*⁠･⁠｡ﾟCúrame - Chanmin *⁠･⁠｡ﾟ

De vuelta al combate

A pesar de que los combates habían continuado en la ausencia del menor, Bangchan se sentía angustiado; como si estuviera de vuelta al ruedo después de mucho tiempo y hubiera ciertas expectativas alrededor de él, expectativas, que solo él mismo se ponía.

Se sentía extraño, como si tuviera que sorprender a alguien más que a él mismo, así como en los viejos tiempos donde iniciaba en el mundo del boxeo y sentía la necesidad de destacar.

En la sala, a pocos minutos del combate, el rubio se ajusta con fuerza las vendas que rodean sus manos y muñecas, asegurándose de que están posicionadas en su lugar y absorberán el sudor a la perfección para que el guante no resbale. Minho entra a los minutos después con las manos en los bolsillos y con una sonrisa ladina que combina con sus rasgos felinos.

— Pareces muy tenso, Bangchan. –murmuró Minho palmeando su hombro. Si amigo, por el contrario, se limitó a mirarlo y fruncir el ceño, gesto que ambos entendían y fue lo único que bastó para que Minho volviera a hablar. – No sé qué le dijiste aquel día, Chan, pero está aquí.

— ¿Qué?

— Seungmin –aclaró el peligrisaceo– Ha venido.

Tan pronto como mencionó su nombre, los hombros extensos de Bangchan se tensaron bajo su mano aún apoyada en su hombro. Sabía lo mucho que el rubio había deseado que la presencia del pelinegro estuviera en su campo de visión esta noche, y el hecho de que aquello se hubiera cumplido, era una razón de peso para que los nervios del rubio incrementaran. Minho retiró su mano a los segundos después, ayudándole a su amigo a ponerse los guantes de boxeo y caminando junto a él a la puerta cercana al ring.

Bangchan sacudió sus hombros con movimientos circulares, deshaciéndose de su repentina tensión y recordándose mentalmente que debía centrarse en ganar, en no dejar que le partieran la crisma esta noche, no dejar que la presencia del menos influyera, no demasiado.

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Jisung se encontraba tirando de la manga de su amigo con insistencia entre la multitud, soltando alguna que otra maldición.

— Al grandullón de tu novio se le podía haber ocurrido darte un pase vip o algo. –murmuró de mala gana Seungmin haciendo que Jisung soltara una risotada estando de acuerdo con él.

— Ya le haré drama más tarde, no te preocupes. –sonrió divertido– ¿Te encuentras bien? Aún estamos a tiempo de salir, hay mucha gente y puedo entender lo frustrante que puede llegar a ser. Además... ¿Creés que la agresividad no te...? –el castaño dejó de hablar por unos segundos pensando bien la palabra mientras se colocaban en los asiento de primera fila guardados previamente por Felix, quién les sonreía mientras Jisung le daba una mirada de ayuda, la cual el pecoso captó enseguida.

— A lo que se refiere Jisung es que, bueno, después de un suceso postraumático donde hubo un tanto de agresividad... –hizo una pausa y puso su mano en el hombro del pelinegro– No queremos que al presenciarlo, aunque sea de este modo, te remueva por dentro, Seungmin. Así que si en algún momento necesitas irte, no dudes en hacérnoslo saber.

El tercero, quién estuvo callado mirándolos y escuchando atentamente, los miró por unos segundos y asintió sin saber que decir. Aún le costaba llevar su día a cabo o simplemente entender sus emociones sin querer escarbar mucho en ellas, así que se limitó a salir de su burbuja de comodidad y empezar a probar con esto. No sólo quería volver a trabajar en lo que tanto había soñado, que era la medicina, sino que también ansiaba las diversiones que eso le brindaba y a lo que se había acostumbrado con gran facilidad; las miradas compartidas y peleas sin sentido con Chan, los broncas de Minho que solo le producían ganas de reír, (sobre todo cuando regañaba a Changbin), o sus charlas diarias en los descansos con Yeji y el nuevo empleado, Jeongin.