34. El tercer ojo

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(...)

Cuando despertó, se sintió algo perdido al encontrarse con el techo de la cama de color rojo en lugar de verde, de inmediato revisó su pantalón y se sintió muy aliviado de no tener una erección después de un sueño tan atrevido. Había tenido esa clase de sueños antes, el primero había sido con Terence Higgs y había tenido varios con el profesor Lupin, pero jamás había tenido a Harry en una posición tan comprometedora y lo último que quería era tener que explicar aquella escena. Se relajó y miró a Harry, quién descansaba plácidamente a su lado; Draco se removió un poco en la cama de Harry para acercarse un poco más hasta que sintió cerca de su pierna algo duro en el cuerpo de Harry, en su entrepierna para ser precisos. Inmediatamente Draco se apartó lo más lento que pudo y sintió como su rostro ardía, claro que no culparía a Harry por algo así, pero no podía evitar imaginarse que clase de sueño podría estar teniendo o más específicamente, con quién.

Tampoco pudo pensarlo mucho, ya que pronto Harry comenzó a moverse para despertar, así que Draco hizo lo mejor que se le ocurrió, fingir estar dormido. Cerró los ojos y se quedó tan quieto como pudo mientras sentía a Harry estirarse cerca de él y también intentó no reaccionar al sentir su mano acomodarle algunos mechones en la frente, de un momento al otro salió casi corriendo de la cama directo al baño, así que Draco pensó que en ya se había dado cuenta de lo que estaba pasando debajo de sus bóxer, había una pequeña abertura en las cortinas cuando salió corriendo y a través de ella Draco pudo ver qué la cama de al lado, que era utilizada por Neville Longbottom, no solo tenía las cortinas abiertas, si no que estaba completamente vacía, cosa que era extraña ya que era domingo y los estudiantes solían despertar sumamente tarde pero que automáticamente cobró sentido al recordar que aquel día por la mañana partía el expreso de Hogwarts directo a Londres junto con todos aquellos que pasarían las fiestas en familia.

—Harry, sé que lo de ayer fue horrible, pero no puedes quedarte todo el día en la cama sintiéndote miserable.
De repente se abrió la cortina y Draco solo miró el rostro confundido de Ron al verlo ahí acostado.
—Hola, Draco— fue todo lo que Ron pudo articular.

—Hola, Ron— le respondió Draco.

—¿Dónde está Harry?

—En el baño...— respondió Draco sintiéndose muy incómodo con la situación.

—Ah...— ambos se quedaron mirándose el uno al otro en medio de un silencio absoluto —Y... ¿Qué haces aquí?

—Harry me dijo que lo acompañara, dijo que no quería pasar frío— vio como Ron hacia una mueca extraña.

—Sabes, Dean tiene razón, suena a una excusa barata— dijo en medio de un bostezo —Como sea, dile a Harry que los estaré esperando en el gran comedor, muero de hambre, ah, y procura que no te vea Percy— buscó cerca de su cama un suéter de color rojo y después salió de la habitación.

Draco volvió a mirar el techo de la cama mientras procesaba todo lo que había pasado las últimas horas, no quería decirlo en voz alta, pero pensaba exactamente igual que Harry, nada de lo que había pasado ese 31 de octubre que terminó la guerra tenía sentido, pero no lo había visto de ese modo hasta ahora, toda su vida había creído que el señor tenebroso solo estaba buscando matar a sus oponentes por pura diversión y que en una de esas veces se encontró con Harry, una persona que parecía ser alguna especie de entidad mística capaz de vencer todo el mal en el mundo, pero cuando finalmente tienes de frente a la supuesta deidad frente a ti y te das cuenta de que solo es un chico como cualquier otro, las cosas cambian de fantasía al terror más puro que puedas imaginar. Claro que tal vez debió haberse hecho la pregunta desde el principio, ¿Cómo hace un niño de apenas un año para vencer al señor tenebroso? ¿Cómo haces para sobrevivir a la única maldición que no tiene salida? Y junto con todo lo que había escuchado el día anterior pronto los huecos en la historia comenzaban a ser evidentes, lo que más le perturbaba era pensar en su tío Sirius, un miembro de la familia Black perteneciendo a la casa de Gryffindor le hacía pensar en el mismo, quién pudo ser enviado a Gryffindor de no haberle pedido al sombrero que no lo hiciera, pensaba en sus amistades y las que el tío Sirius tenía, nacidos de muggles como lo era la madre de Harry o ahora Hermione, "traidores de sangre" como los Potter o los Weasley, y por sobre todo, estaba Harry, a quien de alguna manera lo asociaba con el profesor Lupin, un mestizo con una vida especial, había decidido no comentar con el resto de sus compañeros su investigación sobre los licántropos que había hecho cuando Severus había sido su suplente, pero había encontrado algo muy interesante aquel día, la poción matalobos era utilizada precisamente por los licántropos para estar conscientes de sí mismos durante la luna llena y la base principal de aquella poción era el acónito.
Casualmente el mismo día en que ocurrió el ataque de Black, el mismo día que el profesor Lupin había estado enfermo, Severus le había llevado una poción con ese fuerte olor a acónito y no solo eso, aquel día también había sido luna llena, y la noche del 31 de agosto también lo había sido, justo un día antes del viaje en el expreso de Hogwarts, si aquello era verdad, entonces eso explicaría su aspecto tan demacrado y los problemas que tiene al caminar.

Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora