Capítulo 5.- Enid
El trabajo no es sencillo, remodelar entre dos personas que en su vida habían hecho esto resulta en complicaciones, algunas graciosas como ver al lobo resbalarse con la pintura, otras no tanto, como las 4 veces que Merlina se cayó de las escaleras, en ninguna toco el piso pero el ojiazul estaba muy nervioso, llegando a un punto en que las únicas escaleras que podía subir eran las que daban a la cabaña.
Pero con todo y todo, antes de que llegara el invierno la cabaña se encuentra... mejor. Sería una mentira decir que está como nueva una construcción de casi 100 años pero está funcional, reforzada y habitable.
-Te falta un mueble aquí. -Señala a una de las paredes donde tienen amontonados los frascos de duraznos.
-Tengo muebles. -Señala la mesa, las dos sillas, las dos camas y hasta la mesita de noche que apenas trajo cargando desde el lago. -Sostiene cosas.
-Pero si tienes uno que sostiene cosas todo el tiempo, es mejor. -El lobo no entiende y lo deja estar, si la chica quiere poner más mesas en toda la guarida, que así sea.
Ahora solo pintan el exterior de la cabaña para terminar de tapar el resto de las grietas, cuando la noche se acerca hacen una fogata donde comen carne de oso seca y Merlina le lee un poco. Al lobo le gusta escuchar su voz e intenta con todas su fuerzas eso que le dijo "imaginar" ver imágenes que no ha vivido pasaran en su mente dependiendo de lo que ella va relatando.
- "Cuando entraron, después de atravesar un jardín de granados, el mercader le trajo agua de rosas en un lavatorio de cobre para que se lavara las manos, y melones maduros para que apagara su sed, y un plato de arroz con una porción de cabrito asado para que saciara su hambre." -La chica bosteza. –"Una vez que hubo acabado de comer, lo llevó a la habitación para invitados, y le deseo una buena noche."
-Es hora de que salga a cazar.
-Todavía no termino el capítulo.
-Ya será mañana. -Se levanta del suelo sacudiéndose el polvo. -Duerme.
Cuando el lobo se ha alejado lo suficiente, la chica cierra su libro, y regresa a la cabaña por un cuchillo de cocina, sus calcetas más gruesas de lana y se coloca firme las sandalias adentrándose por su cuenta en el oscuro bosque.
Con los meses se ha adaptado al terreno, conoce el camino hacia el lago o hacia el claro de las mariposas pero ahora vaga a oscuras por otra zona, solo guiada por los sonidos de los animales.
-Esto es estúpido. -Se murmura para ella misma. -¿Qué tiene de malo que salga de noche? Siempre regresa, lo que haga no es de mi incumbencia pero... -Se tiene que quitar una telaraña que le pegó directo en la cara. –No puedo terminar mi investigación sin saberlo.
Hasta el momento ha escrito 5 cuadernos medianos con toda clase de información, medidas antropomórficas, bueno la mayoría de ellas, algunos... apéndices no se ha atrevido a medirlos o a tomar muchas notas sobre ellos. Bocetos varios para acompañar sus notas y claro uno que otro mechon de pelo que va recolectando del piso.
Ahora estaba de noche a tientas buscando a palos "algo", no sabe exactamente el qué y antes de que se plantee la retirada esperando dar con el camino de regreso, escucha ruidos de pisadas. La jóven sube el cuchillo y se pone alerta, caminando lentamente pero poco tardó el animal en lanzarse. Ella da una cuchillada pero es tirada al frío piso y antes de que pueda hacer algo más otro animal entra en la escena.
Lo que alcanza a ver son dos animales revolcándose, escucha como gruñen, pelean y se lastiman hasta que el siguiente sonido es de un hueso roto y el jadeo de un animal moribundo. Por el miedo la morena sigue alerta y al sentir que algo se aproxima lanza una chuchillada que da directo en la cara de algo y al pensar en el siguiente golpe unos ojos azules brillan gracias a que las nubes se han movido dando paso a la luz de la luna.
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El Dios de la Montaña.
General FictionCuenta la leyenda que hace mucho tiempo en las Montañas, Ríos, Cuevas y Riscos habitaban seres sobrenaturales, cambiaformas. Se creía que esos seres eran animales de gran tamaño con la capacidad de hablar, que cobraban "ofrendas" a los humanos que s...