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Sanji no entendía como es que tan solo tres meses después de su quinto aniversario su matrimonio se había enfriado tanto al grado de sentirse como si viviera en soledad en el punto más helado del ártico todos los días, tal vez no se dio cuenta porque todo fue tan discreto que se le hizo imposible notarlo rápidamente, las cosas sucedieron de manera gradual, primero Roronoa comenzó a no comer los almuerzos que le preparaba por las mañanas para llevarse a los entrenamientos, decía que no había tenido un descanso para comerlos, al inicio lo entendió, sabía que podía ser un poco exigente al respecto y terminaba comiendolo él mismo para evitar desperdiciar la comida, después comenzó a llegar cada vez más tarde, una hora más de diferencia con el paso de las semanas hasta que su entrada al departamento era en la madrugada por lo que habían dejado de cenar juntos; el sexo se mantuvo bien los primeros dos meses, ambos cedían a las insinuaciones contrarias y terminaban en encuentros apasionados en distintas zonas de su departamento, pero para el tercer mes Zoro no lo había tocado, si lo hacía no llegaban a nada más que besos intensos pues siempre detenía el flujo de las cosas, para esa última semana, ya ni siquiera lo abrazaba para dormir.

Lo primero que pasó por su mente es que el japonés estaba interesado en alguien más, que había dejado de amarlo y que tenia un amorío con un desconocido, sin embargo, tener ese tipo de ideas no hacía más que hacerlo sentir culpable, quizás eran solo conclusiones apresuradas y Zoro se había concentrado de más en sus fases de prueba para obtener el trabajo de entrenador, sabía bien que esto era algo muy importante para él, por lo que no era de sorprenderse si resultaba que si estaba absorto en ello, se sentiría como el peor esposo del mundo por dudar así de su marido. Aunque muy probablemente era solo una manera de ignorar el hecho de que parecía que le estaban poniendo los cuernos porque se negaba a creer que su adorado marimo fuera capaz de algo así.

Y sabía que no iba a poder estar tranquilo o dejar de pensar en eso hasta que no hubiera una prueba absoluta de que esas sospechas no eran más que el resultado de sus inseguridades por el cambio repentino en la actitud del hombre cabeza de musgo, prefería saber que solo fue un malentendido en lugar de confirmar que el espadachín efectivamente tenía una aventura. Así que ahora estaba en su departamento frente a sus tres mejores amigos, quienes conocían mejor que nadie la historia de su romance porque estuvieron desde el inicio, también los conocían a ellos dos como la palma de su mano, pues también eran amigos cercanos de Zoro. Nami, Luffy y Usopp escuchaban atentamente lo que él francés que tenía por decir mientras degustaban aperitivos preparados por el mismo, ya que el rubio amaba recibir a sus invitados con algún bocadillo ya sea dulce o salado.

- el estúpido de Zoro no tiene idea del daño que está haciendo con sus descuidos - dijo Nami - seguro de nuevo decidió que el kendo es lo único en lo que va a basar su vida.

- justo como cuando fue a su primera competencia internacional - dijo Usopp.

- si, pero esto se siente distinto - respondió Vinsmoke - él lleva meses sin comer su almuerzo, aún si le preparo los onirigis que tanto le gustan, simplemente llega con los recipientes llenos... no se porque sigo haciéndolo.

- ¿qué? - Luffy preguntó indignado - ¿cómo se atreve a desperdiciar tu deliciosa comida, Sanji? Eso no puedo perdonarselo.

Si era honesto, tampoco podía perdonarselo por muchas razones, la primera de todas es que cada uno de sus platillos siempre se llevaban una parte de su corazón con ellos, si eran para Zoro la cantidad de amor se multiplicaba al doble, era como si rechazara su forma de expresarle cariño, segundo, Sanji siempre odio que la gente desperdiciara comida debido a la racha mala que tuvo Zeff mientras vivía con él y prácticamente no tenían que comer, tercero, cocinar era lo que más amaba en la vida, era como despreciar a su más grande pasión.

Sanji soltó un suspiro pesado y termino por sacar un cigarrillo de una cajetilla nueva, lo encendió y dio la primera calada, disculpándose con sus amigos por el abrumador humo, los chicos no dijeron nada, sabían sobre su antigua adicción al tabaco.

Uragiri (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora