Capítulo 6.- Por el Río
-¿Ir? -De primeras el lobo no entiende.
-Lejos del bosque... con mi familia. -Da un trago pesado de saliva.
-¿El invierno? -Muchos animales suelen mudarse a tierras más cálidas cuando comienza el invierno, incluso algunos humanos suelen moverse de locación
-Sí, en parte es por eso.
-En primavera regresan los animales y las plantas se vuelven verdes, ¿regresaras?.
-Pues... -Tuerce la boca.
-¿En verano?.
-No regresaré, Enid. -Lo mejor era no crearle falsas esperanzas.
-Oh... -Entonces no sería como la mayoría de los animales, el lobo se queda apuntado en el lugar donde está, incapaz de moverse o de decir nada más.
-Quizá pueda venir a visitarte de vez en vez... una vez al año... o cada dos... -Dependerá mucho de hacia donde se muden, o si en ese tiempo le arreglan un matrimonio.
Los ojos azules cruzan con los suyos por un segundo y luego le esquivan, parece que quiere decirle algo pero solo se rasca el brazo derecho, un comportamiento nervioso que ha descubierto. Enid se siente mal.
-Vamos a comer unos duraznos ¿te parece? -Quizá si beben té y comen unos duraznos mientras platican de algo más se pueda tranquilizar.
-Voy a cazar. - Da media vuelta para correr hacia el bosque, la morena no hace nada para detenerle.
Pero se preocupa cuando en la madrugada el viento azota con fuerza, pude escuchar el crujir de la madera y las lajas del techo que hacen su mejor esfuerzo por mantener a las inclemencias de la naturaleza afuera. Enid no ha regresado y en parte lo entiende, le ha dado la noticia de una pésima manera, se reprocha por eso pero tampoco quería dejar pasar los 7 días y antes de llegar con su padre comentarlo casual, como: "Bueno, nos vemos, hasta nunca, gracias por todo".
Lo que resta de la noche no pega el ojo y al comenzar a clarear el cielo se esta quedando dormida, escucha un ligero chirrido del viejo piso de madera, cuando voltea se encuentra al lobo intentando ser cauteloso mientras le deja la liebre en la mesa.
-Enid... -Se va a levantar pero el lobo baja las orejas y su cola ondea por lo bajo.
-Voy a cazar. -No quiere ni mirarla, por lo que agacha la cabeza.
-Pero si es de día.
-Tengo que cazar. -Se sale casi corriendo y regresa a la espesura del bosque.
Los siguientes tres días Enid solo se aparece para dejarle la liebre fresca en la mesa y antes que la ojinegro pueda entablar una conversación con él, este sale disparado hacia el bosque donde se escabulle por horas. Para el cuarto día, molesta de su comportamiento, espera en una silla pegada a la puerta, cuando el lobo hace acto de presencia ella le cierra la puerta y se coloca enfrente.
-Tengo que ir a...
-No necesitas cazar, tienes comida suficiente. -Se cruza de brazos y su tono de voz es fuerte. -¿Por qué me estás evitando? ¿Ya no quieres pasar tiempo conmigo?
-No es eso... -Sus ojos se mantienen pegados a la duela.
-¿Entonces? -Da un paso al frente y el lobo un paso atrás. -¿Estás molesto porqué me voy?
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El Dios de la Montaña.
Ficção GeralCuenta la leyenda que hace mucho tiempo en las Montañas, Ríos, Cuevas y Riscos habitaban seres sobrenaturales, cambiaformas. Se creía que esos seres eran animales de gran tamaño con la capacidad de hablar, que cobraban "ofrendas" a los humanos que s...