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Bangchan mostró una sonrisa ladina por la aparente inocencia de su menor, la cual, Seungmin se quedó mirando más de la cuenta. Al estar cerca, podía admirar aquellos hoyuelos que no salían de su mente desde el día que los vió en la foto de su expediente; se habían vuelto una obsesión para él, obviamente por los hoyuelos, no por el rubio que los poseía y los hacía ver de manera insana.

- Seungmin, disimulas muy mal, ¿sabes? Te has pasado la mayor parte del trayecto cerca de mi cuello, me vas a hacer perder la cordura.

El nombrados se sonrojó notoriamente al sentirse expuesto de ese modo, sabiendo que tenía razón, pues a pesar de que se despertó estando ya en su espalda no quería alejarse de él, su aroma le atraía de manera sobrenatural, cohibiendo sus sentidos y luchando contra las ganas de enterrar su rostro en el cuello del rubio.

- Es que... Me da pereza caminar. -excusó el pelinegro- Además, tanto músculo y ejercicio para que no lo uses es una pena. Piensa en positivo, al llevarme sobre tí sigues cargando peso y sí te pones como the rock será gracias a mí.

- ¿The rock, en serio?

- ¿Has visto que músculos tiene? Yo no me metería con él, la verdad.

- ¿Y conmigo sí?

- Pues sí, es divertido, además, probablemente a the rock solo se me ocurriría llamarle calvo o vacilarle con que los piojos usan su cabeza como un tobogán para divertirse. Tú, en cambio, eres la Barbie en otro universo, estoy seguro de que en tu casa tienes un armario gigante o mil habitaciones secretas que solo sirven para acumular polvo pero que tienen cosas sumamente increíbles. Aunque, bueno, siendo tan soso como eres tal vez eres la versión de Barbie en emo.

- ¿Acaso quieres venir a mi casa para comprobarlo? - murmuró Chan ignorando las ideas locas del menor y haciendo que el contrario se pusiera nervioso por su comentario inesperado. Este recibió un golpe leve en su hombro por parte de Seungmin.

- ¡Christopher Bangchan! ¿Puedes pensar con el cerebro por una vez en tu vida, pito flojo?

Aquello hizo que el mayor soltará una risa socarrona, ¿Cómo se le ocurrían aquellas cosas? Verdaderamente el menor tenía demasiada imaginación. Sin embargo, a pesar de que el menor le ponía de buen humor, aún seguía molesto por aquello que vió en su móvil y que, además, debía darle una noticia que no le generaba del todo tranquilidad.

El edificio donde se alojarían por ciertos días estaba ya frente a ellos, haciendo que el rubio sintiera que era el momento para hablar.

- Oye Seungmin. -habló bajándolo con cuidado en su espalda y entrando por la puerta principal del hotel, el cual, era bastante grande.

El pelinegro alzó la vista hacía él, posando toda su atención y dándole permiso de seguir hablando. El rubio se ordenó un poco el pelo y se acercó a recepción, intercambiando cuatro palabras y una llave que la recepcionista le tendió con ojos de cordero deseando ser capturado.

La mano del mayor se deslizó por la espalda del Seungmin indicándole el camino hacía la habitación y fue ahí, donde volvió a retomar la conversación.

- Tendré que salir ahora, pero recuerda que el combate es en unas horas, así que descansa o disfruta de las vistas de los ángeles, llámame si necesitas algo, ¿Entendido? - tomó una pausa para mirar al chico que tenía a su lado y continuó con voz cansada - Solo si es importante o necesitas verdaderamente algo, me matarán si reviso el móvil cada dos por tres. - advirtió pese a que sabía que estaría pendiente de él todo el rato.

El contrario asintió curioso, preguntándose a donde iría. Sin embargo, decidió no cuestionarlo y bromear sobre lo dicho. Hacía rato que la tensión entre ellos era notoria, pero también el menor notó que el rubio actuaba algo...¿Extraño? De todos modos, la mano del mayor seguía sobre la espalda baja de este y no se quitó hasta que entraron a la habitación que compartirían.

*⁠・⁠。゚Cúrame - Chanmin *⁠・⁠。゚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora