▪︎Epílogo▪︎

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Vientos del sur

Una de mis sensaciones favoritas es aquella del viento suave que le sigue a una tormenta. Es una extraña paz acogedora que enciende el alma y da calor al corazón, algo parecido al sentimiento del amor.

Y si es que hay algo que le da sentido a mi vida, es el amor. Como me dijo Giyuu alguna vez, el amor era la razón de la existencia de los Cazadores de Demonios, y sigue siendo lo que nos mueve cada día y nos impulsa a seguir adelante.

No hablo necesariamente del amor romántico, aunque también es algo importante en mi vida. Hablo del amor de hermanos, el amor de amigos, ese que sientes incluso por personas que a pesar de no compartir tu sangre, los consideras familia. Ese amor que te ayuda a sanar cicatrices que te han acosado por tanto tiempo que crees no poder olvidarlas jamás. Estoy hablando de los lazos que nos unen a todos, aquellos que, por más que pase el tiempo, no se quebrarán jamás.

—¿Qué suena mejor? ¿Finca Tomioka-Shinazugawa o Shinazugawa-Tomioka?

Miré a Giyuu con una expresión aturdida, intentando procesar su pregunta.

— ¿Realmente es eso lo que más te preocupa? Tenemos que mudar aquí una colonia completa de escarabajos rinoceronte y ¿Lo que más te preocupa es el nombre de nuestra finca? ¿Es en serio?

El chico de cabello negro, ahora hasta los hombros (y que yo tuve que ayudar a cortar, claramente) me miraba con desaprobación, y la verdad es que también un poco de decepción.

— En primer lugar, yo nunca acepté que traigas a esos bichos a mi casa-

— Escarabajos — lo corregí. — Y no es tu casa, sino nuestra — dije, haciendo énfasis en el "tú". Tomioka rodó los ojos y bufó.

— Como sea, me dan asco. Pero te dejaré traerlos porque te quiero — sonreí triunfante. — Pero — oh, mierda — si uno sólo se escapa, te advierto que no volverás a ver a ninguno de ellos. Al menos no con vida ¿Entiendes?

Me amenazó con el dedo, con una mirada severa, haciéndome sentir un escalofrío. Resignado, asentí.

— A veces me das miedo — confesé. — Pero eres muy atractivo, te doy puntos por eso.

Tomioka se sonrojó y cubrió su rostro con su mano, como si eso fuera a servirle de algo, frunciendo el ceño ligeramente.

— Cállate — susurró.

Le dí una palmadita en la espalda y le sonreí de manera reconfortante.

— No es cierto, no te lo tomes tan en serio— reí un poco. — Ven, vamos, ayúdame a meter las cajas.

Sin chistar, el chico asintió y levantó una caja con una facilidad increíble para hacerlo con un sólo brazo, y caminó apresuradamente adentro de la finca, y yo lo seguí detrás.

Dos horas más tarde, y después de varios viajes de ida y vuelta, habíamos terminado de entrar todas las cajas de escarabajos que tenía, lo cual ciertamente fue un gran alivio para ambos. Nos sentamos pesadamente en el suelo, ambos suspirando y limpiando el sudor de nuestras caras.

— Menos mal, ahora sólo falta la colonia de tarántulas — dije despreocupadamente. Giyuu me miró pasmado.

— ¿La qué de qué? — el tono de horror de su voz era delicioso, realmente no pude suprimir la explosión de risas que intentaba contener. — ¿Qué? ¿Qué es tan gracioso?

Me retorcía de risa en el suelo, enjugando incluso algunas lágrimas que se me habían escapado mientras intentaba retomar una respiración calmada.

— Tu cara, no puedo — no pude decir mucho más por la risa, que ya se estaba volviendo dolorosa. — ¿En serio creíste que-? — otra vez me interrumpió la falta de oxígeno, realmente era muy divertido.

— ¿Entonces no hay tarántulas? — levantó una ceja, molesto.

— No, no. No hay tarántulas. No de momento — no hice más que ganarme un codazo. — Ya, no habrá tarántulas nunca. Igual me dan miedito.

Giyuu rió por lo bajo y besó mis labios suavemente.

— Eso espero. Esos bichos son asquerosos.

Resistí el impulso de corregirlo y decirle que no eran bichos, sino arácnidos, por lo que simplemente sonreí levemente.

— Eres un caso perdido — despeiné su cabello bruscamente, teniendo perfectamente claro que eso lo molestaba, ya que esa era en parte la intención. — Pero te encontré.

El pobre ser que tenía que soportar mi estupidez rodó los ojos y suspiró, intentando quitar mis manos de su cabeza.

— Y luego el raro soy yo — murmuró. — Oye, ya, suéltame.

Me reí con su patético intento de liberarse de mí, pero al final decidí dejarlo tranquilo, no sin antes darle un codazo brusco.

Después de algunos quejidos de su parte, Giyuu finalmente cedió al hecho de que mis atentados contra su espacio personal eran inminentes, y que no había nada que él pudiera hacer para evitarlo. Tal vez no era a lo que estaba acostumbrado, pero era mi forma de demostrar cariño, y eso era lo que contaba.

Aquella tarde no fue muy distinta a las demás que habíamos pasado en los últimos meses, salvo por la pequeña diferencia de que ahora ésta era oficialmente (al menos para nosotros) nuestra finca. Ahora la casa se veía más llena que de costumbre, pues ahora mis pertenencias estaban allí.

Si bien no podíamos decir abiertamente que la finca era de los dos, y que efectivamente vivíamos juntos, al menos era un logro para nosotros el saber que teníamos un espacio que podíamos llamar nuestro. Ahora estábamos oficialmente retirados, y con el dinero que habíamos recibido de parte de la familia Ubuyashiki era más que suficiente para mantenernos al menos cinco años más, por lo que podríamos disfrutar plenamente de nuestro retiro. En realidad lo merecíamos.

Nos acostamos en nuestro futón, en el que sigo sin saber cómo cambíamos los dos, y nos quedamos juntos, así sin decir nada, solamente entrelazando nuestras manos.

Miré a Giyuu, y él me miró a mí. Sus ojos eran un cielo estrellado, que transmitía calma y seguridad. Sus labios eran suaves a la vista, tal y como lo eran al tacto, y con sólo verlos sentía la necesidad de besarlos hasta que éstos se tornaran de un color oscuro. Su piel, su mano, su cabello, sus cicatrices, todo en él era hermoso, y por la forma en que me miraba podía estar seguro de que él pensaba lo mismo de mí.

Un corto beso fue lo que selló nuestra noche, previo a la voz somnolienta del antiguo pilar del agua.

— Tus cicatrices son bonitas.

Sonreí.

Aquí termina el segundo tomo.

—————

Lo logramos. Ya terminamos un tomo más. No sé cómo agradecerles su apoyo y su paciencia, en verdad que han sido increíbles conmigo y estoy muy feliz de que esta historia haya llegado a las personas indicadas y les haya hecho sentir lo que yo sentí al escribirla. Gracias por quedarse <3

Cicatrices || Kimetsu no Yaiba fanfic ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora