Capitulo 10 | Sin Opciones

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El día siguiente llego, estaba a punto de ser las 9 de la mañana cuando Caesar salió de su mansión para poder subirse a su auto cuando el sonido de un viejo motor llego a sus oídos haciendo que se detuviera de entrar en su vehículo para voltear la cabeza y ver con sus ojos un viejo scooter que estaba a punto de averiarse casi sin remedio alguno pero lo más destacable es que reconoció la cabellera castaña que sobresalía del casco.

—«Con que así es como planeaba resolver el problema»—pensó el Zar viendo como la mujer se quitaba el casco y se acomodaba el cabello de la cara—

—Uff, justo a tiempo —exclamo Hyun-ki como si nada mientras dejaba el viejo scooter acomodado junto con el casco antes de notar que la miraban—

La muchacha alzo la vista para ver que toda la atención estaba centrada en ella pero eso no le importo, simplemente paso al lado de Caesar como si nada para saludar amigablemente al mayordomo y pedirle que la guiara por la mansión hasta la biblioteca.

El mayordomo miró a Caesar dudoso antes de que el hombre tomara la palabra.

—Guíala

—Como ordene, Zar —dijo el mayordomo haciendo una leve reverencia antes de voltear a ver a Hyun-ki—Sígame por favor

Los dos comenzaron a desaparecer de la vista del Zar pero el no la despego de la espalda de la mujer sin decir una palabra antes de que una sonrisa apareciera en el rostro del hombre haciendo que todos los que estaban conteniendo la respiración hasta ese momento se sobresaltaran y dejaran de respirar por completo.

El Zar se está riendo

Era algo insólito ver esa expresión en su rostro, sus ojos siempre amargados ahora estaban suavizados y con una cómoda sonrisa en el rostro. No fue hasta que Caesar volteo la cabeza y se metió al auto que todos reaccionaron y retomaron sus labores.

El sedán salió del jardín con un suave sonido de motor, dejando a más de un hombre con el rostro pálido como un fantasma mientras que Caesar desde su asiento se sumergió en sus pensamientos en silencio.

Un maldito scooter

Que molesto...—murmuro Caesar antes de llevarse su puro recién encendido a la boca—

[...]

La primera vez que escucho la cantidad de trabajo que Caesar le dijo que tendría con todo el papeleo que había pensó que estaba exagerando hasta que el primer día llego y vio TODO lo que tenia que organizar y revisar, al final el había tenido razón de que nada de esto hubiera terminado de caber en donde se estaba quedando.

Conforme pasaron los días le quedo cada vez mas claro que el fallecido tenía mucha corrupción encima al igual que la riqueza, toda la situación le generaba un asco en el estomago y no pudo evitar desear que ojalá el tipo se estuviera pudriendo en el infierno pero rápidamente volvía a sus cabales y retomaba en trabajo.

En el resto de los días no se topó con Caesar en ningún momento o cruzaron palabra, solo lo veía irse en las mañanas y como ella se iba antes de que el llegara jamás se lo cruzo lo que le permitió trabajar en paz y hacer que recordara con gracia la advertencia de Lee.

¡Si ese tipo te hace algo recuerda lo que te enseñe!

Su amigo estaba indignado después de que le conto todo lo que paso con el mafioso y su padre estaba preocupado, pero ella siempre los tranquilizaba a ambos con tres llamadas al dia, una cuando salía de casa en el scooter, otra rápida en el almuerzo y una final cuando llegaba a casa así sus hombres favoritos estaban tranquilos.

Refugio | FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora