El señor White llegó a su casa y se encontró con Matt y Elizabeth sentados en la sala dialogando muy cálidamente.
—Señorita Elizabeth, haga el favor de quedarse a cenar. Así podrá conocer a mi nuera antes de que se marchen a su viaje.
—Nada me encantaría más, señor White.
—Den por terminado el ensayo y tomen más café. Por eso amo vivir en San Francisco; el clima siempre es perfecto para tomar café y comer bizcochos. Muy diferente al clima de Los Ángeles, ¿no es así, Matt?
—Es irónico que el clima es caliente pero sus estrellas frías —respondió Matt.
—El señor White nos dijo a todos que usted fue profesor de piano para las estrellas de Hollywood, ¿Acaso enseñó a tocar el piano a...?
—No termine de decir el nombre —interrumpió Matt— porque si eres su admiradora, terminarás decepcionada. Todos fueron un desastre.
—¿Qué podía esperarse si lo hacían por dinero? —preguntó ella.
—Y con ese estilo de vida, seguramente carecen de la disciplina del músico —añadió el señor White.
—Creo que soy injusto al generalizar, porque fui profesor de la Metro-Goldwyn-Mayer. De donde vienen los grandes ídolos, quienes han perdido ya la cabeza. Tal vez en estudios más pequeños habría más humildad.
Elizabeth lo miraba con detenimiento. Como admirando aquel momento de su vida que él solamente quería ocultar... y que de repente ahora quería soltar porque quería que ella supiera más sobre él.
—La mesa está lista —dijo la ama de llaves.
—Elizabeth —dijo el señor White—, ¿puede hacer el favor de esperar en la mesa? Matt y yo debemos de arreglar la carta que enviaremos al señor Garner. Si llega Jeanette, una disculpa por no recibirla. Vamos a mi oficina, Matt.
El señor White guió a Matt a su oficina. Al entrar, le pidió que cerrara la puerta. Matt tomó asiento en el sillón que había y el señor White se dejó caer en su silla de terciopelo. Parecía muy alterado como si algo le molestara. Veía a Matt y a su vez veía la carta redactada a la mitad que había enfrente de él.
—¿Sabes Matt, cuando te pedí que hicieras las paces con ella..?
—¿Sí...?
—¡No te pedí que te enamoraras de ella!
—Pero...
—No hables... Imagina mi situación. Estoy a punto de escribirle al Gran Señor Garner que su hijo llegará una joven pero que para nada es su enamorada...
—No te opusiste a que la invitara.
—¿Y cómo podría? La pobre criatura nunca ha salido en su vida si no es para ir de gira. El mundo de los ricos la sorprende sobremanera. Imagina cuando llegue con tu padre y él note su falta modales, de cultura y que no viste como una dama de alta cuna.
—Ella conoce los modales y el comportamiento de una dama de alta sociedad —exclamó él—. El hecho de que no siga los protocolos no quiere decir que no los conozca.
—¡Eso lo hace aún peor! No quería ser yo quien te lo dijera. Pero el motivo del viaje era para que conocieras a la amiga de tu hermana Greta. Anabelle Rogers. Tu padre se ha hecho todo tipo de ilusiones para que te cases con ella y ahora tú te vas a tu casa como si estuvieras en una luna de miel con una señorita que no viene de buena familia.
—Agradezco que me menciones lo de Anabelle. Sí, la conozco, la típica niña rica malcriada que me pidió a su papi como si yo fuera un caramelo o un collar de perlas. Y si fuera sin Keira o con Keira, creáme que me daría la misma, porque yo con Anabelle Rogers no me caso ni aunque mi padre me vuelva a desheredar.
—¿Ignoras que aún sigues sin estar en el testamento? Un desaire a la señorita Anabelle y te olvidarás de toda herencia.
—Ya la perdí una vez, qué más me da otra vez. Además, tengo la excusa perfecta: ¿Cómo puedo prescindir de los ensayos? Por eso es preciso que Keira me acompañe. Hizo su esfuerzo hacerme creer que hice mal, pero usted sabe, señor White, que es mejor dejar todo como está.
El señor White lo mira con incrédulidad. ¿En serio Matt creía que saldría triunfante de todo una vez más? ¿Por qué, habiendo vivido el fracaso lejos de la opinión de su padre, quería volver a caer en el mismo error.
—¿Algo más que quiera añadir? Keira nos está esperando.
—Cuide bien de Jeanette y el pequeño. Y hágame un favor.
—Dígame y veré qué puedo hacer.
—No mencione la situación económica de Elizabeth.
—No hará falta, ella misma lo hará...
—Lo digo de forma seria. Si mira que ella está a punto de decir algo que podría hacer que su padre lo descubra, no la deje terminar de hablar. Y no haga mención alguna de su dueto. Es mejor que piensen que es una amiga de Jeanette a que es su compañera de trabajo y el señor Garner sepa por donde va la cosa.
A Matt la pareció algo prudente de hacer. En todo caso, no quería que su padre echara a Elizabeth o la despreciara.
—Hablaré con Keira para que sepa eo tipo de persona que es mi padre. Pero también tiene mi palabra de que cumpliré su favor.
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La Sinfonía de tus ojos
FanfictionMathew William Garner Jr. es hijo de un gran pianista. Luego de negarse a seguir el camino de la música como su familia, fue desheredado en medio de la Segunda Guerra Mundial. A los dos años, después de haber vivido en la pobreza, se rinde y regresa...