23. El heredero de Slytherin

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Con la varita en la mano se adentró a la sala, que era grande y apenas estaba iluminada, estaba decorada con columnas enormes con serpientes talladas en ellas, de haber sido otra situación, tal vez si hubiera sido algún tipo de excursión escolar Harry hubiera quedado fascinado con aquella sala, aunque ahora se veía bastante descuidada. Pero no había tiempo de admirar la arquitectura del lugar, Harry siguió avanzando hasta dar con un enorme rostro esculpido en piedra al fondo de la habitación, ese debía ser Salazar Slytherin. Era una estatua completa del fundador y a los pies de la estatua pudo ver una figura con una túnica negra y que parecía brillar en contraste con el suelo.

—¡Draco! — Harry corrió a arrodillarse frente a él, parecía dormido y calmado, con la excepción de que parecía igual de enfermo que la última vez que lo vio —Por favor no estés muerto, ¡No puedes morir aquí! — Harry tomó a Draco entre sus brazos e intentó moverlo para hacerlo reaccionar.

—No va a despertar.

Aquella voz hizo que Harry se estremeciera, no esperaba que alguien más estuviera ahí, volteó la mirada y un joven con túnica y cabello negro, con los ojos de un tono rojo oscuro estaba parado ahí, era bastante atractivo, tenía un uniforme de Slytherin algo diferente y una placa de prefecto.

—¿Un prefecto? — Harry estaba muy confundido —Pero si nunca te he visto por el colegio.

—Oh, no pudiste haberme visto nunca, pero si me conoces. Me presento, yo soy Tom Riddle— la voz de Riddle era bastante melodiosa, agradable al oído y de alguna manera muy escalofriante.

—Riddle... Tú acusaste a Hagrid, ¿Qué quieres decir con que Draco no va a despertar? ¿De verdad está...?

—No, no está muerto. No todavía— ¿Cómo podía decir algo como eso con una voz tan dulce?

—Tú no deberías estar aquí— dijo Harry —¡Debes tener más de cincuenta años! ¿Qué eres?

—Un recuerdo— respondió Riddle con calma —He vivido como un recuerdo guardado en el bonito diario que tiene Draco entre las manos— Harry miró de nuevo a Draco, era verdad que tenía el diario en su mano izquierda, parecía aferrarse a él.

—¿Qué le hiciste a Draco? — Harry sintió que la sangre le hervía. Volteó a mirar a Riddle y se dio cuenta de que estaba jugando con su varita —Mi varita, ¡Devuélvemela!

—No la vas a necesitar— le dijo Riddle —He esperado este momento desde que escuché de tus grandes hazañas, Harry Potter. Me hubiera gustado que mi diario se quedara contigo, pero tienes dedos de mantequilla.

—¿Qué? — Harry comenzaba a estar confundido.

—Déjame explicarte desde el principio, primero mi diario llegó a manos de esta niña, Ginny, una persona muy extrovertida, me contaba absolutamente todo lo que le pasaba desde que descubrió como funcionaban las páginas del diario, desgraciadamente cuando quise controlarla ella puso mucha resistencia, la asusté mucho y abandonó el diario en algún lugar de Hogwarts. Ahí fue donde tú me encontraste.

Harry se aferraba a Draco, intentaba mantener su cuerpo caliente.

—No tuve el gusto de hablar mucho contigo— continúo Riddle —Pero después de que chocaras con Draco en uno de los pasillos él recogió el diario. Sigo diciendo que hubiera estado mejor tenerte a ti, pero Draco fue muy fácil de manipular, confío en mi casi desde el inicio; aunque fue realmente exasperante tener que lidiar con las tonterías de este niño, todo era Harry por aquí, Harry por allá, Harry, Harry, Harry, tiene una gran obsesión contigo ¿Lo sabías? Incluso le ha traído problemas con su padre, un hombre de muy mal carácter por lo que me contó Draco, bueno, no creo que le pese que le quite a su único heredero si lo trata así.

Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora