La Morada del Lobo.

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El Dios de la Montaña

Capítulo 2.- La Morada del Lobo.

-Vaya... -Es lo que atina a decir Merlina, cuando observa la pequeña casita de madera desvencijada que se le presenta. -Creí que vivías en una cueva.

-En invierno duermo en una cueva, en primavera y verano estoy aquí. -Señala a la construcción de madera.

-Se podría vivir bien en invierno aquí pero... -Se adelanta un poco. -Necesitas colocar nuevos vidrios para las ventanas, arreglar las contraventanas... -Se asoma por el hueco donde solo quedan vidrios rotos. -El techo no tiene goteras, son hoyos enteros, esto es mucho trabajo ¿desde cuándo no le das mantenimiento a tu casa?

-¿Mantenimiento? -El ser dorado ladea la cabeza.

-Sí, el cuidado de la casa.

-¿Se cuidan? -El concepto le parece extraño.

-Voy a suponer que nunca le has dado mantenimiento. -Suspira. -Bien, pues tenemos tiempo antes de que llegue el invierno. -Se acerca a la puerta desvencijada, da una pequeña reverencia y entra a la casa.

El lobo le mira completamente asombrado, en su vida conoció humanos que no le tuvieron miedo, el primero le enseñó a hablar, el segundo le mostró cómo cocinar la carne, el tercero fue el que mandó a todo un pueblo a que le dieran esta guarida de madera pero jamás se atrevieron a entrar a su espacio.

Esa joven humana está dando vueltas en su guarida, moviendo cosas y murmurando mientras analiza y toca todo.

-No será sencillo. -Voltea hacia el lobo que al entrar le mira con sorpresa. -Tengo que pedir varios materiales pero tienes suerte, aunque soy un aristócrata me he cultivado en varias áreas del conocimiento humano.

-... -No entiende ni la mitad de las palabras que dice. -¿Qué haces?

-Un plan de acción. -Mira hacia el techo. -Lo primero es comprobar la estabilidad de la construcción iniciando por las trabes, veo que te colocaron pilotes de piedra y sobre estos empieza la madera dejando un pequeño espacio abajo, es un tipo de construcción muy robusto del siglo pasado, es por eso que ha sobrevivido la pobre casa...

La morena siguió hablando, señalando partes del lugar y dando de vueltas por aquí y por allá, el lobo dorado simplemente se va al espacio donde pega menos el aire para acostarse a descansar, no tiene nada que los humanos consideren valioso seguramente la chica se cansara de dar vueltas y se irá.

-Lo sabía. -Dice para sí mismo cuando la chica abandona su guarida, se mueve un poco levantando la nariz, el olor de la morena le agrada, espera que se asiente en un pueblo cercano y venga a cazar o buscar frutos de vez en cuando para poder olerla otra vez.

Cuando el sol comienza a bajar el lobo se prepara para salir a cazar, le gustan las presas nocturnas y el clima es idóneo para vagar un poco, quizá pase primero al inicio del río para bañarse y luego baje hasta una ladera donde los jabalíes buscan bayas. Sus pensamientos son interrumpidos cuando escucha los pasos torpes de un humano y luego... la huele.

-Tú...–Se apresura a darle alcance a la chica quien al encontrarse con los ojos dorados que brillan en la oscuridad da un brinco cayendo de espaldas. -¿Te perdiste?

-Un poco. -Leyó muchos libros sobre montañismo pero es su primer acercamiento práctico al tema.

-El pueblo está ahí. -Señala del lado contrario al que iba caminando.

-Voy hacia tu cabaña. -Comenta la morena. -Traje algunas cosas. -Saca la mochila que escondió su hermano en el bosque y le dejó una nota en su lugar explicando que iba a tardar más tiempo en regresar con su familia.

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