¿No le parecía extraño haberme encontrado pasando la tarde junto a su mejor amigo, en mi propia casa? Porque si yo lo encontrara accidentalmente a solas con Cassidy, creo que colapsaría por dentro.

—¿Quieren morir?

—No seas exagerada, lo vas a hacer bien.

—Pero recuerda que el pedal del medio es el del freno —burló Lucas. Rodé los ojos.

—El derecho es el freno. Entiendo —burlé igual. Sus ojos se abrieron como platos y reí—. No exageres, no los voy a matar, porque no voy a conducir hoy.

•••

—¿Estoy apretando el freno?

—Ahora tienes que apretar el embrague, no el freno —recordó Jackson, mi aterrado copiloto.

—¿Y estoy apretando el embrague?

Lucas, asomado entre los dos asientos, intentó mirar desde atrás si mi pie estaba en el pedal correcto.

—Ese es el acelerador. Agradece que el auto no está en marcha aún —dijo y Jack se tensó aún más.

—¿Te quieres bajar?

—No te preocupes, me gustan los riesgos.

Golpeé su hombro y Lucas el mío. Chillé, confusa.

—¡Auch, idiota! ¿Y eso por qué?

—Lección número uno: Nunca sueltes el volante.

—¡Pero todavía no estoy conduciendo!

—Estás a punto de, así que por favor, concéntrate. Lección número dos: Quita el pie de ahí y ponlo en el pedal izquierdo si no quieres encender el auto y terminar en China. Debes mantenerlo presionado para encenderlo.

—No quiero hacer esto, tengo miedo.

—Créeme, yo también —dijo Jack.

—Lo harás bien, solo tienes que escuchar con atención lo que te digo y confiar en ti misma —por el contrario de Jack, Lucas parecía de lo más tranquilo.

—Muy bien. Pie en el embrague, enciendo el auto, acelero despacio y ya. ¿Correcto?

—Así es.

Asentí con la cabeza y seguí las instrucciones. Jack se sujetó de la puerta y observé la sonrisa de Lucas por el espejo retrovisor.

—Por más buenas que sean las vistas, debes mantener los ojos en el camino, Rivers —dijo Lucas y enrojecí por completo. Jack siquiera se inmutó.

Giré la llave y el auto hizo sonido.

—¡Lo hice! ¡Lo encendí!

—Que bien, quizás en tres años lleguemos a la esquina de la calle —bromeó Lucas.

—Si, y quizás en un segundo tengas mi puño en tu cara —retruqué y carcajeó.

—Gruñona y violenta, cómo no.

Él, ella y él [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora