El aprendiz de la magia.

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Claro que había la manera sencilla de hacer las cosas, solo tenía que tronar los dedos, mientras pensaba seriamente en lo que deseaba y todo se haría de esa manera. Cómo un genio de los cuentos humanos.

Pero algo que Crowley no entendía y quizá nunca haría, era que a Aziraphale le gustaba ir por el camino algo difícil, en realidad ni el mismo entendía ese gusto por complicarse un poco para llegar a lo que deseaba.

Le daba una sensación de logro, algo que se hacía con su propio esfuerzo y no que solo estaba ahí por obra divina (Nunca mejor dicho). Así que si veía anunciado clases de algo, ahí estaría Aziraphale siendo el alumno más entusiasta.

Pero había algo que era aún más especial para él, los trucos, la magia, las ilusiones que los humanos habían creado.

Fue en uno de los primeros asentamientos humanos que se creaban, le gustaba estar cerca, pero no tanto de ellos, eran criaturas muy interesantes. Tomo asiento junto al fuego al lado de varias mujeres que alimentaban y jugaban con sus niños.

Una de esas mujeres, que para Zira era más una niña, tomo una pequeña piedra y se la mostró al niño que tenía sobre sus piernas, la movió entre sus manos y cuando el niño se distrajo un poco, dejo caer la piedra al piso, cuando el niño presto atención y noto la ausencia de la piedra, abrió sus pequeños ojos tan grande, mirando tanto como su vista le dejaba y comenzó a reír, aplaudir con sus manitas.

El ángel no había visto tanta inocencia desde hace mucho, se unió a las risas de otras mujeres y niños. Era obvio el truco ahí, algo tan simple, pero que al mismo tiempo no se ve todos los días había logrado la felicidad.

Se pregunto entonces si podía el mismo alcanzar el punto para hacer felices a las personas y hacerlos reír de esa manera tan explosiva y sincera.

Aprendió entonces de tantos lugares como podía, en un club de caballeros aprendió de un hombre muy borracho como aparecer una moneda, de una pequeña niña a la que le tomo tres oportunidades aprendió a “convertir un lápiz de madera en un lápiz de goma”, fue a todo tipo de clases e iba absorbiendo todo lo que pareciera magia.

Entonces sus sueños comenzaron a ir a grande, cada que podía hacía trucos pequeños para causar la alegría de las personas a su alrededor, era muy fácil alegrar a un humano si se esforzaba un poco.

Pero al que no lograba hacer reír era a Crowley que parecía en un estado perpetuo de amargura, sería muy bueno volver a verlo reír alegremente como cuando el ahora demonio le enseño su más grande creación, las estrellas.

Crowley no podía entender la fascinación del ángel por los trucos humanos. Le parecían infantiles y aburridos. Él prefería usar sus poderes demoníacos para causar caos y diversión. Le gustaba ver las reacciones de los humanos cuando les hacía bromas pesadas o les tentaba con sus deseos más oscuros. Era mucho más entretenido que sacar una flor de la manga o cortar una cuerda con las manos, desaparecer y aparecer una mano que nunca desapareció o apareció.

Pero Aziraphale insistía en mostrarle sus nuevos trucos cada vez que se encontraban. Le hacía sentarse frente a él y le pedía que prestara atención. Le decía que era importante para él compartir su pasión con su mejor amigo. Y Crowley no podía negarse. Porque aunque no lo admitiera, le importaba el ángel. Le importaba mucho. Además no siempre le oía decir que eran amigos, mucho menos que eran MEJORES amigos.

Así que Crowley fingía interés y admiración por los trucos del ángel. Le aplaudía y le felicitaba con una sonrisa forzada. Pero por dentro se aburría y se impacientaba. Quería hacer algo más divertido con el ángel. Deseaba algo más íntimo con el ángel, consideraba que aquello sería más divertido.

Pero no se atrevía a decírselo. Tenía miedo de que el ángel lo rechazara o lo juzgara. Tenía miedo de que el ángel lo odiara o lo abandonara, eran enemigo hereditarios ¿No?, Así que se conformaba con verlo hacer sus trucos y escucharlo hablar con entusiasmo.

Ser su aliado, quién veía los actos mágicos que se le ocurría, estaba bien por ahora.

Presagios Históricos (Fictober 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora