Capítulo 7 .-¿Qué somos?

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Después de la imprudencia que cometió Merlina al lanzarse al río casi congelado tomó suficiente calor gracias al gran lobo y las cobijas de lana gruesa que le cubrieron el resto del día, en la mañana se despierta en su cama... sola.

-¿Enid? - Pregunta al levantarse poniendo los pies en un tapete que ha hecho con algunas pieles de los conejos que se han comido.

-¿Estás bien? -La puerta se abre para mostrar a un humanoide rubio con las orejas agachadas. - ¿Frío?

-Sí, aún tengo frío. -La gente diría que el frío se le quedó en los huesos y le duele moverse. –Necesito té para calentarme. -También un buen baño caliente pero va a tardar en conseguir uno de esos.

-Voy. -Siempre diligente el lobo coloca los utensilios necesarios para hervir agua, dentro de poco estará listo todo para que la joven coloque sus frutos secos o las hierbas y flores que más le gustan.

Comenzando el día ya se encuentran el té y la liebre servidas en la mesa donde un silencio algo incómodo se produce, en tanto Enid se queda mirando fijamente a la morena mientras se alimenta.

-¿Sucede algo? -Pregunta la chica. -¿Quieres de esto? -Le acerca una patita que no le ha quitado la carne.

-No, no. -Levanta las manos. -Es para ti toda la comida.

-¿Entonces?... -Sigue comiendo pues no recibe una respuesta y al terminar el lobo la sigue observando. -¿Quieres decirme algo?

-Sí... -Asiente con la mirada algo ansiosa. -¿Te vas a quedar?

-Lo que resta del invierno. -Ante su respuesta el lobo menea la cola. –Pero no sé después. –Dejó de menear la cola.

-¿Tu familia viene por ti después? – Claro, el bosque no es un lugar para los humanos, necesita regresar con los suyos pero...

-¿Qué sucede? -Lo detiene de rascarse el brazo.

-Me gusta ver a Merlina todos los días.

-A mí también me gusta pasar el tiempo contigo, Enid.

-¿Si? -Su cola se levanta.

-Tu compañía es placentera. –Tiene que admitirlo, le gusta estar con ¿él... ella? No está segura de cómo catalogarlo. -Y esta cabaña acogedora aunque... -Si pone atención aún se cuela parte del aire entre las maderas. -Debemos terminar de arreglar las paredes para las noches más frías.

-Sí, lo haré. –Movería la montaña si se lo pidiera.

-Antes de eso... –Se estira un poco. Regresemos al río por la bolsa del dinero y llevemos las capas. -Si se va a quedar todo el invierno le parece buena idea gastar un poco en materiales, harina y papas.

En poco tiempo se alistan para caminar por el bosque, Enid no tarda mucho en encontrar la bolsa, aunque parecía escondida entre las piedras su olfato le guió hasta ella, Merlina la abre y da dos brinquitos de felicidad, es más que suficiente para comprar varias cosas, el asunto sería...

-Necesitas un pantalón y zapatos. –La capa le cubre hasta las rodillas, es enorme.

-No tengo.

-En ese caso... -Suspira. -Iré por el río hasta el pueblo de ahí. -Señala la dirección que seguira. -Voy a comprar un poco de las cosas que necesitamos. -Incluida la ropa. -Después regresamos a la cabaña.

-Hmmm. -No le gusta la idea de dejarla sola.

-Estaré bien.

-Yo quiero ir contigo.

El Dios de la Montaña.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora